El Periódico Extremadura

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El proceso de recuperación de un animal emblemático

Más de noventa cachorros de lince han nacido en libertad este año en Extremadura

83 de ellos han salido adelante. En 2022 fueron 61 nacimientos, por los 48 del 2021 

El censo extremeño de este felino en peligro de extinción se acerca ya a los 250 ejemplares

Imágenes tomadas esta primavera de cachorros nacidos en el Valle del Matachel. MATÍAS TABORDA / JUNTA DE EXTREMADURA

91 cachorros de lince ibérico han nacido este año en libertad en Extremadura, todo un hito en el proceso de recuperación de este felino en la región que se alcanza cuando aún no ha cumplido una década desde que echó a andar con las primeras sueltas. De estas más de noventa crías, 83 han logrado salir por el momento adelante. Las restantes ocho han muerto, casi todas ellas víctimas de atropellos. «La productividad ha sido muy buena y aún nos quedan por confirmar más cachorros porque hay dos hembras que han tenido crías pero aun no sabemos cuántas. Por eso el número de cachorros nacidos en 2023 en la naturaleza puede ser más, cerca de cien. Muy por encima del año anterior pero ajustado a nuestras previsiones para este año. También hemos trabajado mucho para que así sea», explica María Jesús Palacios, directora de Programas de Conservación de la Dirección General de Sostenibilidad de la Junta de Extremadura.

Una idea de lo significativa que es la cifra de nacimientos registrada este año en Extremadura es que, de acuerdo a los informes anuales que publica el Ministerio para la Transición Ecológica, en todo 2021 las crías de este mamífero nacidas en ecosistemas extremeños fueron treinta menos (61) y que en 2020 el número prácticamente se quedó en la mitad que ahora (48).

El principal núcleo reproductor de lince en la región es el del Valle del río Matachel, situado en el sur de la provincia de Badajoz y que comprende los subnúcleos de Alange y Hornachos. También ha sido con diferencia el que ha contabilizado más nacimientos estos meses, con 30 en su parte sur, 20 en la centro y nueve en la norte. En la zona de Valdecañas-Ibores, en la provincia de Cáceres, se ha tenido constancia de catorce alumbramientos, mientras que el resto se reparte entre el Valle del Ortiga (9); Valdecigüeñas-Sotillos (5) y Mirandilla (4). De estos cuatro últimos, todos de la misma madre, ninguno continúa vivo. Tres murieron arrollados por vehículos en la carretera y el otro, probablemente, en una pelea con sus hermanos. 

Imágenes tomadas esta primavera de cachorros nacidos en el Valle del Matachel. FELIPE GÓMEZ / JUNTA DE EXTREMADURA

El periodo de celo de esta especie comienza en noviembre y se prolonga hasta febrero. Es a inicios de marzo cuando tienen lugar los primeros partos. No obstante, aunque no se vayan a producir más nacimientos de lince en territorio extremeño en lo que queda de año, el número final puede no estar cerrado aún, ya que quedan por saber los cachorros que han tenido dos hembras que han estado preñadas pero que aún no han «presentado» su descendencia, algo que Palacios confía en que se produzca de aquí a un mes. Una vez que en 2023 ha habido «varias hembras con cuatro y cinco cachorros», apunta, la cifra final de nuevos ejemplares podría acercarse al centenar.

La elevada fecundidad de este año, explica, ha sido posible entre otros factores por el aumento tanto de las cámaras de fototrampeo, con las que se ha podido tener más controlados a los animales, como del personal encargado de vigilar «los territorios de las hembras» y de ayudarles con la alimentación suplementaria que han requerido para cuidar a sus hijos. Si una madre «con cinco cachorros» no tiene «mucha comida no será capaz de tirar para adelante con todos, solo sobrevivirán uno o dos», cuenta.

«La reintroducción del lince ha sido un éxito rotundo en Extremadura. Hace nueve años no teníamos ninguno y ahora hay más de 240 vivos»

María Jesús Palacios - DIRECTORA PROGRAMAS DE CONSERVACIÓN DE LA JUNTA DE EXTREMADURA

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«Les hemos puesto también puntos de agua cerca de donde tenían las gateras» y en otros casos se les ha facilitado el acceso a ellos mediante rampas a pozos y charcas. El objetivo, que no tengan que desplazarse muy lejos a beber, de forma que perros, zorros o tejones aprovechen la ausencia de los progenitores para devorar a las crías. «Con el aporte de agua y con el de comida, la productividad ha aumentado. Si no tienen que desplazarse tanto, los padres están más atentos a que a sus crías no les pase nada», resume. 

Por otro lado, además de contar con «un equipo técnico estupendo en campo», Palacios destaca la colaboración «inestimable» que se ha mantenido con del sector privado» y que ha sido «fundamental». Los cachorros «están todos en fincas privadas» y sus «propietarios están encantados con los linces». La mayor parte de ellos se han encargado de cuidarlos o de dar el aviso si detectaban algún problema. «Todo lo que nos han ido preguntando y en lo que les hemos ido asesorado lo han ido haciendo», asevera la directora de Programas de Conservación de la Dirección General de Sostenibilidad. Es lo que sucedió en marzo con las cuatro crías nacidas dentro de una caja en una nave de un cortijo habitado en el Valle del Matachel. Fue el mismo propietario de la finca el que puso al corriente del parto. Se trataba de una hembra sin collar, por lo que estaba fuera del radar de los técnicos de la Junta. «La teníamos perdida, no sabíamos si estaba viva o muerta», afirma.

Más de noventa cachorros de lince han nacido en libertad este año en Extremadura E. B.

Igualmente, Palacios menciona la contribución positiva que efectúan las sociedades locales de caza al introducir mejoras en el hábitat del conejo. Que se instalen más comederos y bebederos para este herbívoro, es algo que «ha venido muy bien también para el lince», ya que constituye su presa más habitual.

Los más de ochenta cachorros nacidos en 2023 que han sobrevivido han llevado el censo actual de lince en la región a cerca de los 250 ejemplares en libertad. Una especie que estuvo al borde de la extinción y que, después de más de tres décadas ausente de territorio extremeño, regresó a él con la suelta de seis ejemplares en el Valle de Matachel. Fue en 2014 y con ellos comenzó un proceso de reintroducción que ha sido «un éxito rotundo. Hace nueve años no teníamos ningún lince y ahora hay más de 240 vivos», remarca Palacios. Además, aclara, otros noventa han muerto, de nuevo con los atropellos como principal causa por lo que se están poniendo «muchos esfuerzos» en los vallados de carretera y en la adecuación de pasos por debajo de ellas con el fin de bajar esta mortalidad.  

De los 246 individuos que se ha contabilizado en el último recuento, realizado a inicios de esta semana, 103 son machos y 96 hembras. En los restantes 47 ejemplares no se ha podido determinar el sexo del animal. En el núcleo del Valle del Matachel se tiene identificados a 98 ejemplares (47 machos y 51 hembras) por 19 en el Valle del Ortiga (10 y 9);16 en Valdecañas-Ibores (9 y 7);y 8 en Valdecigüeñas-Sotillo (5 y 3). El registro incluye también una pareja en la zona del parque de Cornalvo y un macho en el de Monfragüe.

«No se esperaba un éxito tan grande y cómo está aumentando la población, pero 200 ejemplares no garantizan la supervivencia de esta especie a largo plazo»

Pablo Ramos - COORDINADOR DE ECOLOGISTAS EXTREMADURA

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La crecimiento que ha tenido este carnívoro en Extremadura es algo que «ha sorprendido para bien. No se esperaba un éxito tan grande y cómo está aumentando la población», resalta Pablo Ramos, coordinador de Ecologistas Extremadura. En cualquier caso, matiza a continuación, estos más de doscientos ejemplares «no garantizan desde luego la supervivencia de la especie a largo plazo». «Por desgracia sigue habiendo una mortalidad bastante alta por atropellos o disparos», arguye, por lo que pide «más vigilancia contra el furtivismo» y que se continúen acondicionando pasos que faciliten sus desplazamientos, «impermeabilizando» también las autovías o las carreteras donde hay mucho tráfico para impedir su acceso a ellas.

Desde la década de 1950 hasta al menos 2004 el descenso de la población de lince en toda su área de distribución fue constante. Detrás de este declive estuvieron sobre todo la persecución humana y la escasez de conejos, factores que llevaron a esta especie a estar muy cerca de desaparecer. Desde comienzos de este siglo se han puesto en marcha varias iniciativas de conservación, entre las que destacan distintos proyectos LIFE que arrancaron 2002 o el desarrollo de la cría en cautividad dentro del programa de conservación ‘ex situ’. «Gracias a este gran esfuerzo de conservación, la población de linces ibéricos no ha dejado de crecer numéricamente y en relación a su área de presencia en los últimos años», se subraya en el último censo de España y Portugal que de este felino ha publicado el ministerio .

Con datos de 2022, se contabilizaban 1.668 ejemplares, un 22,2% más que el año anterior (1.365). De ellos, 195 estaban en Extremadura (un 11,7%). El mayor número correspondía a Andalucía (627), por encima de Castilla-La Mancha (585).En Portugal la cifra era de 261.

Un ejemplar en Monfragüe y una pareja reproductora en una zona cercana

Hasta la fecha, la Junta solo tiene constancia de la presencia de un ejemplar de lince ibérico en el interior del Parque Nacional de Monfragüe. Se trata de un macho adulto llamado Pinxto, que fue liberado en 2019. Fuera de los límites de este espacio protegido, pero en una zona cercana a él (entre los términos municipales de Navalmoral de la Mata y Almaraz), se tiene controlada una pareja reproductora que tuvo 3 cachorros este año, «aunque esta pareja se considera dentro de la población del área de reproducción de Valdecañas-Ibores, que actualmente consta de 23 individuos, de ellos 5 hembras reproductoras», se explica desde la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Sostenible.

Para Pablo Ramos, coordinador de Ecologistas Extremadura, el anuncio de que volverán a permitirse batidas en este parque nacional es un factor que puede dificultar aun más que este felino lo «recolonice». No solo por el riesgo de que se les dispare «conscientemente o por error», también por el de que se asusten y se vean expulsados a zonas con más riesgo para ellos. «Que haya una caja trampa no les afecta, porque no va a entrar dentro, pero evidentemente, si hay tiros en el parque, eso les asustará como a cualquier otro animal». 

El lince que apareció en Badajoz no es ‘extremeño’

Un lince ibérico apareció merodeando una noche hace poco más de una semana por las inmediaciones de la piscina municipal de San Roque, en Badajoz. «No es de Extremadura. Tenemos un grupo a nivel ibérico y hemos mandando la foto y el vídeo que nos facilitó el particular a través del 112 para preguntar si es de algún territorio», cuenta María Jesús Palacios. El patrón de manchas puede ser una vía para identificarlo, ya que es único en cada individuo de forma similar a como lo son las huellas dactilares en los humanos. Tras recibir el aviso, «estuvimos dos días prospectando toda la zona, vimos rastros y excrementos del lince», pero no se le pudo localizar.

«Aparentemente está bien de peso y formación. Estaba algo flaco pero a saber de dónde venía. Como sea un lince con ‘gen viajero’, puede venir de cualquier lado», apostilla.


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