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Festividad de Todos los Santos

Estos son los cementerios más singulares de Extremadura

Aunque muchas personas los perciban como lugares siniestros, en Extremadura hay camposantos como los de Montánchez, Cuacos de Yuste, Plasencia y Trujillo que permiten al visitante conectar con el pasado a través de imponentes panteones, elementos históricos, obras de arte y bellos paisajes que han trascendido hasta la actualidad

Mérida

El último refugio para los que ya partieron de este mundo y un legado para adentrarse en la riqueza patrimonial e histórica. Extremadura tiene la fortuna de contar con una serie de cementerios que conectan con el pasado a través de imponentes panteones, tumbas excepcionales, historia, arte y bellos paisajes. Bien es cierto que para muchos mortales los camposantos son lugares siniestros, pero cada vez son más los que se apuntan a practicar el necroturismo para acercarse al patrimonio artístico, histórico, cultural y paisajístico que albergan. «La muerte es la otra cara de la vida y para disfrutar de ella hay que tener presente que está ahí», señala la periodista y antropóloga, Israel J. Espino. «Gracias a los cementerios se puede descubrir una arquitectura maravillosa, son un bien patrimonial desconocido que hay que enseñar», apostilla. Con motivo de la festividad de Todos los Santos, que se celebra hoy, es un buen momento para recorrer los más singulares de la región.

Montánchez

La localidad de Montánchez es conocida como ‘El balcón de Extremadura’ por sus impresionantes vistas y este es uno de los atractivos indiscutibles de su cementerio, pues al estar ubicado a más de 700 metros de altura, permite al visitante divisar la campiña extremeña, pudiendo observar, en los días claros, más de 50 municipios. Es un enclave perfecto para perder la mirada en la lejanía, rodeado de un ambiente de paz y tranquilidad que permite evadirse del ruido del día a día. Situada en la ladera de un escarpado risco, coronado por un castillo de origen árabe, la necrópolis se construyó allá por el año 1810 en el granito que conforma la montaña mediante un sistema de terrazas a distintas alturas. 

Cementerio de Montánchez.

Cementerio de Montánchez. / EL PERIÓDICO

Debido a su encanto, en el año 2015 fue elegido el cementerio más bonito de España, en un concurso organizado por la revista Adiós Cultural. En la entrada principal, se encuentran las capillas del Carmen y San Pedro, ambas con muros de mampostería, y una inscripción para recibir al visitante: «Templo de la verdad que admiras. No desoigas la voz que te advierte. Que todo es ilusión menos la muerte». La parte más antigua está situada junto a la muralla del castillo de Montánchez y la mayoría de los nichos son de granito, hechos sobre la propia piedra de la ladera. En la parte baja, más moderna, hay tumbas de ladrillo y materiales más actuales. Desde su origen ha sufrido varias modificaciones, pero nunca sin perder el atractivo que lo ha hecho único. 

Cuacos de Yuste

En el corazón de la comarca de La Vera, al norte de la provincia de Cáceres, se encuentra el cementerio alemán de Cuacos de Yuste, el único del país que alberga tumbas de militares germanos. Esto responde a que en Alemania hay una tradición que dice que todos los soldados alemanes tienen que ser enterrados en el país en el que fallecen. En los 4.000 metros cuadrados de este camposanto rodeado de olivos y robles están enterrados 180 soldados alemanes, de los que 26 perdieron la vida durante la Primera Guerra Mundial y los 125 restantes, en la Segunda, ya fuera en territorio español o en aguas cercanas a sus costas.

Cementerio de Cuacos de Yuste.

Cementerio de Cuacos de Yuste. / EL PERIÓDICO

Todas las sepulturas son iguales y solo tienen una cruz en granito oscuro. Cada una muestra el nombre del soldado, con su rango y la fecha de su fallecimiento, en los casos en que se conocen estos datos, ya que otras permanecen vacías como símbolo de aquellos caídos que nunca pudieron ser identificados

El gobierno alemán, a través del organismo encargado de velar por los cementerios de guerra alemanes, decidió reunir en un único lugar los cuerpos de los soldados alemanes repartidos por España. Las obras se iniciaron en 1980 y se inauguró el 1 de junio de 1983. Cabe destacar que con el de Cuacos son 827 los cementerios que hay repartidos por todo el mundo con casi dos millones de soldados alemanes. 

Plasencia

Desde prácticamente su fundación en el siglo XII, Plasencia fue uno de los principales núcleos de actividad judía de la región. A pesar de su posición y fuerza, los judíos estuvieron en cierto modo marginados. Sirva como ejemplo que no se les permitía enterrar a sus difuntos junto al resto y se les obligaba a poner sus cementerios fuera de la urbe. Por ello, la joya de la judería placentina, que es el cementerio judío, está ubicado en una zona llamada El Berrocal, al otro lado de las murallas. 

Cementerio de Plasencia.

Tumbas del cementerio judío de Plasencia. / EL PERIÓDICO

En una ladera y con una ubicación que cumple las leyes talmúdicas -en un terreno virgen, en pendiente y mirando a Jerusalén- aún es posible ver una veintena de tumbas antropomórficas excavadas en la roca, en lo que era el último lugar de descanso de los miembros de una comunidad que vivieron en Plasencia durante tres siglos. Cabe destacar que al tratarse de un entorno rústico, adehesado, dependiendo de la época del año las flores y matas silvestres pueden cubrir las tumbas.

Trujillo

El cementerio de la Vera Cruz de Trujillo comenzó a funcionar en 1871 y es uno de los más antiguos de la región. Desde los primeros enterramientos en nichos a un panteón único en el mundo tanto por la riqueza de los elementos utilizados en su construcción (sillares de granito puro) a la compleja red de respiraderos pasando por la simbología masónica que cubre su interior. Su construcción se hizo en la huerta del Convento de San Francisco del Real, conocido como La Coria, aprovechando el solar de la iglesia la Vera Cruz.

Cementerio de la Vera Cruz de Trujillo.

Cementerio de la Vera Cruz de Trujillo. / EL PERIÓDICO

Aunque esta iglesia fue destruida con la invasión francesa, se conserva un esgrafiado del siglo XVI. En este recinto, construido a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, de acuerdo con las características de la época, utilizando esa piedra granítica propia de la zona, hay suntuosos panteones pertenecientes a las familias nobles trujillanas, a burgueses, así como el ‘patio de los curas’, donde están enterrados algunos de los más preclaros sacerdotes

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