En unos días el reactor volverá a conectarse a la red eléctrica
Almaraz: una recarga de 500.000 horas
El próximo sábado acabará la que, si se mantiene el calendario de cierre previsto, habrá sido la penúltima parada para recargar combustible en la Unidad I de la Central Nuclear de Almaraz antes de su cierre en noviembre de 2027

Trabajadores junto al bloque de turbinas y alternador de la Unidad I de la central. / El Periódico
En torno al mediodía del próximo sábado, desde la sala de control de la Unidad I de la Central de Almaraz, el operador de turbina cerrará los interruptores de grupo. Con esta acción, el alternador quedará acoplado de nuevo a la red nacional y se retomará la aportación de electricidad al sistema, poniendo fin así, tras algo más de un mes, a la recarga de combustible número 30 en este reactor.
Si se mantiene el 1 de noviembre de 2027 como fecha para su final de explotación, la del próximo día 9 habrá sido la penúltima vez que una escena como esta se repite en la Unidad I de la planta cacereña. Con ciclos de funcionamiento de 18 meses, solo quedará ya por delante otra parada programada para reponer combustible, la que se haga en la primavera de 2026, por las dos que restan todavía en la II, cuya desconexión definitiva está prevista en octubre de 2028.
Son 33 días y medio los que el reactor permanecerá desacoplado de la red eléctrica. El fin principal de estas paradas es sustituir alrededor de un tercio de los elementos de combustible que dan inicio desde el interior de la vasija al proceso de generación de electricidad. En esta ocasión, se han cambiado 56 de los 157 que alberga en total. Los demás se mantienen, pero recolocados en una posición diferente para ganar eficiencia en el proceso de quemado.

Trabajadores de la empresa Enusa inspeccionan los elementos depositados en la piscina de combustible gastado. / El Periódico
Manejo del combustible aparte, estas semanas con el reactor sin funcionar se aprovechan también para ejecutar otras muchas tareas. «En paralelo hacemos mantenimiento, hacemos inspecciones y hacemos pruebas», enumeró el pasado miércoles Antonio Calero, jefe de Soporte Técnico de la Central Nuclear de Almaraz, y responsable de coordinar las recargas de la planta. En total, se materializan más de 10.400 trabajos distribuidos entre tres especialidades: mecánica, que son las más «voluminosas» al conllevar maniobras con los equipos de mayor tamaño, como la turbina o los motores; eléctrica; e instrumentación y control. Esta última es la que numéricamente más actividades incluye, porque se deben «testear y calibrar todos los sensores que controlan los múltiples procesos que hay en la central», precisó.
Empleo adicional
Estas tareas traen consigo la incorporación de un importante volumen de mano de obra que se agrega a la que habitualmente trabaja en la planta. En las jornadas punta llegan a pasar por sus instalaciones unos 2.100 empleados. Entre todos ellos, y tratándose de «una recarga estándar» como la de ahora, sumarán «500.000 horas-persona trabajadas». En términos económicos, estas cinco semanas se traducen en un desembolso cercano a los cuarenta millones de euros, entre gasto en combustible, equipos y personal. «Estamos ante la penúltima recarga de la Unidad 1 si se mantiene el calendario de cierre», incidió Calero, lo que tendría como consecuencia «directa» la «pérdida de 1.200 empleos de alta calidad adicionales a la plantilla habitual» y de su «efecto tractor sobre industrias y negocios del entorno».

Labores en torno a la tapa de la vasija del reactor, en el edificio de contención. / El Periódico
La primera recarga de esta unidad tuvo lugar en enero de 1984, unos meses después de haberse iniciado la operación comercial de la central. Entonces se prolongó, apuntó, «más de 90 días», prácticamente el triple que actualmente. La del importante recorte del intervalo temporal en el que se realizan estas labores no fue la única mejora conseguida con el transcurso de los años que destacó este responsable de la CNA. Esa primera vez hubo «del orden de 78 accidentes» laborales con baja. Ahora, en cambio, «vamos camino de cumplir la séptima» con «cero accidentes». «Estamos orgullosos» de que la seguridad sea «más que nuestro «‘modus operandi’, nuestro ‘modus vivendi’», dijo.
Igualmente, hizo hincapié en «el reto» que supone organizar y ejecutar todas estas tareas mientras la otra unidad de Almaraz sigue en marcha y generando energía eléctrica con normalidad. «Estamos ahora mismo produciendo 1.040 megavatios por Unidad II», recordó.
Estos periodos son los de mayor actividad en la planta, con la incorporación de en torno a 1.200 personas adicionales en las jornadas ‘punta’
Cada parada es «un hito muy importante en la vida de la planta», esgrimió, no solo ya por ella en sí misma, sino porque el que todo transcurra adecuadamente, adujo, «determinará» que posteriormente «tengamos un ciclo sano» de funcionamiento. Por eso, apostilló, «desde que acoplamos» se está pensando en preparar la siguiente parada, que en este caso se hará en otoño del año que viene en la Unidad II.
La central nuclear trabaja a día de hoy en dos escenarios: uno de cese de operación de acuerdo con el protocolo firmado para prescindir del parque atómico español entre 2027 o 2035; y otro de continuidad en el que no se aplicase este calendario de cierre progresivo de las todas centrales nucleares españolas.

Antonio Calero, jefe de Soporte Técnico de la Central Nuclear de Almaraz, explica cómo se desarrollan las labores de recarga. / El Periódico
«Nosotros estamos luchando por demostrar que son absolutamente necesarias», defendió Ignacio Araluce, presidente de Foro Nuclear, la patronal del sector a la que pertenecen las compañías propietarias de las plantas (con posiciones mayoritarias de Iberdrola y Endesa, pero también con presencia de Naturgy y EDP).
«El PNIEC está ahí», reconoció. «Lo único que nosotros pensamos es que la realidad podría forzar un cambio, porque el mundo entero, Europa entera, va por la vía de generar cada vez más energía nuclear», mientras que en España «vamos en el sentido contrario».
En un contexto de mercado en el que hay «cantidad de renovables», pero «el almacenamiento va retrasado» la aportación de la tecnología nuclear al sistema, sostuvo, sigue siendo necesaria para dar «estabilidad a la red». Algo que puede hacer, además, sin emitir dióxido de carbono. Las siete unidades nucleares situadas en territorio español evitan la emisión de «15 o 20 millones de toneladas de CO₂ a la atmósfera al año», afirmó.
Asimismo, añadió que las instalaciones nucleares españolas están «prácticamente» nuevas después de haber hecho unas «inversiones gigantescas» que han permitido ir renovando sus principales componentes.
Relajar la carga fiscal
En cualquier caso, puntualizó, «nos preocupa la viabilidad económica. No solamente que se desatasquen los permisos, sino que además bajen los impuestos para poder seguir funcionando». A su juicio, la carga fiscal a la que se ven sometidas las nucleares españolas implica un encarecimiento del coste de la generación de electricidad que puede hacer que, como sucedió la pasada primavera con uno de los reactores de Almaraz y con la Central de Cofrentes, a las empresas propietarias de las instalaciones no les resulte a cuenta continuar con su explotación. «El problema está en que a lo mejor nos dan los permisos y decimos que esto no es viable», zanjó.
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