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Tornavacas bajo la nieve, un destino mágico del invierno extremeño

Rutas nevadas y miradores de ensueño

Valle del Jerte nevado

Valle del Jerte nevado / Turismo Valle del Jerte

Jennifer Perera

Jennifer Perera

Cuando el invierno llega a Tornavacas, un pequeño pueblo del Valle del Jerte se viste de blanco y se convierte en un escenario mágico para los aventureros que no le temen al frío. Caminar por sus calles empedradas, ver el humo salir de las chimeneas y sentir el crujir de la nieve bajo los pies es una experiencia única. Pero Tornavacas no es solo un destino de postal; es un lugar donde la historia y la naturaleza se entrelazan para ofrecer a sus visitantes un sinfín de planes invernales.

¡Ya tornan las vacas!

Y si el escenario es atractivo, no lo es menos su historia, ya que si hay algo que distingue a este rincón extremeño es su leyenda. Se dice que su nombre proviene de una anécdota medieval, cuando los reinos de Castilla y León se disputaban estas tierras. Tras una dura batalla, las tropas leonesas fueron derrotadas, y los pastores, que habían huido con su ganado, pudieron regresar. "¡Ya tornan las vacas!", gritó el rey Alfonso VIII, y desde entonces, Tornavacas lleva en su nombre el eco de aquella victoria.

Rutas y vistas nevadas

Explorar Tornavacas en invierno es perderse en senderos que atraviesan bosques cubiertos de nieve y ofrecen vistas espectaculares. Un paseo hasta la Ermita de Santa María permite disfrutar de un recorrido de 4.2 kms entre robledales y cerezos, ahora desnudos pero igual de majestuosos. En este recorrido contarás con unas impresionantes vistas de la Garganta de San Martín. Para quienes buscan un desafío mayor, el ascenso hasta el Puerto de Tornavacas, a 1.274 metros de altitud, recompensa con panorámicas impresionantes del Valle del Jerte y la Sierra de Gredos.

Los miradores de Tornavacas son paradas obligadas. Desde el Monte de la Cruz, el pueblo se despliega a los pies de los visitantes, mientras que el Mirador del Puerto de Tornavacas ofrece una vista invernal sin igual. A lo lejos, las cumbres nevadas de la Sierra de Béjar completan un cuadro natural inolvidable.

Nevada en el puerto de Tornavacas

Nevada en el puerto de Tornavacas / E.P

Un entorno sin igual

Pero el encanto de visitar Tornavacas no termina en sus paisajes. A pocos kilómetros, la Garganta de los Infiernos es otro de esos lugares que parecen sacados de un cuento. En invierno, sus pozas y cascadas se cubren de hielo y reflejan la luz del sol creando una escena de cuento. Si hay tiempo para una excursión más, a solo treinta minutos encontrarás Plasencia, con su impresionante casco histórico repleto de catedrales majestuosas, o los pueblos serranos de Candelario y Béjar, son visitas que merecen la pena. Además, si quieres disfrutar del esquí en tu visita a la nieve, a menos de una hora encontrarás la estación de La Covatilla, que aunque ahora mismo se encuentra cerrada, tiene en sus planes abrir muy pronto.

Catedral Vieja de Plasencia.

Catedral Vieja de Plasencia. / James Rhodes | @JRhodesPianist en Twitter

Un alto en el camino para comer

Después de un día explorando la nieve y la historia de Tornavacas, llega el momento de recuperar energías. En cualquier taberna del pueblo, las migas extremeñas y la caldereta de cabrito se convierten en un festín invernal. Y para terminar con un toque dulce, nada mejor que unas perrunillas acompañadas de un buen licor de cereza.

Quienes decidan quedarse a dormir, encontrarán en Tornavacas acogedoras casas rurales y pequeños hoteles con chimenea, donde el sonido del fuego crepitando pondrá el broche de oro a una jornada inolvidable.

Visitar Tornavacas en invierno es mucho más que disfrutar de la nieve. Es sumergirse en su historia, respirar aire puro y dejarse llevar por la tranquilidad de un pueblo donde el tiempo parece detenerse.

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