Drogodependencia
Diez años de la metadona en las farmacias extremeñas: "Es la primera vez que me tratan como a una persona"
Fue en 2015 cuando desaparecieron los llamados ‘metabuses’. Las boticas tomaron el relevo y los pacientes receptores del fármaco, que ayuda a combatir los síntomas de la abstinencia, o a reducir los daños por el consumo de opiáceos, empezaron a acudir a ellas para su suministro. Diez años después, ya son 9.000 los atendidos

Preparado de metadona en una farmacia de la barriada cacereña de Moctezuma / Carlos Gil
Diez años han pasado desde la desaparición de los llamados ‘metabuses’ de Cruz Roja. Servicios móviles de atención a personas drogodependientes que suministraban la metadona a los usuarios extremeños que la requiriesen. Pero, las farmacias, en un movimiento no exento de polémica, recibieron la batuta, y ya son 9.000 los ciudadanos que han atendido desde entonces.
La metadona es un fármaco que actúa en los mismos receptores neuronales que la heroína (y, a pesar de la creencia popular, también que otros opiáceos como, por ejemplo, el fentanilo), de manera que logra efectos similares. Eso sí, no provoca los mismos daños, puesto que se suministra de forma controlada por especialistas y no está sujeta a las posibles alteraciones que sí pueden afectar a las sustancias distribuidas de manera ilegal en la calle, y tampoco genera la sensación de placer.
Dos tipos de pacientes
El programa de metadona en Extremadura se dirige a dos tipos de pacientes. Según detalla el presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Cáceres (COFCC), Juan José Hernández Rincón, el primero de ellos es el paciente de 'medio umbral' o de 'mantenimiento con metadona'. El fármaco ayuda, en este caso, a mantener la abstinencia y favorece la reducción de riesgos.
Aunque son las farmacias las que preparan la solución en todos los casos, estos usuarios acuden, habitualmente, a los Equipos de Conductas Adictivas (ECA), previa distribución. Los pacientes de 'medio umbral' o de 'mantenimiento' también representan la mayoría en los centros penitenciarios.
En el otro supuesto, se erigen los llamados pacientes de 'bajo umbral' o de 'reducción de daños'. Son aquellos usuarios que no pueden o no quieren dejar de consumir y se adhieren al tratamiento con el objetivo, como su propio nombre indica, de reducir los daños. Dichas personas ingieren la dosis directamente en la botica.
He aquí el punto de la polémica inicial. Cuando se anunció la desaparición de los ‘metabuses’en el año 2015, muchos pacientes pusieron el grito en el cielo por la falta de privacidad que implicaría solicitar la metadona en un establecimiento lleno de gente. Consideraban que, en una sociedad en la que las personas drogodependientes siguen bajo el yugo del estigma, la medida implicaba someterlos al juicio público.
En contra, la Junta defendió que el cambio significaría un mayor control sanitario y que, precisamente, ayudaría a reducir el prejuicio sobre los consumidores. Hoy, diez años después, el presidente de COFCC sostiene que la decisión fue "beneficiosa".
"Todas las farmacias tenemos que garantizar la intimidad", asevera. Los establecimientos han de tener, por norma, una zona de atención personalizada y, según explica el colegiado, "nadie se entera de la medicación que se llevan o se toman los pacientes".
Los usuarios eligen
Si tomamos el ejemplo de algunas farmacias extremeñas, una parte de los consumidores van a la hora de comer o a última hora e ingieren la metadona en una zona algo más apartada. Otros, en cambio, prefieren tomarla en una habitación a puerta cerrada. "Hay confidencialidad absoluta", asegura el colegiado, que zanja la polémica revelando que la primera vez que uno de sus pacientes se bebió la metadona (se toma en un vaso pequeño, mezclada con agua, como puede verse en la fotografía) en su centro confesó "Es la primera vez que me tratan como a una persona".
En este sentido, el objetivo es que los usuarios puedan acudir a por la medicación a su establecimiento de confianza. Existe un listado de farmacias que distribuyen la metadona pero, "si el usuario elige un centro que no está es esa lista, intentamos que le faciliten las dosis, pues todas están preparadas para elaborarla".
En cuanto al perfil de los pacientes, los hombres representan un 84% y las mujeres el 16%, y suelen tener 50 años o más. "El boom de la heroína fue en las décadas de los 80 y los 90. Hay muy pocos consumidores jóvenes de metadona", apunta Hernández.
En cualquier caso, el farmacéutico deja claro que "hay todo tipo de gente. Personas que vienen de la calle y otras que tienen sus familias y su trabajo, pero que en su día tuvieron un problema de adicción y siguen con la metadona porque no han conseguido desengancharse del todo".
Sobre esto, no existe un periodo determinado de suministro. "Tengo pacientes que llevan diez años", afirma el colegiado. Otros, consiguen reducir las tomas, que ya es un paso. Por último, y en un alarde de esperanza, algunas personas han logrado dejar de tomarla por completo.
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