Drones y formación: el futuro del campo extremeño visto desde el aire

Sobrevolar Extremadura significa vislumbrar un variado y colorido paisaje en el que el sector agrícola juega un papel fundamental. La región cuenta actualmente con aproximadamente 2,7 millones de hectáreas dedicadas a este sector, que además representa casi el 8% del Producto Interior Bruto de la región, convirtiéndolo en uno de los sectores más importantes para la economía extremeña. 

Entre los motivos que explican el peso económico de la agricultura en Extremadura se encuentran la digitalización y mecanización de las tareas agrícolas en un contexto de necesidad de producciones elevadas para mantener la competitividad en los mercados y de estar a la vanguardia en el empleo de las tecnologías a lo largo de toda la cadena productiva. Una de las tendencias cada vez más extendidas y que mayor crecimiento se vienen experimentando es  la utilización de rones aplicados a la agricultura. «Las máquinas tradicionales están evolucionando hacia sistemas robotizados, tanto terrestres como aéreos. Quedarse de espaldas a esa realidad es renunciar al futuro», esgrime Raúl Franco, ingeniero técnico agrícola en la Junta de Extremadura y formador de pilotos de drones. 

En las últimas semanas, un nutrido y heterogéneo grupo de personas han participado en una formación específica en drones en el Centro de Formación del Medio Rural de Don Benito, dependiente de la Junta de Extremadura. Su directora, Julia Bonilla, esgrime que es necesario cambiar la mentalidad: «El campo ya no es un hombre con un tractor. Hoy, un tractor es casi como un cohete: se conduce con tecnología que hay que saber manejar. Lo mismo con los drones. Esta evolución se parece a la industrialización que vivieron otros sectores hace años».    

En la formación, los alumnos han adquirido las competencias necesarias para operar con drones en la aplicación de determinados productos, abordando aspectos teóricos como prácticos, y han sido habilitados como profesionales altamente cualificados en el sector. Y es que el propio Raúl Franco expone las enormes posibilidades que ofrece a día de hoy este nicho de mercado que es el pilotaje de drones en la agricultura: «Además de la aplicación de nutrientes o bioestimulantes, se puede acceder a otras ramas como la captación de imágenes con cámaras multiespectrales, elaboración de índices de cultivo, medición topográfica o la integración de imágenes satelitales con datos de drones para el análisis agrícola». En esta línea, Raúl Franco expone que el crecimiento exponencial de este tipo de tecnologías se debe a que el sector agrícola viene viviendo en los últimos tiempos una profunda transformación: «El sector ha cambiado drásticamente en pocos años y se ha convertido en un entorno empresarial altamente tecnificado. Lo que antes se consideraba cuidar bien el campo, ahora implica tener en cuenta parámetros medioambientales o de producción, y requiere una formación mucho más sólida». Además, añade que supone también una oportunidad para los agricultores. «Esta transición no significa dejar atrás la cultura tradicional del campo, sino hacerla compatible con las nuevas tecnologías. Es una ganancia en calidad que hace la actividad realmente viable y sostenible», arguye. 

Agricultura de precisión

A eso es a lo que se aferra también Antonio Jesús Rodríguez, joven agricultor de Don Benito y estudiante del grado en Ingeniería Técnica Agrícola por la Universidad de Extremadura. Rodríguez, que gestiona una explotación junto a su padre, ha participado en esta formación porque tiene claro que quieren avanzar en la digitalización de su explotación. «El uso de drones permite hacer una aplicación más precisa de determinados productos, pero también nos facilita la realización de pruebas y análisis sobre el terreno. Hay muchas cosas que se pueden hacer con esta tecnología, que creo que es muy útil para los agricultores. Además, nosotros intentamos afinar al máximo, hacer las cosas con precisión, para que las cuentas salgan lo mejor posible en productividad y costes», expresa.   

En la instrucción de drones ofrecida en el centro de Don Benito han participado eminentemente profesionales técnicos del campo, y principalmente hombres. Sin embargo, la directora del centro, Julia Bonilla, expone que la presencia de la figura femenina en la oferta formativa del centro crece de manera clara y notoria. En algunos casos, como es el caso del grado en de Ganadería y Sanidad Animal, más del 80% del alumnado son mujeres. «Esto demuestra que la mujer tiene mucho que aportar al mundo agrícola en Extremadura», dice al respecto. 

En este centro forman cada año a más de 1.000 alumnos, tanto en la formación continua que ofrecen con distintos grados como en formaciones específicas que van desde lo más básico a otras más especializadas. «Nuestra apuesta por la formación continua busca fortalecer el sector primario en Extremadura, donde hay una gran necesidad de mano de obra. Queremos que la gente se dé cuenta de que el campo es vida y trabajo», señala la directora. Todo ello en un contexto en el que el campo extremeño vuelve a estar a la vanguardia.