Entrevista

Nueva coordinadora regional de IU en Extremadura: "Intentamos trabajar para crear una conciencia de clase"

Una de las líderes más jóvenes del partido en el país y la primera mujer al frente en Extremadura. Nerea Fernández inicia una nueva etapa cargada de retos

Nerea Fernández Cordero, coordinadora general de IU Extremadura.

Nerea Fernández Cordero, coordinadora general de IU Extremadura. / Jorge Valiente

Cáceres

Nerea Fernández Cordero sabe bien lo que es tener que abandonar su tierra por necesidad. En 2014, con 21 años, dejó Navalmoral de la Mata, donde nació y se crió, para probar suerte en el extranjero. Después de pasar por Alemania, la extremeña se marchó a Irlanda, donde estuvo nueve años. Allí, ejerció su profesión de educadora infantil, participó en movimientos sociales y se vinculó a la organización conformada por emigrantes españoles, Marea Granate. Además, se convirtió en la coordinadora de Izquierda Unida Exterior y luchó para suprimir del voto rogado. Ahora, dos años después de su vuelta, la morala se ha puesto de nuevo al frente pero, en esta ocasión, de la organización política en la región. 

No encabezaba ningunas de las dos listas y, sin embargo, ha logrado alzarse como la nueva coordinadora general de Izquierda Unida 

Iba la número cuatro en la lista de Joaquín Macías. El resultado que se obtuvo del proceso asambleario fue un empate, por lo que hubo que sentarse para llegar al consenso. Se hicieron unas negociaciones que fueron muy bien, pues primó el bienestar de la organización sobre cualquier lucha personal. Al final, salió mi nombre, porque mis compañeras saben el trabajo que hago y he hecho, y que podría ser un puente entre ambas candidaturas. No estaba en mis planes, pero tengo un compromiso por fortalecer IU para avanzar y ser útiles para la clase trabajadora de Extremadura. 

¿Cómo afronta esta nueva etapa y qué objetivos se marca? 

Con vértigo, porque es una responsabilidad muy grande, pero con muchas ganas. Queremos reforzar la organización, llevar la marca de Izquierda Unida por cada pueblo. Nuestro objetivo es recorrernos toda Extremadura, estar en los conflictos y ser útiles para la gente. Todo ello, sin dejar de lado lo que está ocurriendo a nivel estatal e internacional. La región tiene el foco porque Europa nos ha planteado como pila verde y está tratando de minar nuestros suelos y, por eso, es importante que protejamos a nuestra tierra y a nuestra gente; que no nos vengan a sacar todo el expolio que llevan haciendo durante años. En ese sentido, la gente se está moviendo muchísimo y eso hay que valorarlo. Por otro lado, está el aumento del gasto en defensa, algo de lo que estamos en contra, pues vertebramos la paz como un derecho humano básico, y eso, aquí en la región, lo vamos a tener que defender. 

Y, ¿cuáles son esos conflictos a los que se enfrenta Extremadura? 

Para mí, lo más preocupante es el tema de las minas, por ese foco que se nos ha puesto con el tema de los minerales críticos y de los minerales estratégicos. También, con las minas de wolframio, que tienen un sentido con la corriente belicista que está intentando llevar Europa. Con respecto a las energías, consideramos que Almaraz debe terminar su actividad, pero por una cuestión de seguridad. No obstante, desde los años 90 hemos pedido un plan estratégico para que la plantilla no se quede en la calle. En relación con el campo, defendemos el valor de nuestros productos locales a uñas y dientes. Me enfada que, en la Asamblea, Vox y PP intenten defender los precios agrícolas, para que no suban, pero, después en Europa voten a favor del libre comercio, que precisamente lo que hace es aumentar los precios. 

¿Qué piensa de las energías renovables? 

Tienen que estar, pero con un sentido. No pueden servir para que las empresas se llenen los bolsillos a costa de alicatar nuestro suelo y de vender nuestra agua. Consideramos que este mercado tiene que estar supeditado a los intereses de la ciudadanía y, por eso, defendemos crear una empresa pública, como la teníamos en los años 90. Una empresa que el PP privatizó y que estamos a favor de recuperar. 

¿De qué forma puede abordarse la despoblación? 

Como emigrante que he sido, lo que veo, sobre todo, es el tema del transporte. No tiene ningún sentido que desde Navalmoral a Coria se tarde siete horas. Más aún, en una región con mucho turismo de interior, y que tiene potencial para hacer una red de cercanías. Por otra parte, no puede ser que estén cerrando ambulatorios en pueblos pequeños por la demanda, porque no es una cuestión de demanda, sino de derechos básicos de la ciudadanía. En cuanto al trabajo, es muy precario, porque los contratos que deberían ser indefinidos no se están haciendo. Además, la Junta no quiere implementar la reforma laboral. Todo ello es necesario, porque a los extremeños no nos gusta irnos de nuestra tierra; nosotros queremos vivir aquí. 

¿Y el tema de la vivienda? 

Vivo en Cáceres y no puedo entender que ni la Junta ni el ayuntamiento local quieran declarar la ciudad como zona tensionada, cuando es la localidad donde más han subido los alquileres de toda España. Aquí, un piso de dos habitaciones cuesta, de media, 800 euros. Con la vivienda ocurre lo mismo que con la energía, no puede ser un bien de mercado privativo. Tiene que ser un bien de primera necesidad. En Cáceres estamos viendo caseros que están echando, sobre todo, a madres solteras para poder aumentar el alquiler un 100%, y eso no se puede permitir.

¿Cómo ve el auge de la ultraderecha? 

De manera muy preocupante, sobre todo, en los jóvenes, aunque hay una diferencia bastante abismal entre las mujeres, que tiran a la protección de los derechos humanos, y los hombres, que se alinean más con la ultraderecha. Hay una individualización de las personas, que piensan que para luchar por lo suyo tienen que ir en contra de otros que no tienen nada. Nosotras intentamos trabajar para crear una conciencia de clase, juntarnos y luchar por nuestros derechos, para que todos estemos bien. Al final, la ultraderecha solo va a beneficiar a las élites más altas. Es un caladero que engaña a la gente y hay que combatirla con hechos; tenemos que estar en la calle, luchar, organizar, escuchar y ofrecer soluciones reales. Además, es clave intentar llegar al espacio cultural y al educativo con valores democráticos y antifascistas. Por último, es necesario hacer un cordón sanitario en las instituciones, porque en la Asamblea de Extremadura hemos escuchado discursos contra el colectivo LGTBI, contra las mujeres o contra los migrantes, que son preocupantes, y a los que no se puede dar alas. Aquí apunto al PP, que tiene su parte de responsabilidad por pactar con la extrema derecha.

Para terminar, ¿de qué puede sentirse orgullosa Extremadura? 

De muchas cosas. Por un lado, de cómo se está organizando la gente para defender nuestra tierra. Por ejemplo, en Sierra de Gata o en la zona de Olivenza, por el tema de las minas. También en Salvatierra de Barros, donde se unió todo un pueblo en contra del vertedero, o en Las Hurdes, donde están sacando ese orgullo jurdano. Por otra parte, de nuestras lenguas, que han estado relegadas durante mucho tiempo, y de nuestras tradiciones. Además, esta región siempre ha sido una tierra muy solidaria, con los brazos abiertos a cualquier persona que llegase para quedarse. En definitiva, Extremadura es un lugar espectacular y somos personas que estamos muy orgullosas de ella.

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