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Carta abierta de Fernando Blanco Fernández

Guillermo Fernández Vara: honestidad y gratitud al servicio de la región

El que fue secretario general de la Presidencia de la Junta de Extremadura entre 2015 y 2023 se despide de Fernández Vara a través de esta carta

Guillermo Fernández Vara

Guillermo Fernández Vara

Fernando Blanco Fernández

Fernando Blanco Fernández

El 26 de Agosto de 2011 escribí a Guillermo Fernández Vara un correo electrónico a su cuenta oficial de diputado en la Asamblea de Extremadura, acababa de perder el PSOE Extremadura las elecciones autonómicas (y también las municipales del año 2011), acababa de perder la Presidencia de la Junta de Extremadura tras una legislatura, la 2007-2011, de mayoría absoluta, su primera legislatura como Presidente, después de 10 años como Consejero de Bienestar Social y después de Sanidad y Consumo en los gobiernos de Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Aquella carta, yo con 31 años, fue una carta desde mi militancia de base, desde mis convicciones y también desde mis conocimientos de la administración y desde mi preocupación por haber sido en silencio mucho tiempo un observador “no pasivo” de la política y la gestión de los problemas de Extremadura.

Fue una carta dura, propia de aquellos que lo que dicen lo hacen desde el respeto pero también desde las convicciones y sin más compromiso que el de la militancia, para mi todo, y el de la nobleza de las ideas puras, pero también desde el pragmatismo de hacer posible a veces también lo imposible para el futuro colectivo y el sentimiento de pertenencia hacia una organización, el PSOE de Extremadura, que está pegada a las costuras de nuestra tierra. Obviamente no esperaba respuestas y menos llamadas de quien fuese el Presidente de la Junta de Extremadura y Secretario General del PSOE- Extremadura; me equivoqué de plano tras pasar el verano de 2011 y recibir su llamada y cita a su despacho de la sede regional del PSOE Extremadura de la calle Eugenio Hermoso, en Mérida con él y con quien fuera Portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, y luego amigo, Valentín García, para que pudiera ayudar en los temas jurídicos del Grupo Parlamentario y en aquellos otros menesteres de oposición que se considerasen, también.

Fernando Blanco Fernández y Guillermo Fernández Vara

Fernando Blanco Fernández y Guillermo Fernández Vara / Cedida

Esos años fueron duros, fríos, de altibajos, pero sobradamente de trabajo, coordinación y de una lealtad al proyecto que él encarnaba difícil de explicar, solo el día a día vivido puede explicarlo. Después llegó la victoria electoral en 2015, en minoría, los pactos, la cesiones constructivas, la gestión, la madurez del ejecutivo; más tarde la mayoría absoluta del 2019, el COVID, las lágrimas por las familias, la esperanza de la vacuna, el reto de la gestión por las oportunidades de desarrollo post- covid, de las esperanzas nuevas que había que no dejarlas pasar, al revés, aprovechar las debilidades para convertirlas en fortalezas, sembrar , coser, tejer alianzas en España en Europa, para que dentro de Extremadura, se creyera en Extremadura después de muchos desagravios, despejar descreimientos propios y ajenos, para olvidar los complejos y depender de nosotros mismos (“… no queremos solidaridad, queremos oportunidades, las mismas que el resto… que nos dejen volar ahora que tenemos alas.. “); un reto titánico que no se podía afrontar desde el victimismo, sino desde la generosidad de aquellos que tienen la visión anticíclica de la política. Nos empapamos de empeño, de osadía, de valor y de su liderazgo; el tiempo pondrá lo demás, si el oportunismo y la miopía política no lo impide.

Después llegó el 28 de mayo de 2023, en julio, el cambio de ciclo político, pocos meses después la enfermedad, la Universidad, el Senado. Antes y durante, el respeto profundo, la honestidad, la complicidad, la amistad y la familia, en ese orden. La enfermedad ha sido una lección más, de vida y de convicciones hasta el último instante, Guillermo siempre dispuesto a una llamada, a un café, a una comida, a estar y a ser para todo aquél que lo reclamara. Un empeño permanente, aún más cuando la enfermedad le golpeaba duro, por darle gracias a la vida, un empeño de gratitud, de servir a los demás. Nunca olvidaré sus silencios fruto del sosiego de un dirigente que se debía a Extremadura como reza el Código Civil ( “...con la diligencia de un buen padre de familia…“) y que siempre decía; nunca olvidaré sus recomendaciones fruto de la experiencia, a veces también del sufrimiento en carnes propias, de que “...los cargos tienen sus cargas... y si no, pues a casa, a casa”.

Su templanza desde el sentido de Estado de la política, del interés general, de saber que hay que perder para ganar, de saber esperar, de saber que primero el interés general y luego, mucho después el de uno propio, hace que siempre esté presente no como un buen hombre sino como un hombre bueno que supo interpretar su tiempo, adaptarse, ser candil en casa, ser líder en la calle para luego serlo en su Partido. Guillermo Fernández Vara ha dejado una huella imborrable en los extremeños y extremeñas, en cada pueblo, en cada ciudad, en cada rincón, por su generosidad, inteligencia emocional cultivada a golpe de experiencias y aprendizaje continuo. Su legado es la capacidad de superación, el trabajo callado, la cordura frente a la emoción repentina y sobre todo y ante todo la fidelidad y el valor de creer siempre y ante todo en los hombres y mujeres que fraguan esta tierra. Guillermo es irremediablemente Patrimonio Inmaterial de Extremadura, Guillermo Fernández Vara es eterno porque desde su fe, compartida por muchos, entre los que me incluyo, cuidará de nuestro futuro y nos agararrá de la mano para siempre.

Fernando Blanco Fernández, secretario general de la Presidencia de la Junta de Extremadura 2015-2023

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