Julia Rípodas lleva más de 20 años impartiendo clases de filosofía en secundaria, ahora en el IES Castelar, en Badajoz, y entre sus estudios se halla un Máster en Estudios de Género. Su Trabajo Final del mismo se centró en primatología y desde ahí se fue interesando por el ecofeminismo, formándose en diferentes estudios relacionados. También pertenece a la Red Ecofeminista, formada por mujeres ecofeministas españolas y de Latinoamérica, y al MAE (Mujeres Abolicionistas de Extremadura). Para divulgar su conocimiento, cuenta con un blog en el que va colgando diferentes reseñas de libros y trabajos de autoras (Cuentan ellas cuentan). Desde la perspectiva ecofeminista, explica cómo ecología y feminismo van de la mano y el mayor impacto de la contaminación medioambiental en la salud de las mujeres. Así, es importante el desarrollo de eventos como la Semana Europea de la Movilidad (desarrollada este 2022 entre el 16 y el 22 de septiembre) que vela por la sostenibilidad. 

¿Qué relación hay entre ecología y feminismo?

Esa relación es lo que da fundamento al pensamiento ecofeminista. Tienen en común la misma lógica de dominación que ha hecho que la humanidad llevemos al planeta tierra hacia el colapso medioambiental. Es la misma lógica en la que se ha basado en la dominación sobre las mujeres, vistas como inferiores, y la explotación y la violencia sobre ellas del patriarcado. Esto se ha aplicado también en el dominio sobre la naturaleza. El movimiento ecologista y el movimiento feminista en algún momento convergen en esa conceptualización de la realidad y reivindican que es esa dominación contra lo que hay que intentar luchar. 

Algunas autoras indican que no hay un solo ecofeminismo, sino varios, ¿cómo se describiría?

Como en todas las corrientes filosóficas dentro del ecofeminismo ha habido distintas autoras que han defendido diferentes acercamientos a este pensamiento y hay distintos ecofeminismos, pero la base de todos es esa idea que he dicho. Hay una larga historia de naturalización de las mujeres. Es decir, a las mujeres se nos conceptualiza como más cercanas a la naturaleza y a los hombres, a los varones, se les ha situado siempre más cercanos a la razón. Eso ha justificado que los hombres ocuparan el espacio público y a las mujeres se las haya confinado tradicionalmente en la esfera privada, en lo doméstico y en sus funciones “más naturales” de crianza.

¿Qué es practicar un ecologismo libre de patriarcado?

Lo que ha ocurrido en muchos movimientos de lucha por diferentes derechos es que muchas veces, a pesar de estar luchando por causas justas, han mantenido los mismos sesgos patriarcales que tenía el resto de la sociedad. Por ejemplo en la lucha antirracista o la obrera, se seguía arrinconando a las mujeres y considerándolas inferiores.  Con el movimiento ecologista ha ocurrido lo mismo. En muchas ocasiones se han ignorado los sesgos sexistas con los que funcionamos socialmente y cómo afectan las cuestiones medioambientales específicamente a las mujeres. No se puede hacer ecología que sea de verdad justa y que busque un futuro mejor sin tener en cuenta la situación de las mujeres. 

«La mujer tiene un papel importante en la defensa del medio rural y del medioambiente»

La mujer rural tiene mucho que decir en todo esto...

En el ámbito rural, como en Extremadura, ha ocurrido que la mujer, además de esas tareas a las que se la ha asociado tradicionalmente de crianza y de cuidados, también han participado activamente en el ganado, el campo, los cultivos… Y, sin embargo, no ha tenido el reconocimiento que han tenido los varones en términos de valor social, ni en términos laborales y económicos. En un sentido también de posesión de tierras. Son mujeres que han trabajado a la par, exactamente igual que los hombres en las explotaciones agrícolas rurales, pero en el caso de ellas ese trabajo se ha considerado parte de sus tareas domésticas.

De ahí la existencia de las diferentes asociaciones de mujeres rurales...

Claro. Lo que ocurre es que desde un punto de vista ecofeminista incluso también la ganadería y el tipo de explotaciones que se promueven tampoco son sostenibles ecológicamente, depende del punto de vista que se tenga. Desde luego que la mujer tiene un papel importantísimo en la defensa del medio rural y del medioambiente en general, pero claro, las explotaciones ganaderas son también problemáticas para la sostenibilidad del paisaje. 

¿Es mayor el impacto en las mujeres?

Los daños en el medio ambiente, que nosotros mismos como seres humanos hemos provocado, nos afectan más a las mujeres. Tanto en la salud como en las condiciones de vida: imaginemos lugares en los que hay poco acceso al agua, las mujeres son las encargadas de buscar el agua. Si está muy lejos, tienen que caminar más y corren más riesgos de sufrir agresiones, por ejemplo.

¿Cómo se explica en la salud?

La doctora Carme Valls Llobet ha publicado varios libros en los que pone en conocimiento unos estudios que lleva realizando desde hace décadas sobre la diferencia de los efectos de los contaminantes del deterioro ambiental en nuestra salud, específicamente de las mujeres. Hay una característica de nuestro físico por la cual nuestro cuerpo acumula mayor cantidad de tóxicos y en la cantidad de tóxicos con los que convivimos hay disruptores hormonales. Dado que nuestro físico está muy sometido a cambios hormonales, nos afecta más. Concretamente, su libro ‘Medioambiente y salud’ analiza cómo los tóxicos de la industria y los transportes nos afectan más a la salud de las mujeres. Un ejemplo es el crecimiento del cáncer de mama en las sociedades occidentales, muchos estudios lo asocian a la exposición de toxinas a la que estamos sometidas.

Tiene sentido un ecologismo feminista, ¿hay más mujeres que hombres preocupadas por el medio ambiente?

 Otra de las conexiones entre feminismo y ecología, que le da sentido al ecofeminismo, es que un gran porcentaje de las personas que se dedican activamente a estos movimientos son mujeres. Muchas son jóvenes. Otro ejemplo: en el número creciente de personas vegetarianas, veganas, etcétera, la mayoría, entre un 70 y un 80%, son mujeres. 

«No se puede hacer una ecología justa sin tener en cuenta la situación de las mujeres»

Las diferentes explotaciones también tienen su impacto, ¿qué opinión le merece todo lo relacionado con la mina de litio, cuya empresa renunció a su explotación a cielo abierto?

Todo lo que sea contaminación genera unas partículas que terminan dañando nuestro organismo especialmente en las mujeres. Una mina así que vaya a destruir por completo una montaña muy cercana además a la ciudad de Cáceres desde un punto de vista medioambiental en general ya es nefasta por la cantidad de contaminantes que va a generar y la destrucción del paisaje y de los ecosistemas que viven en él. 

¿Por qué es importante el desarrollo de actividades como la Semana Europea de la Movilidad?

Es importante a nivel sensibilización y concienciación. Son necesarias todas las iniciativas que promuevan unos hábitos de vida respetuosos con el entorno y desde luego abandonar el coche todo lo posible, moverse andando, en bicicleta, etc. 

¿Conoce alguna iniciativa encaminada a la sostenibilidad donde el peso lo hayan llevado mujeres extremeñas?

En Badajoz tuvo bastante actividad el movimiento ‘Fridays For Future’, formado en su mayoría por chicas jóvenes. También ha habido cierta actividad de movimientos como madres por el clima… Lo que ocurre muchas veces es que la persona visible que da la cara ante los medios es un hombre, pero la realidad es que -tal como nos recuerda la filósofa ecofeminista Alicia Puleo - hay una mayoría de mujeres entre las personas que se preocupan por cuestiones ecológicas y animalistas. Además, es muy interesante la iniciativa de la plataforma ‘Stop Vientres de Alquiler’, fundada por la activista Ana Trejo Pulido, que es de Almendralejo.

¿Cómo se relaciona eso con el ecologismo?

Los vientres de alquiler son un ejemplo paradigmático de cómo esa explotación o dominación sobre la naturaleza se ha aplicado también al cuerpo de las mujeres. La práctica de los vientres de alquiler supone explotación reproductiva. Es decir, funciona con las mismas lógicas con la que funcionaría una mina de litio o cualquier otra industria de explotación de cualquier entorno natural.

Lleva 20 años dando clase, ¿ha notado más conciencia?

Sí que ha habido una concienciación creciente, pero aún debería ser mayor. La escuela debería tener un papel más activo en promover un pensamiento ecocrítico y una ciudadanía ecorresponsable.