En Extremadura hay talento y sobresalen nombres propios de mujeres que se dedican a jugar al fútbol. Bien sonados son los de Ana Franco, Carmen Menayo o Bea Parra. Todas tienen en común algo: no juegan en la región. Todas hicieron carrera dentro de Extremadura y se iniciaron en el lugar en que nacieron. Pero si querían ser ambiciosas, sabían que quizás poder dedicarse de forma plena al fútbol era demasiado pedir. Casi lo era en general, no ha sido hasta este año cuando el fútbol femenino ha adquirido el carácter de profesional en el país. Pero en otras regiones, quizás por tradición, las mujeres podían llegar un poco más lejos. Como en algunas zonas de Andalucía, Madrid, el País Vasco, Barcelona… Ganar en visibilidad y competir a buen nivel, son alicientes para que la selección llame a tu puerta y seguir progresando. «He vivido siempre un rechazo a la comunidad reflejado en historias de compañeras que iban a la selección española pero, por suerte, eso ya cambió y me alegra que en la actualidad Ana franco o Carmen Menayo hayan sido referentes extremeños en la selección», asegura Bea Parra desde México.

También es importante conocer el contexto del fútbol femenino, sea profesional o no, los salarios son mucho más modestos que en el nivel masculino y por ello, la mayoría de jugadoras buscan seguir estudiando o trabajando a la par que se mantienen como futbolistas de élite para que, en el momento en el que las piernas fallen, tengan un oficio. A diferencia de ellos, por regla general, ellas no se retiran del fútbol con la vida resuelta. «Aquí, en Sevilla imparten la carrera que quería hacer y, claro, también buscaba jugar al fútbol en un buen equipo», respondía Ana Franco a una pregunta del compañero José María Nolé para ‘Fútbol Portugués’ en octubre de 2018 sobre los motivos por los que dejó Extremadura. Bea Parra explica: «Me encantaría que todas esas niñas pudiesen crecer deportivamente cerca de sus casa, pero les diría lo mismo que le decía a mis jugadoras de Real Betis -cuando las entrenaba-, que estudien que no sueñen solo con ser futbolistas que marquen la diferencia como mujeres deportistas formadas para que cuando llegue el momento puedan elegir qué o quién quieren ser».

Bea Parra: «Siempre he vivido un rechazo a Extremadura reflejado en la selección española»

No es que no haya equipos extremeños para que las jóvenes se puedan iniciar e incluso consigan vivir en algún momento de ellos. Pero la situación es crítica. Los actuales casos del CD Badajoz y Santa Teresa no hacen más que evidenciarlos. Las iniciativas para reconocer el mérito de todas las extremeñas en el mundo del balompié están muy bien, pero no son suficientes. Bea Parra apunta que «el fútbol femenino depende actualmente del masculino» y trabaja por convertir esos equipos en unos «independientes dentro de la misma estructura, favorecer el fútbol femenino a nivel social, pero no ser un lastre económico». A ello, añade que muchos seguidores del fútbol femenino, lo siguen por una marca como la Real Sociedad o el Real Betis y que «la mayoría de los extremeños se sienten más identificados con otros equipos de España», por lo que habría que «intentar crear un sentimiento de pertenencia a un equipo extremeño».

«Actualmente hay nombres propios extremeños que están en la élite del fútbol femenino y es un orgullo que nos estén representando, pero en Extremadura teníamos equipos punteros y ahora ya no tenemos nada… es un poco triste», se lamenta Patricia Asensio, quien fuera guardameta del Badajoz y Santa Teresa entre otros. «He visto sufrir a excompañeras, he visto cómo han dejado de pagarles durante 6 meses… ¿Cómo puede convertirse así una jugadora en un referente a nivel nacional?», se pregunta Bea. Y agrega: «Al final si no tienes un buen proyecto deportivo la jugadora se va; y no te hablo de dinero, sino de proyectos y recursos».

El adiós del Badajoz

Eva López o Patricia Asensio son algunas de las grandes damnificadas. Las guardametas se vieron sin club de repente, junto con el resto de la plantilla, en un año en el que el Badajoz había firmado el ascenso a Segunda Federación –categoría de bronce-, tras un curso muy complicado en el que el club agonizaba deportiva y estructuralmente. Los escasos recursos económicos, eso dijeron, hicieron que el equipo no fuera inscrito en la categoría y el primer equipo femenino terminó disolviéndose. Cuerpo técnico y jugadoras… daños colaterales. Tuvieron que buscarse la vida en otros equipos y otras decidieron dejar el fútbol, cansadas de vivir en el todo por el nada eternamente. «Nosotras este año hemos sido el único equipo que le ha dado una alegría al Badajoz y al final hemos sido a las que han quitado del medio porque no les salía rentable», explica Asensio, quien ya ha colgado los guantes.  

Dentro del Badajoz, la mayor apuesta se realiza en el universo masculino, donde según apunta la exguardameta, algunos jugadores pueden alcanzar los 15.000 euros mensuales, mientras que la que más ganaba en el equipo sénior femenino con suerte ascendía a los 700 euros. «En total, al equipo completo, nos podían deber entre 30.000 y 40.000 euros, con el sueldo de un par de jugadores de las fichas más altas a nosotras se nos pagaba al completo». El club tenía deudas, «pero la mayoría de los jugadores han cobrado mientras que nosotras seguimos de abogados para que podamos recibir lo que se nos debe», asegura Asensio. La situación era más insostenible para las futbolistas que venían de fuera: «Imagínate que vienes de fuera, ganas 700 euros y tienes que pagar un piso, facturas, etcétera», apunta la exguardameta. Afortunadamente, el equipo masculino se mostró solidario: «Ellos dijeron que o cobraban todos, refiriéndose a nosotras, o no cobraba ninguno, la plantilla del año pasado capitaneada por Núñez, Gorka, Limones y Pardo, han tenido al femenino muy presente», dice Asensio. Y es gracias a eso, que las jugadoras han sido más escuchadas: «La AFE nos lo dijo, una de las suertes que tenemos es que el masculino está con nosotras, es triste pero es la realidad». 

Eva consiguió ser fichada por el Cacereño Femenino, referente actual en el fútbol femenino regional, ahora como único representante en Primera Federación Femenina) y este la cedió al Extremadura, donde se encuentra esta temporada. Sobre las sensaciones que experimentó cuando se vio obligada a dejar el Badajoz dice: «Después de haber conseguido el ascenso nos sentimos muy felices, pero luego cuando te dicen que no puedes jugar en el club de tu infancia de toda la vida, es muy triste». Además, lo peor «fueron las formas». Y se explica: «No nos reconocieron absolutamente nada por parte del club». Pudo fichar por el equipo de Cáceres, donde ha jugado a fútbol playa este verano y luego le ofrecieron la posibilidad de ser cedida al Extremadura. «Por temas de estudio, prefería no irme fuera y cogí la oportunidad en cuanto me la ofrecieron».

Un Santa Teresa agonizante

En el caso del Santa Teresa ha sucedido algo similar: «Era el equipo puntero de la región y se lo han terminado de cargar», se lamenta Asensio. Teniendo en cuenta que en 2021 estaba en Primera División, la caída es mucho más dolorosa. La falta de comunicación entre la directiva y las jugadoras y cuerpo técnico hizo que estas se enteraran exclusivamente a través de redes sociales de la dimisión como presidente de Manuel J. Guerra y que lo sustituiría Mario Acedo Fernández. Así lo denunciaron en redes sociales, donde además hicieron pública la situación de ahogo en que se encontraban debido a los retrasos e impagos del club. «Tienes a jugadoras a tu responsabilidad, aunque la plantilla no esté completa, lo mínimo es una comunicación», apunta Asensio. El club, sin embargo, sí trabajó en fichajes de un nuevo entrenador –Rubén Gallego- y de otras jugadoras – Alba Merino, Raquel Pinel, María Macías, Abi Quiroz y Carla Sánchez-. Tanto en el filial como en el primer equipo, según adelantó MARCA, las plantillas estaban cubiertas. Los impagos ascendieron a 25.000 euros y se encontraban en problemas para tramitar las fichas de las jugadoras extranjeras.  

Patricia Asensio: «El Santa Teresa era el equipo puntero de la región y se lo han terminado de cargar»

Con suerte, el primer equipo logró estar en la categoría de bronce del fútbol femenino español (la 2ªRFEF), pero la incomparecencia en las dos primeras jornadas ha hecho que sea expulsado de la competición. Tampoco se presentó en la eliminatoria ante el Elche de Copa de la Reina. Según dijo el club, las fichas de las extranjeras del primer equipo no han podido tramitarse y el equipo no puede competir. Para la exguardameta Patricia Asensio «hay jugadoras del año pasado a las que aún no les habían pagado o le debían alguna nómina, partiendo de esa base no puede traer un entrenador y jugadoras nuevas». Y se explica: «Si no se soluciona una cosa, a largo plazo va a volver a suceder, no se ha podido llegar porque no tenían hecha ni la plantilla entera».

En el caso del filial, sí se ha conseguido llegar. Se convierte así en el grupo que permite que no desaparezca el club. Y en el segundo equipo la situación también está marcada por la incertidumbre. Como apunta Eva López, casi todas las jugadoras son extremeñas y aún desconocen «cómo se van a pagar viajes, hoteles, etcétera» y son «los padres» de las mismas quienes «se están haciendo cargo de la situación económica». El caso es, cuanto menos, esperpéntico: «Las están engañando con la idea de un proyecto muy ambicioso y de buenas a primeras se echan para atrás, hay muchas jugadoras que se han matriculado para estudiar en Badajoz porque iban a jugar aquí y ahora se tienen que quedar sí o sí».

«A ellos les da igual porque bueno vale, seguimos con el filial, las jugadoras que han estado aquí viendo que no iban a ningún lado y que no tenían equipo, ahora realmente no lo tienen y qué hacen», se pregunta Asensio. El recién llegado entrenador Rubén Gallego explica: «Estamos en una situación poco entendible, deberíamos estar trabajando y estamos dados de alta con contrato y sin trabajar ni saber qué será de nosotros y ellas sin jugar y sin saber cuándo lo harán». Tampoco es nada sencillo que consigan cambiar de club con un contrato de por medio, por lo que no podrán jugar en ningún otro equipo «si no se resuelve previamente su contrato».

Eva López durante un partido con el Santa Teresa. CEDIDA

Salir de la zona de confort

Algunos de los espejos en los que las nuevas generaciones de niñas se pueden mirar en el universo del fútbol femenino nacieron en Extremadura, pero terminaron saliendo de su lugar de origen para hacer carrera en otras regiones o incluso países. 

Bea Parra (Badajoz, 1987) comenzó su trayectoria futbolística en el Corderex Mérida y luego marchó a un club del que tiene origen el actual Badajoz: la Sociedad Polideportiva Comarca Los Llanos de Olivenza –se fusionaron durante un tiempo bajo la denominación Badajoz Olivenza-. Ahí se mantuvo por tres temporadas hasta que marchó a la capital de Andalucía para vestir la elástica del Sevilla FC y, después, se puso la camiseta del Betis Féminas. Siete temporadas vivió en el conjunto verdiblanco, convirtiéndose en uno de los baluartes del mismo (incluso como entrenadora de las categorías inferiores). Para la 2021/2022 decidió dar un giro de 180º y se fue a México, a jugar para el Atlético San Luis. Hizo historia al convertirse en la primera futbolista española en marcar un gol en la élite del fútbol femenino mexicano y, al terminar la temporada, fue la máxima goleadora del equipo con un total de 20 dianas. 

Carmen Menayo (Puebla de la Calzada, 1998) aterrizó en el Atlético de Madrid en el verano de 2016, procedente de un Santa Teresa que la hizo debutar en la por entonces llamada Primera Iberdrola. Dentro del conjunto madrileño, fue ganando peso y convirtiéndose en una de las grandes bazas del equipo. Así, llegó a levantar con el club colchonero tres ligas y una Supercopa de España. También ganó protagonismo en las categorías inferiores de la selección española y en 2018 recibió la llamada de la absoluta

Ana Franco (Cáceres, 1999) se ha ido abriendo paso en el Sevilla FC hasta convertirse, en la actualidad, en uno de los pilares del equipo. Comenzó de forma más tardía de lo habitual (con 8 o 9 años) jugando con niños hasta los 15 años. Luego se marchó durante tres temporadas al Cacereño Femenino (de la 2014 a la 2017), para después abandonar el nido e irse a Sevilla. La atacante llegó a la entidad nervionense con ficha de filial en la temporada 2017/2018 y no tardó demasiado en debutar con el primer equipo. Su trayectoria internacional con los escalafones inferiores de la selección española y su juventud la convierten en una futbolista de gran proyección.

Apostar por la cantera

El fútbol femenino en Extremadura no termina de arrancar y las nuevas generaciones que sueñan con algún día llegar a la élite miran con incertidumbre el panorama. «Las niñas pequeñas que siempre han estado con la ilusión de jugar con las mayores o verlas jugar, ya no pueden», explica Patri Asensio. Así, muchas pueden optar por no seguir con el fútbol, hacerlo en forma de hobby o marcharse fuera siguiendo el ejemplo de quienes sí han logrado despuntar. 

Para Eva López, sería necesaria una mejor «gestión» del club en cuestión. «Si un club como el Cacereño prepara a sus jugadoras desde cero, en la cantera, hasta llegar al primer equipo y con ellas llegan a la categoría en que están -1ª RFEF- siendo la base casi entera extremeña, ese equipo va a despuntar», asegura. Pone en contraposición lo sucedido con el Santa Teresa, como expone desde su propia experiencia: «Nada más se ha fichado a jugadoras de fuera, no se ha contado con ninguna extremeña del filial para jugar en el primer equipo y al final se han buscado la vida en otros clubes en los que se tuviese una oportunidad». Apostar por jugadoras de la tierra repercute en lo económico, «no te gastas tanto dinero fuera». Pero, además, «apostar por la cantera» y contar con jugadoras autóctonas atrae más afición. Y la afición trae consigo un mayor «apoyo, dinero o visibilidad». En la misma línea, Bea Parra considera que «hace falta un buen proyecto deportivo». Y agrega: «Una correcta implicación de las instituciones y, por supuesto, una buena cantera o cómo se llama aquí en México, que me encanta, unas buenas ‘fuerzas básicas’».

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