El plomo de las balas pesaba ayer sobre la revuelta contra el presidente venezolano, Hugo Chávez, mientras el cortejo fúnebre de los dos jóvenes chavistas muertos en "la gran batalla" recorrió Caracas con gritos de "¡Justicia popular!". Una mujer murió de madrugada por un balazo en el tiroteo registrado en la funeraria, y los Reyes Magos no podían llegar aquí a otro lugar más que a un parque llamado El Calvario. "La oposición busca un baño de sangre para Venezuela", denunció el vicepresidente, José Vicente Rangel.

El gatillo fácil de los malandros o delincuentes venezolanos se metió en la política y ni los muertos se libraron de los tiros y las bombas de gases lacrimógenos. Al frente del cortejo, Rangel acusó a la opositora y polémica policía metropolitana de "factor criminal" que atacó la funeraria Vallés, y la policía afirmó que fue uno de los deudos el que salió a la calle disparando como loco su pistola e hirió a dos agentes.

"No se puede tolerar tanto sicariato mediático", señaló Antonio Monasterio, uno de los chavistas que acompañó el cortejo fúnebre convertido en manifestación. "La que mató a mi hijo no fue una bala loca o perdida, sino de las que disparaban los francotiradores desde los edificios altos", afirmó Luis Gómez, que el viernes acompañaba a Oscar y lo vio caer a su lado con el cuello atravesado.

La Coordinadora Democrática no tuvo empacho en decretar tres días de "luto activo" por los muertos y ayer se retiró a orar. "No importa el lado de la barricada en el que se encontraban", dijo su secretario, Jesús Torrealba. "El Gobierno está dispuesto a escalar la violencia; no nos queda otra opción sino escalar también nuestras acciones", aseguró Agustín Berrios, para anunciar que la oposición prepara "la gran toma de Caracas con presencia permanente en las calles, como hicieron los polacos".

LA INDIGNACION

"El luto se lleva en el corazón, no se manifiesta en forma activa como lo están haciendo ver", replicó por televisión el indignado pero sereno ministro del Interior y Justicia, Diosdado Cabello. Los partes de guerra de la dirección opositora le recordaron a Cabello a "los secuestradores de aviones que negocian matando a alguien cada 10 minutos"; y los muertos del viernes, "el libreto del 11 de abril", cuando 19 personas perdieron la vida para facilitar un efímero golpe de Estado contra Chávez.

El ministro llamó a "la paz, la concordia y la tranquilidad", pero advirtió del hartazgo del "pueblo que el 11 de abril bajó de los cerros a defender su democracia" y restituyó al presidente con la aquiescencia de los mandos militares fieles a la revolución. También el vicepresidente afirmó: "Aquí hay pueblo suficiente para aplastar a los fascistas terroristas". De momento, los chavistas anunciaron también su "toma de Caracas" para el próximo día 23, aniversario de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez.