Era una tranquila tarde de abril como otra. Dos jóvenes de 21 y 24 años de edad paseaban por el acomodado barrio berlinés de Prenzlauer Berg cuando un chico se les abalanzó y empezó a golpearles con un cinturón. Su aparente crimen: llevar puesta la kipá, la tradicional prenda del judaísmo. Los gritos de «judío» del agresor, registrados en el teléfono móvil de una de las víctimas, evidenció que se trataba de un nuevo caso de antisemitismo en Alemania.

Las imágenes del ataque dieron la vuelta al país y permitieron exponer la denuncia, pero en la mayoría de casos las víctimas no tienen tanta suerte. La violencia antisemita vive un nuevo y preocupante repunte en Alemania. Así, en el 2018 la policía registró hasta 1.646 crímenes de carácter político y religioso contra judíos, un aumento de más del 10% en comparación con el año anterior, cuando se contaron 1.504 ataques.

Cuando se computan los casos violentos las cifras caen, registrando 62 agresiones. Sin embargo, aquí el aumento de estos delitos de odio es incluso más pronunciado. En el 2017 la policía registró 37 casos, lo que señala un incremento de más del 60%. Una vez más, las cifras han sido reveladas por el Gobierno federal de la cancillera, Angela Merkel, a petición del grupo parlamentario de la izquierda (Die Linke). Aunque hay hasta 857 sospechosos tan solo 19 personas han sido detenidas.

TENDENCIA ALARMANTE/ Casi 81 años después de dar rienda suelta a la mayor campaña de persecución y exterminio de los judíos de la historia contemporánea, Alemania observa estupefacta cómo el antisemitismo aumenta y se consolida en una tendencia alarmante. Así, en el 2016 los casos de violencia contra esta comunidad se dispararon un 7,5%, en el 2017 un 2,5% y el año pasado más de un 10%, una cifra que según el Gobierno podría aumentar debido a que se mantiene el recuento de ataques con las autoridades de los estados federados. Desde hace años, Alemania vive acostumbrada a que los centros judíos estén vigilados día y noche por agentes de policía.

A pesar de cargar sobre sus hombros el pesado trasfondo histórico del Holocausto, Alemania ve cómo el repunte de la violencia antisemita coincide con la normalización de la extrema derecha en el Bundestag, el Parlamento federal. Aunque la formación ultranacionalista Alternativa para Alemania (AfD) ha optado por maquillar su cara más radical y canalizar la culpabilización de los problemas a otra comunidad religiosa -los musulmanes- lo cierto es que entre sus filas aún operan antiguos miembros de grupos neonazis.

La tensa relación entre el judaísmo y AfD es más que palpable. El pasado octubre hasta 17 organizaciones judías de Alemania criticaron que el partido sea «hogar para el odio, la negación y la relativización del Holocausto» en una carta que respondía a la iniciativa de la extrema derecha de crear un grupo para trabajar junto a esta comunidad religiosa. En febrero, los diputados de AfD en Baviera abandonaron la Cámara en un homenaje a las víctimas del nazismo después que la presidenta de la comunidad israelí criticase su «política de discriminación».

No sin relación, incluso los líderes del partido antiinmigración han mantenido un tono al menos controvertido en relación con los crímenes nazis. Para muchos, el copresidente de AfD, Alexander Gauland, minimizó este oscuro periodo al asegurar que «Hitler y los nazis son solo una cagada de pájaro» que no debe empañar los «más de mil años de exitosa Historia de Alemania». Al otro lado de la frontera occidental el antisemitismo es también una tendencia preocupante. En 2018 Francia vivió casos como ver restaurantes marcados con la palabra judío o una imagen de la superviviente de Auschwitz Simone Veil manchada con una esvástica. «Esta situación ya la hemos vivido», recordó su hijo, Jean. Aunque pudieran parecer casos aislados, el año pasado Francia vio cómo el «veneno» antisemita -según los términos utilizados por el ministro del Interior, Christophe Castaner- se ha ido esparciendo peligrosamente por su territorio. Así, la policía registró hasta 541 agresiones de índole antisemita, un espectacular aumento del 74% en comparación con el 2017.

«Hay un clima en el que la desinhibición del odio se hace cada vez más evidente», ha lamentado Joël Mergui, presidente del Consistorio Judío Francés. Según un estudio de la Agencia por los Derechos Fundamentales de la Unión Europea hasta un 95% de los judíos franceses creen que el antisemitismo en su país es un problema mayúsculo, mientras que nueve de cada diez aseguran haber recibido expresiones de hostilidad en las calles.

Aun así, la tendencia general de crímenes de odio tiende a retroceder. Las cifras de agresiones antisemitas caen en comparación con los 808 casos registrados en el 2015 mientras que los niveles de violencia contra la comunidad musulmana son los más bajos desde el 2010 y los casos de ataques racistas y xenófobos cayeron un 4,2%.

La creciente ola de populismo ultraconservador que recorre Europa también ha llevado consigo un aumento del antisemitismo. Aunque muchas de esas formaciones como el Partido por la Libertad (PVV) holandés de Geert Wilders o el Partido Popular Austríaco (ÖVP) del canciller Sebastian Kurz han abrazado la derecha sionista, otras no han conseguido maquillar tan bien ese rostro. Así, con mayor o menor presencia en los parlamentos, el antisemitismo también crece en las calles.

Según el último Eurobarómetro, un tercio de los europeos dice que los sentimientos antisemitas tienen cada vez más fuerza en su país, una cifra que se dispara al 90% de media al preguntar a los miembros de la comunidad judía. Los informes de la UE señalan que casi un tercio de los judíos europeos evita asistir a actos de su comunidad al no sentirse seguros, una preocupación que se acentúa en Alemania y Francia, las dos potencias continentales. Un 44% de los judíos de estos países se plantea emigrar.