Y sucedió lo que se temía. Las fuerzas del Gobierno de Unidad Nacional (GNA), lideradas por Fayez al -Sarraj, reconocido como el Gobierno legítimo de Libia por las Naciones Undias, ha lanzado una contra-ofensiva para ralentizar el avance de las tropas rebeldes del mariscal Jalifa Hafter hacia Trípoli, la capital, que esta mañana han dado un salto cualitativo al lanzar un primer ataque aéreo sobre la ciudad.

Los enfrentamientos entre los dos centros de poder en Libia han continuado hoy en el sur de la capital, en la localidad de Wadi Rabi, y a lo largo del perímetro del aeropuerto internacional de Trípoli que desde los combates del 2014 se encuentra inutilizado. Ante la escalada de violencia, la misión de las Naciones Unidas en Libia (USMIL) ha pedido una tregua. El balance de víctimas provisional es de 21 muertos y 27 heridos, según el Ministerio de Salud del Gobierno de Unidad Nacional.

El alto el fuego ha durado solo dos horas, de las cuatro a la seis de la tarde, lo que ha permitido la urgente evacuación de las víctimas y de los civiles libios nuevamente aterrorizados por el mismo soniquete de guerra que les acompaña desde hace ocho años. Sólo que, entonces, el conflicto surgió desde el unánime deseo popular de transitar hacia un régimen democrático que hiciera desaparecer el sistema de la «jamahiriya» creado por el difunto dictador Muammar El Gadafi. El nuevo estallido de violencia enfrenta a antiguas y nuevas élites políticas asentadas igualmente sobre un fuerte sustrato tribal y que son incapaces de ponerse de acuerdo sobre el reparto del poder político y económico.

El proceso de diálogo entre las fuerzas rivales lleva abierto desde la firma en el 2015 en Skhirat (Marruecos), donde se alcanzó un acuerdo político que el mariscal Hafter siempre rechazó.