Todo son malas noticias para la socialdemocracia alemana. Este martes la líder provisional del Partido Socialdemócrata (SPD), Manuela Schwesig, ha anunciado su dimisión del cargo para hacer frente a un reto mayor: un cáncer de mama.

De esta manera, la también primera ministra del estado de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, al noreste de Alemania, da un paso atrás en su prominente carrera política para concentrarse en su salud. La buena noticia es que este cáncer es curable. Sin embargo, se necesita tratamiento médico, ha explicado en una rueda de prensa.

Aunque renuncia a su cargo temporal en la ejecutiva federal, Schwesig, de 45 años, seguirá como primera ministra y se mantendrá como presidenta del SPD en ese land. No obstante, hacer frente al cáncer le impedirá asistir a todas las citas públicas que se presuponen en una autoridad política de su nivel.

CARRERA FULGURANTE

No es la primera vez que esta enfermedad golpea al partido y al gobierno de Mecklemburgo-Pomerania Occidental. La misma Schwesig se convirtió en primera ministra del Estado en verano del 2017 al reemplazar a su predecesor, Erwin Sellering, quien dimitió para tratarse de otro cáncer.

Más allá de este bache, la trayectoria política de Schwesig ha ido a toda marcha. Formada como concejal de la ciudad de Schwerin, en el 2008 se convirtió con tan solo 34 años en ministra social del land. Cinco años más tarde su partido la eligió para ser la nueva ministra federal de Familia en el tercer gobierno de la cancillera Angela Merkel.

Pese a regresar a su Estado, Schwesig no abandonó la política nacional. Así, a principios de este año asumió la presidencia del comité de mediación del Bundestag, el Parlamento federal, y el Bundesrat, el Senado. La debacle sin fin del SPD también le abrió la puerta a la primera línea y en junio asumió la presidencia temporal del partido en un triunvirato junto a Malu Dreyer y Thorsten Schäfer-Gümbel.

Con su paso atrás y la jubilación política del segundo, Dreyer asumirá el liderazgo en octubre a la espera del Congreso federal de diciembre en el que se votará la nueva junta directiva. Salga quien salga de ahí deberá remar frente a una crisis perpetua que ha estancado a la formación socialdemócrata más antigua de Europa en un raquítico 15% en intención de voto.