Pocas horas después de que más de un millón de personas reclamaran un Chile más igualitario, el presidente Sebastián Piñera decidió renovar por completo su Gabinete. «He pedido a todos los ministros poner su cargos a disposición para poder enfrentar estas nuevas demandas y hacernos cargo de los nuevos tiempos», dijo. También dejó abierta la posibilidad de levantar las medidas de restricción adoptadas desde que comenzó el estallido social, que acumula 20 muertos.

Piñera sintió de muy cerca los gritos que tronaron en las calles de Santiago la tarde de viernes. La distancia geográfica entre «La marcha más grande de Chile», como la han bautizado, y el Palacio de la Moneda se puede transitar a pie.

En la misma sede del Ejecutivo, y con los ecos de las consignas lanzadas por las multitudes, Piñera se reunió ayer con su primera línea de funcionarios para anunciarles que el Gobierno de derechas se propone «crear una metodología que nos permita escuchar a los chilenos para «dar satisfacción a una demanda inmensa». Cuando comenzó el estallido social con un rechazo al aumento del precio del billete del metro, el mandatario consideró que en Chile se había desatado una «guerra». Su lenguaje bélico tuvo un alto coste político negativo y debió desandar sus pasos retóricos. «La marcha de ayer, multitudinaria, pacífica, alegre, fue un fuerte mensaje de una inmensa mayoría de chilenos que pide un Chile más justo y solidario. Yo creo que todos escuchamos ese mensaje y todos hemos cambiado», argumentó. El magnate tuvo durante su primer Gobierno (2010-14) serios problemas con el movimiento estudiantil. Pero no parecía estar en el horizonte del mandatario una protesta masiva semejante que excedió rápidamente la subida del billete de transporte para cuestionar las bases del modelo económico neoliberal. Es dueño de una de las mayores fortunas de su país, con un capital de 2700 millones de dólares en 2017.