La reforma de las pensiones que prepara el Gobierno francés sacó ayer a cientos de miles de personas a las calles de todo el país para exigir la retirada del proyecto. Abogados, personal sanitario, trabajadores del ferrocarril, de la red de transportes parisinos, bomberos, profesores, estudiantes o jubilados desfilaron en las más de 250 manifestaciones convocadas por los sindicatos para presionar al Ejecutivo. El Ministerio del Interior contabilizó 806.000 manifestantes, cifra que el sindicato CGT eleva a 1,5 millones. En París la comitiva se fisuró a la altura de la Plaza de la República, donde estallaron los primeros enfrentamientos entre radicales encapuchados y agentes del orden, que habían bloqueado totalmente los accesos a la plaza y emplearon gases lacrimógenos.

Los cristales de varios escaparates saltaron en pedazos, un contenedor de obra terminó volcado y ardiendo. Luego volvió la calma, aunque los episodios violentos protagonizados por grupos de ultras -unos 700 según Interior- se reprodujeron al término de la manifestación en la plaza de la Nación. El Gobierno cifró en 65.000 los manifestantes en la capital, 250.000 según los sindicatos. En ciudades como Nantes, Lille, Rouen, Grenoble, Brest, Estrasburgo, Bayona o Caen también se registró una alta participación. Ante el temor de que se produjeran altercados, la prefectura había desplegado en París 6.000 efectivos y prohibido las manifestaciones en los Campos Elíseos y en los aledaños del Elíseo, la Asamblea Nacional y la catedral de Notre Dame. La policía hizo casi 11.500 controles preventivos y detuvo a 90 personas. A pesar de los incidentes, el primer ministro, Edouard Philippe, rindió homenaje a los sindicatos por la organización de los actos.

Como en la Edad Media

Sébastien, un bombero de 47 años, decía que se manifestaba por sus hijos y por «el futuro del país». «Tenemos la impresión de que vivimos en la Edad Media, de que están los ricos por un lado y los pobres por otro. Cada vez hay que trabajar más y aun así la gente no vive. No vivimos, sobrevivimos. El Gobierno tiene que darse cuenta de que Francia tiene un problema», decía en la marcha parisina. Jean Michel, profesor jubilado de 74 años, auguraba que el proyecto del Gobierno será una «absoluta catástrofe».

«El objetivo es bajar todas las pensiones, aunque no lo dicen. Es una reforma que afectará a todo el mundo, sobre todo a los jóvenes, y por eso estoy aquí», subrayaba. Ludovic, de 48 años, es profesor de Ciencias en la banlieue parisina. Su colectivo es uno de los más afectados por el nuevo sistema de pensiones y según los cálculos sindicales su jubilación será de entre 800 y 1.000 euros mensuales inferior a la actual. «Nuestra profesión siempre ha sido el chivo expiatorio de la austeridad», se lamentaba.

Contrato social

Entre las reacciones políticas, el líder de la Francia Insumisa, Jean Luc Mélenchon, que se manifestó en Marsella, se mostró optimista por «el gran pulso que acaba de comenzar» y pidió a los franceses volver a las calles masivamente mañana. La veterana socialista y alcaldesa de Lille, Martine Aubry, se preguntó si el Gobierno pretende agravar aun más las desigualdades y denunció «las reformas que rompen el contrato social».