La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, volvió a llamar la atención este martes sobre la cruenta guerra que pervive en Siria desde el año 2011 y urgió a las partes a facilitar la apertura de "corredores humanitarios" para permitir a la población civil escapar con seguridad de las zonas en conflicto y que las organizaciones humanitarias puedan repartir la ayuda.

Según Naciones Unidas, al menos 298 civiles han muerto desde el pasado 1 de enero en las regiones de Idleb y Alepo, donde las fuerzas de Bashar al Asad intentan conquistar el último bastión opositor. De hecho, el 93% de estas víctimas corresponderían a acciones perpetradas por el Gobierno sirio, que cuenta con el apoyo de Moscú.

Como consecuencia de estos ataques, más de 900.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares, de las cuales el 80% son mujeres o niños. En palabras de la ONU, se trata de la mayor crisis de desplazados desde que estalló la guerra en marzo del 2011.

PARTE DE SU VIDA DIARIA

"Familias enteras, algunas de las cuales han cruzado siria de una punta a otra en la última década, se encuentran de forma trágica con que las bombas son parte de su vida diaria", lamentó Bachelet en un comunicado en el que se preguntó "cómo alguien puede justificar este tipo de ataques indiscriminados e inhumanos" contra la población civil.

Naciones Unidas ha podido confirmar que al menos 10 instalaciones médicas y 19 centros educativos han resultado afectados por los choques entre las diferentes facciones en conflicto. Además, los bombardeos han alcanzado los campos improvisados para los desplazados internos, lo que reduce la posibilidad de encontrar un lugar seguro.

"Están traumatizados y obligados a dormir al aire libre con temperaturas gélidas porque los campamentos están llenos. Las madres queman plástico para mantener calientes a los niños. Los bebés y los niños pequeños mueren a causa del frío", explicó el subsecretario general de la ONU para la coordinación de Asuntos Humanitarios, Mark Lowcock.

Save the Children y Unicef también alzaron este martes la voz para advertir de que las bajas temperaturas en el noroeste de Siria y la ofensiva en curso han provocado la muerte de una treintena de menores desde el comienzo del 2020. Según estas entidades, los desplazados sufren el frío sin un techo y sin ropa de abrigo, y los que consiguen una tienda y un calefactor se arriesgan a morir asfixiados o calcinados.