Alemania se despertó ayer nuevamente con los fantasmas de la violencia xenófoba. Un hombre armado asesinó la noche del miércoles a nueve personas en la ciudad de Hanau, en el estado federado de Hesse, el oeste del país. También dejó seis heridos, uno de ellos grave. Todas las víctimas tenían raíces migratorias; entre ellas había kurdos y cinco ciudadanos turcos.

El presunto asesino -un hombre de nacionalidad alemana de 43 años y cuya identidad responde al nombre de Tobias R.- apareció muerto junto al cadáver de su madre. Fuerzas especiales de la policía encontraron los cuerpos en una vivienda de Hanau cuando buscaban al tirador. Todo apunta a que la causa de la fallecimiento del presunto asesino fue el suicidio.

Según la versión del ministro de Interior de Hesse, el democristiano Peter Beuth, el atacante entró en dos bares de shisha -las pipas de agua tradicionales en Turquía y países del mundo árabe- y abrió fuego contra clientes y trabajadores. Los establecimientos están situados en diferentes puntos de la localidad: el agresor se desplazó en su coche, por lo que es evidente que tenía un plan. «Este es un atentado contra nuestra sociedad libre y pacífica», dijo Beuth.

A falta de una confirmación oficial sobre los motivos exactos de la masacre, tanto la policía como las autoridades locales parten de la base de que su trasfondo es xenófobo. La Fiscalía General Federal asumió las investigaciones ante los indicios de que es un acto terrorista.

SIN ANTECEDENTES / «Hay graves indicios de que el acto responde a un trasfondo racista. Ello se despredente de los documentos y videos de Tobias R. analizados», informó ayer la fiscalía alemana, que confirmó además que hasta el momento no ha encontrado ningún tipo de antecedentes ni investigaciones sobre Tobias R., que contaba con una licencia de armas.

La policía confirmó que el atacante publicó en enero en su web varios documentos de corte supremacista. En uno de ellos, titulado Mensaje a todo el pueblo alemán, Tobias R. advierte de que ya no viviría en el momento en el que el documento fuera público.

El 14 de febrero, subió a su canal de Youtube un vídeo en el que difunde en inglés teorías conspirativas sobre bases militares subterráneas, alerta del consumo de medios de comunicación tradicionales y anima a la audiencia a luchar. El vídeo estuvo online hasta horas después de que se consumaran los atentados. Fue eliminado por Youtube a las diez de la mañana de ayer, cuando ya había sido reproducido y comentado por más de mil personas.

Las autoridades alemanas investigan si el agresor era un lobo solitario o contó con cómplices. La cascada de reacciones y condenas no se hizo esperar ante este nuevo ataque xenófobo, el tercero en menos de un año en Alemania. El verano pasado, el alcalde democristiano de Kassel, Walter Lübcke, fue asesinado a tiros en su casa y el principal sospechoso es un neonazi; y en noviembre, un hombre armado atacó un sinagoga en la ciudad de Halle y mató a dos personas.

«El racismo es veneno, el odio es veneno. Y este veneno existe en nuestra sociedad», dijo Merkel en un mensaje que fue difundido en las redes sociales del Gobierno federal. «Este veneno es el culpable de demasiados crímenes. Desde los de la NSU hasta el asesinato de Walter Lübcke», añadió Merkel. La cancillera aludía así a los ataques de corte racista más recientes, pero también a la última célula terrorista neonazi conocida en Alemania: la NSU (Clandestinidad Nacionalsocialista) actuó casi durante una década. La policía y los servicios secretos fueron incapaces durante todo ese tiempo de encontrar pistas.

La nueva oleada de ataques xenófobos llega precedida por la presencia desde el 2017 del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) como tercera fuerza del Bundestag (parlamemento).