Una matanza el martes en tres spas de la zona metropolitana de Atlanta, en Georgia, dejó ocho muertos, incluyendo siete mujeres, seis de ellas asiáticas. La masacre, por la que el mismo martes fue detenido e interrogado el joven blanco de 21 años Robert Aaron Long, que confesó su autoría, hizo saltar inmediatamente las alarmas en Estados Unidos, donde desde que empezó la pandemia de coronavirus el año pasado se ha vivido un aumento del 150% de instancias reportadas de ataques de odio, acoso e insultos a miembros de la comunidad asiático-estadounidense, con al menos 3.800 casos registrados desde marzo de 2020 hasta febrero por el grupo Stop AAPI Hate.

Este miércoles, las autoridades han explicado que Long ha negado motivos raciales o políticos en sus acciones y las ha atribuido a problemas potenciales de “adicción al sexo”, según ha declarado el capitán Jay Baker de la oficina del sheriff del condado de Cherokee, donde murieron por los disparos dos de las mujeres asiáticas y un hombre y una mujer blancos. Baker también ha subrayado que Long pudo haber visitado con anterioridad ese u otros de los dos salones de masajes donde atacó con un pistola comprada recientemente. Ha explicado, asimismo, que Long ha dicho que los veía como “una tentación para él que quería eliminar”.

"Un problema en todo el país"

En esa misma rueda de prensa el jefe de la policía de Atlanta, Rodney Bryant, ha advertido en cualquier caso de que la investigación aún está en una fase demasiado temprana para descartar la motivación racial y también se ha pronunciado la alcaldesa de la ciudad, Keisha Lance Bottoms. “Fuera cual fuera la motivación de este tipo, sabemos que la mayoría de víctimas eran asiáticas”, ha subrayado la primera edil. “También sabemos que este es un problema que está pasando en todo el país. Es inaceptable, es detestable y tiene que acabar”.

Bottoms ha informado de que Long, que fue detenido en parte gracias a la colaboración de sus padres, se dirigía a Florida, según han explicado las autoridades con el objetivo de atacar salones similares o un enclave vinculado a la industria del porno. Y la alcaldesa ha urgido también con contundencia a evitar la dinámica de “acusar o avergonzar a las víctimas”, recordando que los tres salones eran “negocios que funcionaban legalmente”.

Biden, Harris y Obama

El FBI se ha sumado a la investigación y tanto su director, Christopher Wray, como el nuevo fiscal general, Merrick Garland, mantenían este miércoles una llamada con el presidente Joe Biden, que ya recibió información el martes por la noche. La vicepresidenta Kamala Harris, por su parte, ha definido lo ocurrido de “tragedia”, la ha enmarcado en “un problema mayor en el país que es la violencia” y ha recordado que no se debe tolerar “ninguna forma de odio”.

En Twitter el expresidente Barack Obama ha vinculado la matanza de Atlanta con “la desatención a la epidemia más duradera (que la del coronavirus) de la violencia de armas de fuego en América” y ha asegurado que, aunque aún no estén claros los motivos, “la identidad de las víctimas subraya un alarmante aumento de violencia anti-asiática que debe acabar”.

Foco en la iglesia cristiana

La detención de Long también ha vuelto el foco hacia la iglesia baptista del sur de la que era miembro. La denominación cristiana lleva unos meses envuelta en un fiero debate sobre raza y uno de sus líderes ha emitido un comunicado recordando que “los cristianos deben liderar el camino al rehusar escuchar y ampliar las voces de quienes incitan odio hacia las poblaciones minoritarias”.