Un devastador incendio ha dejado al menos 15 muertos, 400 desaparecidos y ha forzado la evacuación de decenas de miles de refugiados de la etnia musulmana rohingya de los campos de Cox's Bazar, en el sudeste de Bangladesh. La tragedia subraya las miserables condiciones de vida que padecen el millón de rohingyas en el elefantiásico conglomerado chabolista, con 34 campos y más de 3.000 hectáreas, desde que cuatro años atrás huyeran de la vecina Birmania.

La cifra de muertos es aún confusa. La policía ha confirmado dos pero responsables de la ONU ha elevado la cifra a 15, entre los que habría al menos dos niños. No es descartable que la factura aumente en cuanto se levanten los escombros. El fuego se inició el lunes y no pudo ser controlado hasta una decena de horas después por los bomberos y voluntarios cuando ya se había extendido por tres campos. Las causas se desconocen pero la policía ya ha aclarado que el fuego se extendió rápidamente con la explosión de los cilindros de gas que los refugiados utilizan para cocinar. Un millar de barracas fueron engullidas por el incendio y más de 50.000 refugiados escaparon a la carrera, según los primeros recuentos oficiales. Los testigos sostienen que algunas de las muertes se habrían evitado sin las vallas con alambres de espino que cortaron la huida de los pobladores. Las organizaciones de derechos humanos han insistido este martes en la urgencia de retirarlas.

Tercer incendio en cuatro días

Los videos en las redes sociales muestran las columnas de humo alzándose sobre las precarias construcciones y los desesperados esfuerzos de los bomberos por atajar el fuego. Un voluntario de la oenegé Save The Children describe a "gente gritando y a niños corriendo de aquí para allá". La escena es tristemente habitual. Es el tercer incendio en cuatro días y supera en gravedad al que en enero dejó sin vivienda a miles de refugiados y calcinó cuatro escuelas. Ninguno de ellos se había cobrado víctimas.

La cadena de incendios llega durante el traslado de refugiados de Cox's Bazar a Bhasan Char, una remota isla en la bahía de Bengala. No se discute la necesidad de aliviar un campo de refugiados que coqueteaba hace tiempo con la tragedia por las condiciones infrahumanas y las aglomeraciones pero se plantean dudas razonables sobre la idoneidad del nuevo destino. Las organizaciones de derechos humanos han recordado que Bhasan Char, donde ya viven 12.000 rohingyas, sufre periódicos ciclones y deslizamientos de tierra.

Sin nacionalidad

Los rohingyas buscaron refugio en Bangladesh tras las brutales operaciones del Ejército birmano en 2016 y 2017. Más de 800.000 se exiliaron tras la muerte de 10.000 civiles, según las estimaciones más conservadoras. Las tropelías están documentadas: asesinatos, violaciones grupales, quemas de poblados Un informe de la ONU hablaba de "voluntad de genocidio", de "ejemplo de manual de limpieza étnica" y de "atroces violaciones de derechos humanos" del Ejército birmano con el amparo de los discursos de odio racial y la destrucción de pruebas del Gobierno civil que entonces lideraba Aung San Suu Kyi.

Los rohingyas, descendientes de comerciantes árabes, han vivido durante siglos en Birmania aunque carecen de Estado. El país les niega la nacionalidad y los considera inmigrantes bangladesís ilegales porque no pudieron acreditar que estuvieran antes de 1823. Tampoco los reconoce Bangladesh, que les niega el derecho a la educación y la sanidad. Ya con el Gobierno de Suu Kyi preferían el hacinamiento en campos de refugiados al regreso a Birmania. La asonada militar de febrero oscurece aún más su horizonte y aleja cualquier posibilidad de repatriación.