Es difícil concebir una ruta terrestre más inhóspita para entrar en la Unión Europea a las puertas del invierno que la frontera entre Bielorrusia Polonia. Pero es allí donde centenares de migrantes de Oriente Próximo, África y Asia se concentran a estas horas con la esperanza de traspasar las alambradas que protegen 12.000 soldados y policías polacos. Duermen al raso o en tiendas de campaña, y recurren al fuego para tratar de sobrevivir a los titilantes termómetros nocturnos. En contra suya juega la política porque, como sucedió este verano en Ceuta, esta parece ser una crisis manufacturada, la herramienta utilizada por el régimen de Minsk para castigar a sus vecinos por albergar a la oposición bielorrusa y a Bruselas por sancionar a Lukashenko y su entorno, según denuncian la UE y las autoridades polacas.   

La tensión va en aumento y corre el riesgo de transformar la gélida frontera en un polvorín, dada la estrecha alianza que Bielorrusia mantiene con Moscú, y los recelos que despiertan ambos actores en Polonia y sus vecinos bálticos. “El intento coordinado desde Bielorrusia para lanzar un ataque híbrido contra Polonia con la entrada masiva de inmigrantes ha comenzado”, denunció el Gobierno polaco en un comunicado. “El régimen bielorruso está atacando las fronteras polacas y de la UE de un modo sin precedentes”, añadió después su presidente, Andrzej Duda, durante una rueda de prensa en Varsovia.  

Solo el lunes, sus autoridades registraron más de 300 intentos de atravesar la frontera irregularmente y 17 personas, la mayoría iraquís, fueron detenidas por las fuerzas de seguridad polacas. La crisis, sin embargo, no es nueva. Desde principios de año, las tentativas para ingresar sin papeles desde Bielorrusia y reclamar asilo en el espacio comunitario superan los 23.000 casos.  

Encontronazos en la frontera

El frío, el hambre y la desesperación están tensando la cuerda. Las imágenes que llegan desde los confines polacos muestran a grupos de inmigrantes tratando de tirar abajo las vallas y las alambradas con troncos y tenazas, mientras las fuerzas de seguridad polacas responden con material antidisturbios. Varsovia acusa a los agentes bielorrusos de fomentar la confrontación “con disparos de fogueo al aire y la simulación de acontecimientos peligrosos” y anuncia que está dispuesta a responder “a cualquier escenario”.  

La posibilidad de que esa misma situación se repita en Lituania, adonde se dirigen según algunas informaciones nuevas columnas de inmigrantes, ha llevado a su Gobierno a desplegar tanquetas militares en el paso de Pertakas. Y no se descarta que Vilna declare en las próximas horas el estado de emergencia.

Los acontecimientos se están siguiendo de cerca desde Bruselas, que ha denunciado los intentos de Minks de utilizar a los inmigrantes como “peones” para "desestabilizar a la UE. “Condenamos y rechazamos firmemente la continua instrumentalización de la inmigración por parte del régimen bielorruso. Es inaceptable que disponga a su antojo de la vida de las personas con fines políticos”, afirmó Ales Hojs, ministro de interior de Eslovenia y presidente de turno del Consejo Europeo.  

Suspensión del acuerdo de visados

El Consejo ha decidido suspender parcialmente la aplicación del acuerdo entre la UE y Bielorrusia que facilita la expedición de visados y que entró en vigor en julio del 2020. Justo un mes antes del origen de esta crisis, propulsada por las sanciones impuestas por Bruselas al régimen de Lukashenko por su represión de las masivas protestas pacíficas que acompañaron su enésima reelección en unas elecciones tildadas como fraudulentas por la UE o Estados Unidos

La suspensión de los visados afectará a las delegaciones oficiales bielorrusas, sus funcionarios y parlamentarios, así como los jueces de sus máximos tribunales. Pero no es la única medida punitiva que baraja la UE. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, reclamó la víspera a los Veintisiete la extensión de las sanciones contra el país comunista y la posibilidad de sancionar también a las aerolíneas de terceros países que subcontratan sus naves para que sean utilizadas por Belavia, la aerolínea estatal bielorrusa, para traficar con seres humanos.  

Según denuncia el Consejo, el régimen de Minsk comenzó a organizar en junio de 2021 vuelos y viajes internos a través de sus fronteras para facilitar el tránsito de inmigrantes hacia la UE desde Oriente Próximo o África. Unas rutas que primero se dirigieron a Lituania y posteriormente a Letonia y Polonia, que han registrado un “aumento sin precedentes de los flujos inmigratorios irregulares desde Bielorrusia”.  

Y, mientras tanto, Lukashenko, que habló el martes con Vladimir Putin, acusa a Polonia de “intimidar” a su país con su despliegue militar en la frontera. “Buscar un conflicto armado en el centro de Europa sería un suicidio”, afirmó en una entrevista, tras advertir que Rusia no tardaría en intervenir en su ayuda.