La crisis migratoria en la frontera oriental de la UE ha remitido, pero muy está lejos de quedar resuelta. Mientras el Gobierno de Bielorrusia anunciaba este lunes la celebración de maniobras militares conjuntas con Rusia junto a la cada vez más caliente frontera con Ucrania, el presidente Aleksándr Lukashenko, irritado e indignado por la negativa de Alemania a acoger a los 2.000 inmigrantes atrapados junto a la demarcación con Polonia y Lituania, ha vuelto a blandir la amenaza de conducir a más personas hacia el territorio de sus vecinos. "Si no se resuelve el problema migratorio ahora, será mucho peor", ha asegurado el mandatario, en una nada velada advertencia.

"Vemos formaciones de tropas en nuestras fronteras estatales; solo podemos estar preocupados por la militarización de nuestros vecinos", ha esgrimido como justificación de los inminentes ejercicios militares el ministro de Defensa de Bielorrusia, Víktor Jrenin.

Todo ello sucede escasos días después de que el propio Lukashenko, a quien los Veintisiete han dejado de reconocer como presidente legítimo después las elecciones presidenciales del verano de 2020 y la subsiguiente ola represiva contra la oposición, visitara a los aspirantes a refugiados que aguardan desde hace días y hasta semanas junto a la línea de demarcación, a los que ha animado a continuar el viaje. "Si alguien quiere ir a Occidente, está en su derecho; no os intentaremos atrapargolpear o encerrar tras una alambrada de espino", ha arengado el mandatario desde una tarima, como si se tratara de un político que se dirige a sus seguidores. "Trabajaremos con vosotros para que logréis vuestro sueño", ha continuado.

Vuelos de repatriación

Pese a que han comenzado los vuelos para repatriar desde Bielorrusia a los millares de ciudadanos, originarios principalmente de IrakSiria y Yemen, aún queda pendiente solucionar la situación de dos millares de ellos que han sido alojados en un centro de logística próximo a la ciudad bielorrusa de Grodno. Lukashenko sostiene que, durante sus conversaciones telefónicas con la cancillera alemana en funciones, Angela Merkel, acordó el establecimiento de un "pasillo humanitario" para que este contingente pudiera llegar a Alemania. Ahora, al ver que pasan los días y nada de ello se ha materializado, amenaza con volver a encender la mecha de una nueva crisis migratoria.

Pese a que las autoridades de Bielorrusia prácticamente admiten abiertamente su papel en el traslado de los inmigrantes desde sus regiones y países de origen hasta el país eslavo, nuevas informaciones aparecidas en los últimos días han desvelado hasta qué punto se ha tratado de una operación de Estado en la que estaban involucrados instituciones y diplomáticos del país eslavo, según se deduce de un detallado seguimiento de meses de duración de las comunicaciones entre los propios migrantes y los agentes involucrados en este tráfico de personas.

En agosto pasado, presionado por una UE ya consciente del problema, el Gobierno de Irak prohibió los vuelos de la compañía aérea nacional entre su país y Minsk. Para sortear este veto, según estas fuentes, el Gobierno de Bielorrusia tuvo que idear una nueva ruta, canalizando los pasaportes recabados por las agencias de viaje iraquís hacia su embajada en Ankara, donde se les adhería el visado sin ningún tipo de traba o requerimiento formal, para después enviar de vuelta el documento a Irak. El consulado de la representación diplomática llegó a gestionar una media de entre 300 500 al día e incluso algunos empleados se encargaban de la coordinación con los oscuros tour operadores. Éstos redirigían a los emigrantes hacia Dubái para volar desde allí a la capital bielorrusa, en lugar de hacerlo directamente desde territorio iraquí.