En el conflicto de Ucrania, las espadas están en alto, y Rusia se halla a la espera de la respuesta escrita de EEUU a sus demandas de seguridad para decidir si sigue o no negociando. Así lo ha especificado este martes el ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, tras reunirse en Moscú con su homóloga alemana, Annalena Baerbock. La tensión en la zona no remite, como lo prueba la tajante negativa de Rusia a empezar a retirar algunos de los 100.000 soldados desplegados junto a la frontera con Ucrania, y la advertencia de la jefa de la diplomacia alemana de que si el Kremlin empleaba el suministro de gas como arma de presión, la continuidad del gasoducto Nord Stream 2 estaría en el alero.

"Esperamos las respuestas que nos han prometido con el fin de proseguir las negociaciones", ha informado Lavrov. Durante la semana pasada, Rusia mantuvo conversaciones con representantes estadounidenses, de la OTAN y en el foro de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa acerca de sus exigencias estratégicas en el continente, que incluyen la retirada de la invitación a ingresar en la OTAN a Georgia y Ucrania, y la capacidad de veto ruso a los despliegues militares que pueda efectuar la Alianza Atlántica en los países que integraron un día el extinto bloque militar soviético.

Como ya se esperaba incluso antes de su inicio, la ronda negociadora no logró ningún avance, dado el rechazo de europeos y estadounidenses a aceptar una nueva división del continente europeo en esferas de influencia. Resta por saber ahora cómo reaccionará Rusia y en particular su presidente, Vladímir Putin, a dicha negativa. Los representantes rusos han dicho que responderían de forma "técnica" y "militar", aunque no han ofrecido detalles sobre qué significan estas palabras, aunque eso sí, no descartando incluso despliegues militares de soldados o material militar ruso en países próximos geográficamente a EEUU y con buenas relaciones con el Kremlin, como Cuba o Venezuela.

Lavrov, además, se ha negado en redondo a que su Gobierno inicie la desescalada retirando efectivos militares de las regiones próximas a Ucrania, asegurando que sus tropas no amenazan a nadie y que su país es soberano de realizar los movimientos militares que crea oportunos dentro de su territorio.

El gas como arma

A su lado, Baerbock, la líder de los ecologistas alemanes, muy crítica con Rusia durante la campaña electoral alemana, ha dado a entender que si Moscú empleaba el suministro de gas como arma arrojadiza, ello tendría "importantes consecuencias", que incluyen la supresión del gasoducto Nord Stream 2. La infraestructura ha sido ya completada, y está pendiente de certificación por la autoridad competente estatal. Une a Rusia con Alemania obviando territorio ucraniano, una circunstancia que deja en posición de debilidad a Kiev en caso de conflicto con su poderoso vecino del este.

La jefa de la diplomacia alemana ha aprovechado la ocasión para instar a la parte rusa a reanudar las conversaciones en el denominado Formato de Normandía, organismo integrado por Alemania, Francia, Rusia y Ucrania y encargado de materializar los Acuerdos de Minsk. "Eso sería un gran paso hacia una mayor seguridad en Europa y para todos", ha destacado.

En un ejercicio de voluntarismo que puede incluso no acabar materializándose, el secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, ya ha cursado invitaciones, tanto a Rusia como a los países miembros de la Alianza, a proseguir las negociaciones próximamente. Prueba de que en Washington aún se considera como posible una invasión, el secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, viajará este miércoles a Kiev para informar a las autoridades de los planes de EEUU "si Rusia decide elevar la tensión", según un comunicado gubernamental.