El durísimo pulso entre Occidente y Rusia no se relaja. Cada día, desde hace semanas, parece ser el último antes de que empiece a atronar la artillería en una nueva guerra Europa. Pero de igual manera, siempre surge una nueva conversación que parece capaz de evitarlo. El presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo francés, Emmanuel Macron, han vuelto a hablar para poner todo de su parte para recuperar el alto al fuego en la región ucraniana de Donbás, controlada por independentistas prorrusos. La presidencia francesa calificó las conversaciones como uno de los “últimos esfuerzos posibles y necesarios”.

Durante los últimos días, la escalada de hostilidades en la zona entre el Ejército ucraniano y las milicias prorrusas –de la que se culpan mutuamente- hizo temer un desenlace fatal con la anunciada invasión rusa. La reunión de Macron y Putin ha apaciguado el escenario y ha salido un nuevo encuentro el lunes entre Rusia, Ucrania y la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE). Y el compromiso de, una vez repuesto el alto el fuego, plantear una discusión más amplia sobre la seguridad colectiva y la estabilidad en Europa.

Sin embargo, Putin volvió hacer gala este sábado de su política de aportar una de cal y otra de arena para alimentar la confusión. Antes de reunirse con Macron, anunció que las tropas rusas no se retirarían de Bielorrusia, tal y como había anunciado, sino que alargarían sus maniobras. Esta permanencia de tropas, en el momento en que debían retirarse, volvió a atizar los temores. Aunque el presidente ruso se comprometió más tarde con su homólogo francés a retirarlas en cuanto acaben los ejercicios.

Rusia, ausente en Munich

Desde la Conferencia de Seguridad de Munich, celebrada este fin de semana –donde la crisis ucraniana se convirtió en protagonista-, los líderes occidentales no perdían detalle del devenir la nueva intentona diplomática del presidente francés. Rusia estuvo ausente de la cita por primera vez desde 1991.

La vicepresidenta de EEUU, Kamala Harris, presente en la ciudad alemana, dijo el sábado que las sanciones preparadas en caso de invasión serían muy duras y que el camino de la diplomacia ya era muy estrecho. Sin embargo, tras el encuentro de ayer entre Putin y Macron, el secretario de Estado de EEUUAntony Blinken, aseguró que el presidente Biden está dispuesto a reunirse con su homólogo ruso si con ello se evita una guerra en Ucrania.

"Pero hasta que los tanques realmente estén rodando y los aviones volando, aprovecharemos cada oportunidad y cada minuto que tengamos para ver si la diplomacia aún puede disuadir al presidente Putin", dijo Blinken en la cadena de televisión CNN. Biden, por su parte, tenía previsto reunirse ayer con su consejo de seguridad nacional para abordar la crisis en Europa tras reiterar, en numerosas ocasiones, que Rusia ya ha tomado la decisión de atacar.

Para el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, y el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, la crisis de ucrania es "decisiva para el orden global", tal y como resaltaron en su intervención en la cita alemana, donde añadieron que está en juego el porvenir del actual orden de seguridad a escala mundial, puesto en cuestión por Rusia y China.

Ocho años de la revolucuón de Maidán

En este contexto prebélico, ciudadanos ucranianos salieron ayer a la calle en Kiev, la capital, para rememorar el octavo aniversario de la revolución europeísta de Maidán (2014) en la que fue derrocado el líder prorruso Víktor Yanukóvich. Un episodio que guarda estrechísima relación con el conflicto actual puesto que Putin respondió al embate invadiendo la península de Crimea y apoyando la sublevación armada de los separatistas del este del país. Los ucranianos honraron el recuerdo de más un centenar de muertos en la represión de las protestas.

Casi todos los muertos se produjeron entre el 18 y 20 de febrero de 2014, cuando las fuerzas de seguridad decidieron dispersar por la fuerza las barricadas de Maidán. Tras varios días de represión, la revolución se consumó el 22 de febrero con la huida del presidente prorruso Víktor Yanukóvich, oriundo de Donetsk y al que el Kremlin acogió primero en Crimea y después en la región rusa de Rostov.