Las elecciones las ganó Giorgia Meloni el pasado 25 de septiembre. Bajo un cielo gris en Roma, veinticinco días después, el presidente italiano, el democristiano Sergio Mattarella, le ha dado el encargo de formar Gobierno. La jefa de Hermanos de Italia y líder de la coalición de las tres derechas que triunfó en las últimas elecciones, se convierte así en la primera mujer en ser nombrada primera ministra en Italia. De hecho, Meloni también ha presentado su lista de ministros, que ya ha sido aceptada por Mattarella, por lo que se ha comunicado que el juramento tendrá lugar este mismo sábado.

El nuevo equipo del Gobierno italiano, de un marcado perfil político, recoge los equilibrios internos de la coalición ganadora. Los ministerios de Defensa, Desarrollo Económico y Políticas Agrícolas han quedado en manos de figuras de Hermanos de Italia, el partido de Meloni. La importante cartera de Justicia ha sido entregada al fiscal Carlo Nordio, también cercano a Hermanos de Italia, mientras que el nuevo ministro de Interior será Matteo Piantedosi, un funcionario público cercano a la Liga. De igual forma, el número dos de la Liga, Giancarlo Giorgetti, ha obtenido el ministerio de Economía, y el líder de esta formación, Matteo Salvini, el de Infraestructuras. En paralelo, Antonio Tajani, el segundo en Forza Italia, ha conseguido la cartera de Exteriores. Salvini y Tajani, además, también han sido nombrados viceprimeros ministros.

"Esta vez, hemos sido rápidos. Esto ha sido posible por la claridad del resultado electoral, y porque es necesario avanzar rápido, también en consideración del contexto interno e internacional", explicó Mattarella, después de que la ultraderechista leyera su lista de ministros. "Buen trabajo al nuevo Gobierno", añadió Mattarella.

Jugársela 

En verdad, Meloni, consciente de sus dificultades para manejar a sus socios políticos, había optado por ser resolutiva desde bien temprano en la mañana del viernes, al presentar a su coalición como "unida", desacomplejada y "preparada" para gobernar el país. “Estamos listos, queremos proceder en el menor tiempo posible", llegó a decir la líder de Hermanos de Italia (FdI, por sus siglas en italiano). Fue el partido que fue el más votado en los comicios generales de septiembre pasado, con un 26%.

De esta manera Meloni desactivó (al menos, en lo inmediato) las polémicas de los días previos con Silvio Berlusconi, el fundador de Forza Italia, después de que se filtraran unos audios de él hablando de la guerra en Ucrania y defendiendo al papel en el conflicto bélico de su amigo Vladímir Putin, el presidente ruso. Una postura opuesta a la que Italia y la Unión Europea han mantenido hasta ahora.

Con ello, Meloni replicó la estrategia ya empleada durante la semana: jugar al todo o nada. "Sobre una cosa he sido, soy y seré siempre clara: pretendo guiar un Ejecutivo con una línea política exterior clara e inequívoca. Italia forma parte, plenamente y con la cabeza alta, de Europa y de la Alianza Atlántica”, había dicho ya el pasado miércoles. "Quien no esté de acuerdo no podrá formar parte del Gobierno”, añadió entonces. 

Dosieres con problemas

Mario Draghi ayudó. Desde Bruselas, donde se encontraba este viernes para participar a su último Consejo Europeo, el primer ministro saliente subrayó que “Italia es un país fuerte, que se ha mostrado creíble”. Draghi también agregó que, en todo caso, “cada ministro y también el Consejo de Ministros han preparado dosieres (para Meloni) con todos los problemas que (el país) tendrá que enfrentar” en los próximos meses.

El lunes se prevé que el presidente francés Emmanuel Macron, gran aliado de Draghi durante el mandato del italiano, aterrice en Roma. El objetivo oficial de la visita del mandatario galo son encuentros con Mattarella, con el papa Francisco y con la Comunidad de Sant’Egidio, una asociación católica que también se conoce como uno de los actores de la diplomacia paralela de la Iglesia. De ahí tal vez que Macron no haya descartado una posible conversación con Meloni. Aún así, la incógnita es qué responderá ella.