Cuarta votación fallida

El caos en el Congreso de EEUU prosigue y ratifica el poder del ala ultra en el Partido Republicano

Por segundo día y tras el fracaso de una cuarta votación, la Cámara Baja sigue paralizada y sin presidente | Los rebeldes del ala dura no responden a la llamada de Trump urgiéndoles a apoyar a Kevin McCarthy

Congresistas de Estados Unidos durante la votación de este miércoles 4 de enero.

Congresistas de Estados Unidos durante la votación de este miércoles 4 de enero. / Reuters

Idoya Noain

El Partido Republicano de Estados Unidos, inmerso en su propia guerra civil, ha vuelto este miércoles a exponer su crisis, una que sacude a la formación pero también tiene serias y preocupantes consecuencias para el país. Tras dos días y seis rondas de votaciones en que una rebelión de un grupo de 20 congresistas de ultraderecha ha impedido elegir a Kevin McCarthy como presidente de la Cámara de Representantes, las votaciones se reanudarán este jueves al mediodía (18.00 horas en España).

La Cámara Baja sigue sin 'speaker', los congresistas elegidos en noviembre no pueden jurar sus cargos hasta que se elija y, más importante, la actividad legislativa no puede comenzar hasta que se supere un impasse. Y este de momento,tiene difícil salida, aunque se han intensificado las negociaciones entre McCarthy y sus aliados y los opositores dentro de su propia formación.

Espectáculo caótico

La sesión de este miércoles ha vuelto a ser un espectáculo caótico por parte del Partido Republicano, que en las últimas elecciones legislativas recuperó el control de la Cámara de Representantes con una frágil mayoría, una precaria ventaja que da un peso considerable a los más extremistas.

Igual que sucedió el martes, fueron fallidas las tres votaciones celebradas el miércoles. Y en las seis rondas la oposición de 20 congresistas republicanos radicales consiguió de nuevo frenar la coronación de McCarthy, el nominado por una mayoría de su propio partido para el cargo de presidente de la Cámara, segundo en la línea de sucesión política del presidente del país tras la vicepresidencia.

Ante la situación de bloqueo los republicanos aprobaron posponer la sesión hasta las ocho de la tarde, dando oportunidad a McCarthy de celebrar una nueva reunión para negociar con la oposición interna. Y el encuentro fue, según el propio McCarthy y algunos de los presentes, "productivo", y se ha sabido que el candidato ha hecho nuevas concesiones a los ultras, pero no solventó la crisis. Y cuando la sesión se reanudó no hubo una nueva votación para el cargo de 'speaker', sino una en la que se decidió retomar las votaciones este jueves al mediodía (aunque cuatro de los rebeldes, junto a los demócratas, intentaron evitar ese aplazamiento).

Nuevas concesiones a los ultras

El camino que se abre ahora sigue siendo incierto. Como ya había hecho antes del martes, cuando se inauguró la sesión del nuevo Congreso, McCarthy ha hecho concesiones a los miembros más radicales del Partido Republicano, que buscan más poder frente al liderazgo, más influencia en las reglas y más presencia y asignaciones en comités. La más destacada es que su Comité de Acción Política anunció un acuerdo para no gastar dinero en apoyo a candidatos en primarias abiertas en distritos firmemente republicanos. Esa era una reclamación de los conservadores, que han criticado que el PAC de McCarthy haya estado apoyando a candidatos moderados frente a otros más extremistas. Hay, no obstante, muchas dudas de que vaya a ser suficiente.

De hecho, varios de los congresistas más ferozmente opuestos a la elección de McCarthy, como Matt Gaetz y Lauren Boebert, salieron de la reunión manteniendo su rechazo. "Es un tipo desesperado cuyo apoyo está cayendo con cada voto y estoy listo para votar toda la noche, toda la semana, todo el mes, y nunca por él", dijo Gaetz. "La gente tiene que darse cuenta de que hay vida después de Kevin (McCarthy)", declaró Boebert, que dijo que es necesario encontrar "un candidato de consenso".

McCarthy solo puede permitirse perder cuatro votos de su bancada y las cuentas siguen sin salirle de momento. Y se intensifica la especulación sobre la posibilidad de que acabe presentándose como candidato a Steve Scalise. De hecho, según fuentes de CNN, el voto para posponer hasta este jueves la reanudación de las votaciones lo buscó el propio McCarthy para evitar que se pusiera sobre la mesa el nombre de Scalise.

Golpe para Trump

Esta crisis no solo pasa factura a McCarthy, un político que ambiciona desde hace años el cargo. También ha supuesto un golpe para el expresidente Donald Trump, que el miércoles por la mañana hacía en su red social Truth y en una entrevista una llamada directa urgiendo a todos los republicanos a respaldar a McCarthy. “Republicanos, no convirtáis un gran triunfo en una derrota gigante y vergonzosa”, escribió.

El nulo impacto de ese reclamo directo podría ser una mala señal para el propio exmandatario, que ya ha anunciado su candidatura para ser nominado presidencial republicano en 2024 y parece incapaz de dirigir siquiera a sus mayores acólitos. De hecho, antes del inicio de la quinta votación, la congresista Boebert, fiel aliada del exmandatario, le ha llamado a no presionarles a ella y los otros rebeldes sino a McCarthy. "Necesita decirle que no tiene los votos y es hora de que se retire", ha dicho la representante de Colorado en la Cámara.

El peso de los extremistas

Lo que está ocurriendo señala además a la potencia del control que los ultras y populistas han tomado sobre el Partido Republicano, una deriva hacia el extremismo y el asalto a las instituciones que se lleva labrando décadas pero se disparó tras la elección de Barack Obama con el surgimiento del Tea Party y se intensificó exponencialmente bajo el liderazgo de Trump.

En el Congreso actual los más radicales representantes unidos en el Freedom Caucus, un grupo de unos 30 miembros que lleva tres lustros enfrentándose al liderazgo en la Cámara y al aparato más tradicional del partido, son una minoría dentro de la bancada republicana. De ahí han salido la mayoría de los 20 votos opuestos a McCarthy estos dos días. Pero dada la precaria ventaja con que se logró el control de la Cámara en noviembre, su peso es desmedido.

En su oposición a McCarthy esos radicales están librando algo más que una lucha personalista contra un colega o por concesiones, muchas de las cuales el candidato a ‘speaker’ les prometió intentando aplacar su rechazo. Han llevado hasta la cámara una agenda que ha enterrado la antigua biblia republicana de lucha por un gobierno limitado para pasar a apostar directamente por el desmantelamiento y disrupción del gobierno y que envuelve un desprecio por las instituciones en una supuesta lucha contra la “ciénaga” de Washington.

El techo de la deuda

Su postura frenando la elección del ‘speaker’ se interpreta como un mero calentamiento para batallas legislativas que se avecinan en los dos próximos años, una vez que se resuelva el dantesco bloqueo de estos días. Y ninguna es más fundamental para el país que el peso que puede tener esta determinante minoría que ha hecho del recorte del gasto mantra innegociable cuando este año llegue la hora de aprobar la financiación que permita seguir operando al gobierno y, sobre todo, elevar el techo de la deuda.

Según analistas como Sarah Binder, una experta en el Congreso de la Universidad George Washington, la pelea que se libra en Capitol Hill por el puesto de 'speaker' no es lo que divide al partido, sino “el síntoma de los problemas subyacentes que enfrentan” los republicanos. Y Binder le ha dicho al ‘Los Angeles Times’ que los ultras no están construyendo una coalición para tratar de pasar políticas específicas, sino que su poder consiste en “poner palos en la rueda” e intentar bloquear que demócratas y otros republicanos más moderados pasen legislación.

Mike Murphy, estratega republicano y codirector de Centro para el Futuro Político en la Universidad del Sur de California, también le ha dicho al diario angelino que “va a ser difícil pasar cualquier legislación importante con 20 miembros del caucus dispuestos a hacer volar por los aires” la institución. “Ser ‘speaker’ va a ser como ser ser alcalde del infierno”, ha opinado.