Reunión en Hiroshima

El G7 se centrará en la firme condena a Rusia y en fijar una estrategia contra la "coerción económica" de China

La cumbre llega en vísperas de su anunciadísima contraofensiva y es previsible que concluya con ampulosos comunicados, más sanciones a Moscú y armas a Kiev

El presidente de EEUU, Joe Biden, y el primer ministro de Japón, Fumio Kishida, en un encuentro previo a la cumbre del G7, este jueves en Hiroshima.

El presidente de EEUU, Joe Biden, y el primer ministro de Japón, Fumio Kishida, en un encuentro previo a la cumbre del G7, este jueves en Hiroshima. / REUTERS

Adrián Foncillas

Los líderes de las economías más boyantes de Occidente (Francia, Estados Unidos, Canadá, Japón, Reino Unido, Italia y Alemania) se han citado en la ciudad japonesa de Hiroshima, imbatible símbolo del drama de la guerra, para calmar a un mundo agitado durante este fin de semana. Subrayadas en la agenda está Rusia, lo más urgente, y China, lo más importante.

Sobre el conflicto de Ucrania no habrá discordias. El primer ministro japonés, Fumio Kishida, fue el último de los líderes del G7en viajar hasta Kiev para apoyar a su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski. La cumbre llega en vísperas de su anunciadísima contraofensiva y es previsible que concluya con ampulosos comunicados, más sanciones a Moscú y armas a Kiev. Kishida se postuló como líder de "un frente unido para lidiar con el asunto ucraniano" en el aniversario de la guerra y añadió que "no podemos distinguir Europa y Asia cuando hablamos de políticas para la paz". Con la aclaración trasladaba la atención a sus inquietudes en esta parte del mundo, Corea del Norte y China.

"El principal asunto será Ucrania, algo en lo que todos estarán de acuerdo. China provoca más divisiones aunque también se hablará del indopacífico, particularmente por la presencia de líderes de AustraliaIndiaVietnam Indonesia. Kishida ha subrayado que ve el peligro de que en Asia se repitan los trágicos sucesos que están ocurriendo en Europa", señala Stanley Rosen, profesor de Ciencia Política en el Instituto Estados Unidos-China de la Universidad de South Carolina.

Lluvia de bofetadas a Pekín

Una reunión de las potencias occidentales con Japón de anfitriona anticipa, con un riesgo de error exiguo, una lluvia de bofetadas sobre Pekín. El diseño de una estrategia coordinada contra la "coerción económica" china será un asunto capital, ha avanzado la Secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen. El hallazgo semántico alude a la costumbre china de contestar afrentas con sanciones económicas. No hay dudas sobre el pliego de cargos: los caminos que conducen a la ira china son infinitos. Puede detener las importaciones de salmón noruego tras el Nobel de la Paz concedido a Liu Xiaobo, cerrar centros comerciales surcoreanos y cancelar las giras de grupos del K-pop por un escudo antimisiles estadounidense que Seúl instala en su territorio o escarmentar a Lituania por sus coqueteos con Taiwán.

Hay más dudas sobre la legitimación del denunciante. La beligerancia estadounidense no admite rival. Aquellas rabietas temporales chinas palidecen frente al bloqueo de décadas sobre Cuba. Washington ha aprobado leyes para sancionar a los gobiernos que abandonen a Taipei por Pekín y China aún sufre los aranceles de la guerra comercial de Trump. Fue significativa la alarmista respuesta de Marco Rubio, senador estadounidense, tras el acuerdo sinobrasileño de eludir el dólar en su comercio bilateral: "Si esta tendencia continúa, en unos pocos años no podremos sancionar a ningún país".

También hay dudas sobre la viabilidad de la "OTAN económica" que proponen Washington y Tokio. China es sólo el tercer socio comercial de Estados Unidos pero en el G7 abundan los que la tienen como primera. No parece un buen negocio cortar amarras con un país que es ya líder global en exportaciones y que ocupará el trono económico mundial en una década. "No creo que veamos una OTAN económica aunque a estadounidenses y japoneses les gustaría. Francia, Alemania y otros necesitan demasiado el mercado chino como para ponerlo en peligro. Macron lo dejó claro en su visita a Pekín y también Scholz apostó por incrementar sus vínculos económicos en un momento en que los automóviles alemanes pierden mercado en China", opina Rosen.

Control de armas nucleares

Kishida, nacido en Hiroshima, pretende que la cumbre dé un empujón al control de armas nucleares. Ucrania ha devuelto esa urgencia tras la amenaza rusa a usarlas y su suspensión del tratado firmado con Estados Unidos en 2010. También es improbable que la cumbre alumbre algo más que retóricas voluntades en un momento en que los países rehúyen las bridas armamentísticas. En las vísperas se ha aludido a la amenaza norcoreana o al presunto plan chino desvelado por Washington de aumentar sus ojivas de 400 a 1.500 que, aún de ser cierto, serían una cuarta parte de las 6.000 que amontonan Estados Unidos y Rusia. Se ha hablado menos del suministro de submarinos de propulsión nuclear del Reino Unido y Estados Unidos a Australia en el marco del AUKUS, organización militar frente a China en el Pacífico, en el que muchos analistas ven una gatera para escapar del Tratado de No Proliferación Nuclear.

Frente al papel de catalizador de la paz que se arroga Japón, la prensa china recordaba estos días sus disculpas tenues por las tropelías de su imperialismo del pasado siglo, el reciente aumento del 21% de su presupuesto de Defensa (el mayor tras la Segunda Guerra Mundial) y la pertinaz poda de su ejemplar Constitución pacifista.

Otros asuntos como la reactivación económica tras el tsunami pandémico, el cambio climático o la seguridad alimentaria mundial tendrán menos espacio en una cumbre que subrayará las diferentes urgencias de Occidente y el Sur global.