Reunión bilateral

China y Rusia escenifican su sintonía tras protagonizar en ausencia la cumbre del G7

La sustancia reside en el momento: apenas un par de días después de que ambos protagonizaran en ausencia la cumbre del G7 y fueran señalados como el origen de todos los males

El primer ministro ruso, Mikhail Mishustin, da la mano al presidente chino Xi Jinping.

El primer ministro ruso, Mikhail Mishustin, da la mano al presidente chino Xi Jinping. / EFE

Adrián Foncillas

La visita a China del primer ministro ruso, Mikhail Mishustin, ha concluido este miércoles con acuerdos comerciales y compromisos de cooperación que poco añaden a su carrusel diplomático. La sustancia reside en el momento: apenas un par de días después de que ambos protagonizaran en ausencia la cumbre del G7 y fueran señalados como el origen de todos los males. La foto en el Gran Palacio del Pueblo de Mishustin y el presidente chino, Xi Jinping, es a la vez el medio y el mensaje de McLuhan.

Mishustin asistió el martes a un foro económico en Shanghái y este miércoles se entrevistó en Pekín con su homólogo, Li Qiang, y Xi. Es costumbre ya que las declaraciones e interpretaciones de las prensas respectivas revelen un entusiasmo ruso muy superior. Las relaciones bilaterales han alcanzado una altura sin precedentes, ha aclarado Mishustin. Y están caracterizadas, añade, por el deseo de responder unidos a los retos "asociados a las crecientes turbulencias en el terreno internacional y la tendencia de una presión sensacional de Occidente". Xi, según la prensa china, incidió en la cooperación económica y comercial y en el apoyo de los "intereses comunes". Li anunció que promoverá "la cooperación pragmática en varios campos para alcanzar un nuevo nivel". Ninguna alusión china al frentismo con un bloque occidental con el que conserva sus vínculos y no tiene ningún interés en romper.

Los expertos chinos citados en los medios esta semana describen la visita como "rutinaria" entre dos socios comerciales, que no aliados. Es un matiz relevante que Pekín enfatiza. La confusión nace en aquella relación "sin límites" que Xi y Putin anunciaron en vísperas de la invasión y que fue globalmente interpretada como una inminente alianza militar en Ucrania. Nunca se concretó, lo que revela que los límites existen, pero a aquella frase se agarra Washington para negar la neutralidad china y es frecuentada aún por los que atienden más a los discursos que a los hechos. "La cooperación económica de China y Rusia no debe ser asociada a la crisis de Ucrania ni interpretada como la inclinación china hacia una de las partes del conflicto, aseguran los expertos, que califican esa visión como corta de miras", resume este miércoles el diario 'Global Times'. Para China, sugiere el artículo, son sólo negocios. 

Negocios en la agenda

Los negocios han ocupado el grueso de la agenda. Mishustin ha despegado de Pekín con acuerdos para exportaciones agrícolas y de colaboración en el ámbito del deporte y la cultura. El comercio bilateral cabalga sin bridas. El pasado año alcanzó los 190.000 millones de dólares tras aumentar el 30% y Moscú ha anunciado que superará el techo de los 200.000 millones de dólares con un año de antelación al objetivo que Xi y Putin se marcaron en el lejano 2019. Las sanciones de Occidente han forzado a Moscú a mirar hacia Oriente, especialmente en los hidrocarburos, principal motor de la economía rusa. Las exportaciones a China se incrementarán este año un 40%, pronostican los analistas. Rusia desbancó en febrero a Arabia Saudí como su principal suministrador de crudo y en 2030 empezarán a fluir hacia la caldera china unos 100.000 millones de metros cúbicos de gas ruso a través de un nuevo oleoducto que atraviesa Mongolia. También crecerán las exportaciones tecnológicas y automovilísticas, según la prensa rusa.

China no es el único país que mantiene ni aumenta su comercio con un país al que Occidente, un 17% de la población global, pretende estrangular. Las sanciones han sido olímpicamente ignoradas por los BRICS (40% de la población global y un PIB superior al del G7) y el grueso del centenar de países que conforman el Sur Global.

A China y Rusia las unen las sinergias comerciales y su anhelo por un mundo multilateral que jubile el orden actual que epitomiza el G7. Desde Moscú se le ha acusado de atizar la rusofobia y sinofobia. "Los intentos del G7 de presentarse como defensores de la legalidad y la justicia a nivel internacional son una burla respecto a la historia y el sentido común", ha afirmado su Ministerio de Exteriores. Parecidos juicios se han escuchado en China, que llamó a consultas al embajador japonés en Pekín y exigió al Gobierno británico que abandone sus difamaciones. La diferencia radica en que China mantiene a Bruselas como una prioridad diplomática mientras Moscú asume los puentes quemados con su invasión a Ucrania.