Rearme en Europa del Este
Estonia se prepara para una eventual guerra con Rusia impulsando sus empresas de tecnología militar
El país báltico dispara su gasto en defensa y la apuesta por tecnología militar de última generación como elemento de disuasión frente a las crecientes amenazas de Rusia a los miembros de la OTAN

Ejercicios militares de la OTAN en Estonia con tanques Leopard, en 2023. / Valda Kalnina / EFE

Cuando el pasado viernes tres aviones de combate rusos irrumpieron en el espacio aéreo de Estonia, para el país báltico no fue ninguna sorpresa. Aunque describió la maniobra como una violación "extremadamente peligrosa" y "sin precedentes", Tallin sabía que se trataba de la cuarta incursión aérea de Rusia en lo que va de año.
El temor a que Estonia pueda convertirse en la próxima Ucrania ha llevado al Gobierno a armarse hasta los dientes. Este miércoles, confirmó que disparará su gasto en defensa para alcanzar en 2026 el 5% del PIB nacional, dando un impulso a la fabricación de munición y explosivos. La apuesta pasa por las empresas, por eso el Ejecutivo liberal lanzó recientemente un fondo de inversión de 100 millones de euros para acelerar el desarrollo de deep tech, tecnologías de vanguardia como la inteligencia artificial o la computación cuántica, aplicadas al campo militar.
Esa preparación bélica, según el primer ministro Kristen Michal, está impulsando la economía. "Los conflictos normalmente son la base para la innovación y la industria de defensa y ciberseguridad de Estonia está creciendo a un ritmo que hace cinco años nadie habría creído posible", ha explicado Michal en una reunión con periodistas a la que ha asistido EL PERIÓDICO. Las amenazas de Rusia son un negocio para las compañías del sector.
Los conflictos son la base para la innovación y la industria de defensa y ciberseguridad de Estonia está creciendo a un ritmo que hace cinco años parecía imposible
Inversión privada en la guerra
El floreciente ecosistema tecnológico estonio se ha apuntado a esa tendencia, una participación que se acentuó después que, en febrero de 2022, Rusia reactivase la guerra en el este del continente con la invasión militar de Ucrania. De hecho, fue el sector privado el que convenció al Gobierno para crear ese fondo de inversión en tecnología militar. Entre ellos, Bolt, el Uber europeo, que ha donado cinco millones de euros a la defensa de Kiev.
"El sector está creciendo como nunca", explica el empresario Ragnar Sass, cofundador de Darkstar, un fondo de capital riesgo que reúne a inversores de Estonia, Alemania, Francia, Reino Unido, Países Bajos, República Checa y Ucrania para financiar tecnologías de guerra que promete movilizar una inversión en start-ups militares de 25 millones de euros. "Europa necesita tecnologías de defensa probadas, fiables y listas para su uso en el campo de batalla", señala Sass, vestido con un jersey de camuflaje verde con el lema "rearmar Europa".
La guerra del futuro ya es presente
La guerra del futuro pasa por innovaciones tecnológicas en el campo militar como los drones, los robots o las constelaciones de satélites de telecomunicaciones y vigilancia. Algunas de ellas se han expuesto esta semana en la Conferencia Anual del Báltico sobre Defensa, celebrada en Tallin, un encuentro con un título –Enemigo a las Puertas: Convertir Europa en una Fortaleza– que revela las intenciones de la industria. Ahí, EL PERIÓDICO ha podido ver desde carros blindados autónomos que el Ejército de Ucrania ya utiliza en el frente bélico hasta un barco pilotado por control remoto y equipado con cámaras térmicas que el Gobierno estonio está testeando para operaciones de rescate y para detectar las flotas fantasma de Moscú.
"La OTAN tiene mucho menos tiempo para disuadir a Rusia de lo que se suele suponer", reza un informe del International Centre for Defence and Security de Estonia presentado en la feria. "La disuasión debe comenzar ahora, a pesar de que la mayoría de los aliados europeos están atravesando un periodo de transición y vulnerabilidad".

Exposición de armas en la Conferencia Anual del Báltico sobre Defensa, en Tallin (Estonia). / Meeli Küttim
Explosión comercial en Europa
Ese fenómeno se extiende por Europa. La guerra en Ucrania y la inestabilidad del tablero geopolítico global han hecho que, en la última década, la Unión Europea haya pisado el acelerador para destinar 7.300 millones de euros al desarrollo de tecnologías armamentísticas para el periodo de 2021 a 2027, una tendencia que se ha acentuado tras el regreso al poder de Donald Trump y el paulatino repliegue de Estados Unidos del Viejo Continente. El acuerdo entre los miembros de la OTAN –a excepción de España– para incrementar el gasto en defensa hasta el 5% de su PIB ilustra ese giro. Y es que el Kremlin destina más del 8% del PIB ruso a su economía de guerra.
El cambio de época también se ha traducido al mercado, disparando el apetito inversor en la industria bélica, algo que hasta hace poco era un tabú. En lo que va de año, las acciones de gigantes armamentísticos europeos como Rheinmetall, Thales o BAE Systems se han doblado. La inversión en start-ups europeas de defensa se ha disparado un 500% entre 2021 y 2024, apunta un reciente informe de la consultora McKinsey. El año pasado, la inversión alcanzó la cifra récord de 5.200 millones, según el Fondo de Innovación de la OTAN y el grupo de investigación DealRoom. A nivel global, el gasto militar creció un 9,4% en 2024 hasta los 2,7 billones de dólares. Según el SIPRI, el mundo asiste al mayor incremento desde el final de la Guerra Fría.
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