Casi nadie discute que el sistema educativo español tenía que someterse a una revisión, antes o después, a un cambio profundo. Los elevados porcentajes de fracaso escolar --ronda el 30% en la región-- llevan tiempo pidiendo a gritos una modificación del sistema, pero no de esta forma "sorpresiva, que va a suponer un retroceso", critica Juan Morcillo, secretario de la Asociación Pedagógica Escuelas de Verano de Extremadura (Apevex), tras analizar el paquete de medidas de ahorro aprobado por el Consejo de Gobierno el viernes.

"No han metido la tijera, aquí han llegado con la motosierra y las consecuencias son un recorte brutal de profesorado y la pérdida de la calidad de la enseñanza", advierte Máximo Pulido, miembro de Afilalápiz, un grupo de reflexión de docentes extremeños. "Yo no dijo que no haya que hacer reformas, pero no con un papel sobre la mesa para restar 3.000 euros a la educación, si no con otros muchos que piensen en la calidad y no en el ahorro", asegura.

Ambos, en sintonía con los sindicatos educativos, aseguran que ninguna de las medidas planteadas es positiva, pero si alguna ha levantado ampollas es la de ampliar en un 20% la ratio de alumnos por profesor --lo que supone hasta cinco alumnos más-- y el aumento de la jornada lectiva a los docentes, lo que restará tiempo para la organización y coordinación de las tareas escolares. Volvemos a años predemocráticos, cuando en la educación no se hablaba de calidad y era excluyente, avisa Pulido. "Los que no tenían medios iban a las escuelas que apenas tenían recursos y masificadas y los que podían, a las buenas".

Así, Pulido, jubilado tras 42 años en la docencia, se pregunta dónde queda ahora la lucha contra el fracaso, por la equidad educativa, por la integración de los colectivos marginales,... "Los principios básicos de la educación, que recoge la ley extremeña, vuelan". Por ello insta a movilizarse. "Si no hacemos nada ahora algún día nos avergonzaremos de haber permitido estos recortes".

Y ese es precisamente el problema de tocar la educación. "Las consecuencias a corto plazo no se pueden valorar, aunque sí intuir y estas medidas suponen un claro retroceso que echa por tierra los logros de los últimos años", insiste Morcillo. Entre esos logros está la disminución de la ratio hasta los 25 alumnos en Primaria y los 30 en Secundaria. Hasta hace algunos años era lo más normal que 40 alumnos compartieran clase, pero el perfil de los estudiantes ahora es más diverso y áreas como las nuevas tecnologías piden paso. "Está claro que con 25 se trabaja mucho mejor en un aula, se puede atender mejor a aquellos que necesiten más atención por el motivo que sea. A cada alumno hay que darle lo que necesita".

Morcillo asegura que no hace falta esperar ocho años para entender que con estas medidas ni el fracaso escolar ni el rendimiento de los alumnos si no empeora, tampoco va a mejorar y argumenta que con grupos tan amplios posiblemente los métodos pedagógicos más innovadores tendrán que aparcarse.

Ciencias o Letras

Otra de las medidas que genera preocupación entre los profesionales del sector es la posibilidad de que los institutos puedan ofertar solo una modalidad de Bachillerato, Ciencias o Letras. "Esto pone en cuestión el esfuerzo que se ha hecho para acercar la Secundaria a las zonas rurales, con la creación de los IESO", según Pulido, y tiene un único fin: "el camino hacia la élite", añade Morcillo. "Los que tengan dinero o la suerte de vivir en un pueblo grande no tendrán problemas para estudiar lo que quieran, pero para los que viven en zonas rurales supone un atentado contra la igualdad de oportunidades", asegura el secretario de Apevex, que reúne a unos 200 maestros extremeños.

Con tal perspectiva avisan que la educación pública se deteriora a favor de la privada. "Los alumnos están condenados a la mediocridad o a salir de la escuela pública y ese es el verdadero trasfondo de todas estas medidas", asegura Pulido.

Lo mismo opinan muchos padres. La presidenta de la Freapa, Joaquina López, afirma que estos ajustes "injustos y agresivos" van a empeorar los problemas de la escuela pública en favor de las empresas. Nada de eso piensa la Confederación Católica de Asociaciones de Padres de Alumnos y Padres de Familia. Su presidente, Rafael Ramos, asegura que es momento de arrimar el hombro, pese a que rechaza hacer recortes. "He tenido hasta 50 alumnos en clase y eso sí es una exageración, pero sumar cinco más a las ratios actuales no tendrá consecuencias en la calidad de la enseñanza ni pública ni concertada".

Avisa que con este asunto se está haciendo "demagogia barata" y recuerda que hay centros que no llegan a 25 alumnos actualmente. "Seré el primero en luchar porque no se pierda calidad en la enseñanza, pero hay que racionalizar el gasto y ver las necesidades reales de cada centro, sin generalizar. Los ajustes son justificados y todos debemos ser más solidarios", matiza.

A eso insta también Pedro del Pino, docente durante 30 años y ahora jefe del servicio de Unidad de Programas Educativos de la Delegación de Educación de Badajoz. "Claro que es más cómodo trabajar con menos alumnos, pero la gente tiene que saber que la ratio no se aumentará en los grupos que necesitan una atención individualizada. Además se han cometido muchos dispendios en la educación que no tienen sentido ahora; se han creado centros en sitios con muy pocos alumnos".

Recuerda que se está hablando de recuperar recetas que no tenían tan malos resultados. "Antes la motivación de los alumnos y su rendimiento era mejor en muchos grupos". Por ello defiende que "con racionalización también se puede mejorar".