El hexano, un producto químico que se utiliza como disolvente para extraer al orujo el último aceite que le resta, ha sido el detonante de la tragedia de Moraleja. Así lo aseguraron ayer a este diario diversos profesionales y expertos que conocen este tipo de procesos y, en concreto, el que se realiza en la fábrica incendiada: Industrias Oleícolas Sierra de Gata.

"Es un material altamente inflamable, arde más que el alcohol, hay que tener mucho cuidado con el manejo del hexano". Quien así se expresa es Miguel Sánchez-Ocaña, dueño de una extractora de aceite en Galisteo que, a su vez suministra orujo a la empresa de Moraleja para que desarrolle el último proceso. "No sé que ha podido fallar para que se produjera la explosión, pero no cabe duda de que el hexano ha sido la clave", añade.

José Luis Llerena, del Centro Tecnológico Alimentario de Extremadura (Ctaex), recalca que "la extracción de aceite de orujo es muy peligrosa porque se utiliza hexano, un disolvente muy explosivo que sirve para robar el último aceite que queda en el orujo". En el caso de Moraleja, "lo que explota es el hexano, no el aceite", ha explicado Llerena a través de Twitter.

En síntesis, el proceso de extracción del aceite de la aceituna, del girasol o de otras semillas tiene tres fases. La primera es la que se realiza en la almazara. En el caso de la aceituna, por ejemplo, el aceite se extrae a través del prensado y centrifugación de las olivas. Por un lado queda el oro líquido y otro el desecho, denominado alpechín u orujo, que todavía tiene una textura húmeda y es aprovechable.

Estos restos se envían entonces a una extractora para que exprima el orujo y, a través de un nuevo proceso de centrifugación, obtenga algo más de aceite. Esta es la segunda fase. Tanto en esta como la primera se utilizan procedimientos físicos. De ahí que los empresarios aceiteros extremeños se esforzaran ayer por hacer comprender que explosiones como la de Moraleja nunca pueden tener lugar en una almazara ni en una industria de primera extracción del orujo.

La química y, por tanto, el peligro añadido entra en juego en la tercera fase, que es la que realizan en Extremadura dos fábricas, la de Moraleja y otra en Los Santos de Maimona. A ellas, llega el orujo en forma de una pasta seca. Para robar el último aceite que le resta se usa el hexano, que lava el orujo seco y arrastra y saca la parte oleaginosa. Los técnicos considera que este residuo sólido suele conservar aún entre un 3 y un 6% de aceite de oliva virgen.

El hexano es un hidrocarburo y forma parte de los derivados del petróleo. Se trata de un líquido incoloro, fácilmente inflamable y con un olor característico a disolvente.

En el caso del orujo, estos restos secos se somete a una lluvia de hexano porque este producto es capaz de disolver grandes cantidades de aceite sin extraer otros compuestos. Posteriormente, a través de un proceso de destilación, se retira todo el hexano para que quede el aceite crudo.

Al margen de la industria aceitera, se utiliza como disolvente para algunas pinturas y otros procesos químicos, entre ellos, por ejemplo, para quitar etiquetas de precios ya que disuelve el pegamento con que se adhieren. También es muy utilizado en la industria del calzado y la marroquinería.