Unos 200 miembros de la asociación Apavial representaron por decimoquinto año la Pasión Viviente con la presencia de cientos de espectadores, la mayor parte de ellos llegados a Alburquerque, que fueron testigos de esta fastuosa representación en la mañana del viernes santo. Escenarios naturales de la ladera norte del castillo de Luna y sus baluartes defensivos, convertidos en la ciudad de Jerusalén, acogieron una amplia variedad de actos, "escenarios que consiguen dar una verosimilitud impresionante a estos momentos centrales en la vida de Jesús, los últimos momentos de la vida de un hombre que marcó la historia hace más de 2.000 años. La entrada en Jerusalén, la última cena, el juicio ante Caifás y los sumos sacerdotes, el calvario, crucifixión y resurrección son imágenes que el espectador gravará en su retina y no podrá olvidar", indicó Manuel Martín, miembro de Apavial.

En la Puerta de Valencia, una de las que da acceso al intramuros de la villa, se iniciaron los actos y, posteriormente, a lo largo de cerca de dos horas, los espectadores deambularon de un lado para otro, siempre en los aledaños del castillo, para contemplar los diferentes momentos de la pasión y muerte de Jesucristo en siete escenarios distintos. "Estas localizaciones han sido seleccionadas siguiendo dos criterios: su atractivo, y que puedan ser vistos por el mayor número posible de espectadores". El buen tiempo fue decisivo para el desarrollo de la representación.