Tenemos una sustancia que mejora los síntomas en pacientes que no responden a la medicación convencional. Ocurre con la esclerosis múltiple, las náuseas y vómitos secundarios a la quimioterapia y el dolor crónico. No permitir un acceso seguro a ella es una aberración desde el punto de vista moral. Por un cuestión de ética profesional, estoy a favor de que se legalice con fin terapéutico». Es el argumento del médico pacense Javier Pedraza, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y consultor en tratamientos con cannabis y derivados. Su declaración de principios refleja una realidad que se va haciendo cada vez más visible en Extremadura y va tomando forma. Facultativos, asociaciones y partidos políticos han puesto sobre la mesa el debate del consumo de marihuana o cannabis como una medicina más. Al igual que ya ha ocurrido en otras comunidades (como País Vasco, Navarra, Cantabria, Canarias, Murcia y Andalucía), los defensores de esta regulación piden que el asunto esté presente en los parlamentos regionales.

Sus opositores argumentan falta de estudios científicos en profundidad y su ilegalidad para mostrar un rechazo a lo que, básicamente, consideran una droga que crea adicción. Pero hay otras voces que apuestan, sobre todo, por «un cambio de mentalidad».

La Federación de Asociaciones Cannábicas de Extremadura (Facex) ha presentado una proposición a los distintos grupos políticos con el objetivo de iniciar «una profunda reflexión». «No es apología del consumo ni mucho menos, lo que queremos principalmente es que quien quiera tomarla por motivos médicos, no tenga que acudir al mercado negro», aseguran desde Facex.

De momento, Ciudadanos ha registrado una propuesta de pronunciamiento en la Asamblea basándose en el fin terapéutico. Entre los argumentos que exponen destacan que el cannabis es «aconsejado incluso por los profesionales» y que «es una realidad que no se puede obviar». Además recuerdan que «se ha utilizado en la medicina tradicional china, en la hindú y, a partir del XIX, en la occidental hasta mediados del siglo XX».

Podemos también ha mostrado su disposición formar parte de ese «cambio» y ha pedido que el uso y cultivo deje de estar estigmatizado, aunque formalmente aún no ha elevado ningún borrador.

Mientras tanto, desde la Junta se muestran aún cautos manifestando que «el debate debe abrirse cuando se disponga de un estudio científico y serio sobre el uso terapéutico». Y agregan que el marco normativo proviene de la legislación nacional y es competencia del Ministerio del Interior.

Efectivamente es el Gobierno quien debe acabar con el limbo legal. En España está permitido comprar la semilla, así como fumar en tu propio hogar. Lo que se penaliza es el cultivo y el consumo en la vía pública. Las multas oscilan entre los 600 y los 30.000 euros.

Lo que se pretende desde los parlamentos regionales es instar al Estado a que permita el diálogo para cambiar las leyes e igualarnos a países como Alemania, Italia, República Checa, Israel, EEUU, Colombia y Argentina, entre otros, donde ya está legalizado el uso terapéutico.

SENTENCIA IMPORTANTE / En materia legislativa habría que recordar que Extremadura cuenta con un caso reciente importante. Este mes de abril un juez archivó una denuncia por tráfico de drogas contra una de las tres asociaciones de marihuana de Cáceres (a la misma habían pertenecido enfermos de cáncer y fibromialgia). La abogada que llevaba el caso, Estrella Santiago, explica que hubo cuatro elementos fundamentales: se trataba de consumo compartido, en el ámbito privado, en un circuito cerrado y la previsión del cultivo era acorde al número de socios, de manera que no podía haber acusación por lucro o por ser un problema de salud pública.

Son resquicios legales que van dibujando la posibilidad de otro marco normativo. Pero de momento los argumentos de la falta de rigor científico y la adicción siguen primando. «El sexo también puede ser adictivo, pero no lo vamos a prohibir, ¿no?», plantean con ironía desde Facex.

El facultativo Pedraza insiste: «El cannabis ha demostrado una utilidad clínica más clara en los pacientes con cáncer, pues disminuye las náuseas y vómitos provocados por la quimioterapia, aumenta el apetito, palía los dolores, mejora la calidad del sueño y ayuda a luchar contra la ansiedad y la depresión».

No obstante, advierte que «fumar no es en absoluto recomendable, porque la combustión irrita los bronquios». Su propuesta es el uso de aceites que se dosifican en forma de gotas. «Una manera sencilla que permite la automedicación en cualquier lugar», subraya.