La ilusión por bandera y el folclore como herramienta. Con estos ingredientes, Angélica Galán inició hace cinco años un proyecto de aprendizaje denominado Extremadura en la Escuela: recuperando nuestras raíces, con el que trata de mejorar el conocimiento que los pequeños alumnos tienen sobre su entorno y sobre su región. Y lo hace a través de la música, su especialidad, y el folclore extremeño.

Durante seis semanas (entre carnavales y Semana Santa) los 90 escolares del Colegio Público Santa Florentina de Madrigal de la Vera investigan sobre Extremadura y aprenden canciones, localizaciones geográficas, indumentaria típica, tradiciones... «Tenemos una secuenciación. La primera semana elegimos una canción, que suele ser una jota, y todo gira en torno a ella. Hacemos una presentación, les cuento de qué va y empezamos con el rincón etnológico, donde se centra todo. Este año, por ejemplo, estaba centrado en instrumentos. Luego, localizamos geográficamente esa canción, buscamos en el mapa de Extremadura -en la plantillas lo hacemos todo de forma artesanal-, aprendemos cosas sobre esa localidad concreta, trabajamos también las letras de las canciones que muchas contienen palabras en castúo y vemos su significado... Es todo a base de investigar», explica esta docente que también dirige el centro desde hace una década.

Los alumnos acompañan con el mortero canciones tradicionales por las calles del pueblo.

«El hilo conductor es la música y el baile pero se toca un poco de todo: geografía, historia, actividades económicas de las comarcas que recorremos, palabras, tradiciones,... Yo quiero que esto realmente sirva para algo y no se quede solo en una cosa bonita. Quiero que los alumnos tengan conciencia de dónde estamos, que conozcan su comarca pero también el resto».

Así, el proyecto se inicia desde Infantil con jotas que suelen ser juegos «que también están muy perdidos». En los dos primeros cursos de Primaria se trabaja sobre el pueblo y a partir de tercero se abre a la comarca y a toda la región.

Rincón etnográfico dedicado a los instrumentos.

Este cole trabaja como centro de interés sin libros de texto, esto es, que toda la programación de infantil se elabora en torno a temas que sean del interés de los alumnos. «Cada mes pasa algo en la escuela y todo va enfocado a ello», explica Angélica. Y ahí encajó este proyecto que se planteó cuando llegó un 25 de febrero.

El día del Estatuto

Esa fecha está marcada en el calendario escolar como un día de celebración pedagógica para conmenorar el Estatuto de Autonomía. «Pero nos parecía cutre, un día no sirve para mucho. Algunos centros lo aprovechan para cantar el himno o hacer una exposición de trajes regionales, pero yo creo que se queda muy corto», cuenta. «Aquel año (en 2013) teníamos en el centro a una cuidadora, Iluminada Pérez, que es una apasionada del folclore y me propuso hacer algo más y recuperar la Semana de Extremadura en la Escuela que se hacía antiguamente. Y nos lanzamos, al principio lo hicimos en petit comité, pero el curso siguiente tuve la suerte de tener una chica de prácticas que había bailado jota aquí en el pueblo y me ayudó un montón».

A partir de ahí, el proyecto cada año está centrado en un sitio distinto «y afortunadamente cada año también aparece por aquí alguien que sabe de folclore». También cuenta con la implicado del claustro y de los padres. «Si los alumnos tienen una hora de Música a la semana, en esas cinco o seis semanas que dura el proyecto pueden tener dos o tres horas en cada curso porque, por ejemplo, me meto en clase de Educación Física para trabajar con el compañero las coreografías».

Este centro no es el único de la comunidad que desarrolla iniciativas que ponen en valor la identidad extremeña, pero sí es uno de los más activos con un proyecto propio que ya lleva cinco años en marcha. «Es muy gordo que los niños de hoy no tengan ni idea de lo que tiene más cerca. No quiero caer en nacionalismos ni que piensen que lo que hay en Extremadura es lo mejor, pero es muy triste que no sepan las provincias que tenemos, la capital o nuestra arquitectura... Son cosas de cultura general. En Primero hay niños que no saben qué pueblo tenemos al lado ni que Candeleda, a 10 kilómetros, pertenece ya a Ávila. Nuestras generaciones lo aprendimos sin darnos cuenta», asegura. Y ya no es solo una cuestión de currículo educativo, sino también de identidad y orgullo regional: «hoy en día parece que está mal visto bailar la jota o vestirse de perrunilla porque, por lo que sea, no he hemos dado valor a lo nuestro», apunta.

Por ello esta entusiasta maestra también se ha sumado al grupo que quiere recuperar la Semana de Extremadura, aunque avisa de que será complicado. «Se puede hacer pero para ello hay que cambiar la forma de organizar los programas educativos, esto no es abrir un libro y acabar las 120 páginas en junio. Requiere implicación, trabajo, esfuerzo... y voy a presentar mi proyecto en el CPR de Jaraíz de la Vera porque yo puedo demostrar que funciona y no cuesta tanto». Y para ello hay otro actor importante: la administración. «Los maestros podemos hacer ruido pero hace falta crear esa necesidad y ahora lo que parece más necesario es la robótica y el bilingüismo, es lo que está de moda y está muy bien también, pero queda lejos de un pueblo de 1.500 habitantes», se lamenta. Mientras, Angélica ya está pensando en el próximo curso y en las tradiciones extremeñas que va a recuperar en sus clases para evitar que caigan en el olvido. «Me encantaría hacer una boda extremeña».