En el quinto día de movilizaciones y disturbios en Cataluña, ante la jornada que el Gobierno preveía más problemática por las marchas y la huelga contra la sentencia del procés, Pedro Sánchez quiso transmitir «moderación». El presidente en funciones no quiere encender aún más el ánimo de los independentistas, y ayer, en Bruselas, tras la reunión del Consejo Europeo, aseguró que el Ejecutivo no caerá en respuestas «exaltadas». Pero eso no significa que piense eludir la «firmeza democrática», subrayó Sánchez, que advirtió al president, Quim Torra, contra su propuesta de celebrar un nuevo referéndum.

El Gobierno considera que la idea de Torra, anunciada el jueves pasado en el pleno del Parlament, muestra su soledad y falta de iniciativa ante la compleja situación actual. La prueba, argumentan en la Moncloa, es que los partidos independentistas desconocían la propuesta y se desmarcaron de ella. «No se puede repetir un camino que ha llenado de frustración y fracaso a la sociedad catalana. Torra tiene que aspirar a gobernar al conjunto de la sociedad catalana y no solo a una parte», advirtió.

Su intervención estuvo muy medida. «No hay que ceder al impulso de la exaltación. Firmeza y proporcionalidad. En consecuencia, moderación», dijo. Las iniciativas que pueda tomar el Gobierno ante un aumento de la violencia o una vuelta de la Generalitat a la senda unilateral, continuó, están «todas previstas».

Pero aquí Sánchez ofreció un argumento relevante para no tomar medidas extraordinarias, como la ley de seguridad nacional y el artículo 155 de la Constitución, más allá de que por el momento no se den los supuestos para ello. Así, el presidente subrayó la necesidad de que la sociedad comparta la respuesta que vaya a dar el Ejecutivo. «Es importante que haya una legitimidad social, que la ciudadanía entienda cuándo se toman esas medidas», explicó.