«Es verdad que antiguamente teníamos el perfil de un jugador patológico asociado sobre todo a las máquinas tragaperras, y que ahora se está viendo sustituido por el de una persona cada vez más joven vinculada al juego ‘on line’ o a las casas de apuestas», explica Javier González Encinas, psicólogo de la Asociación de Jugadores en Rehabilitación Nuestra Señora del Puerto de Plasencia. Pero el que a los centros lleguen «cada vez menos» personas con este problema ‘tradicional’ para su tratamiento, puntualiza, «no significa que esta adicción haya dejado de existir».

La media de edad de estos ludópatas—a partir de 40 o 45 años—, es mayor que la de quienes han caído en el abuso del juego ‘on line’ o del de las salas de apuestas. Un factor que, junto a otros de índole social, apunta, podría contribuir a que las máquinas mantengan su presencia en los locales extremeños en mayor medida que en otras zonas de España, una vez que en Extremadura hay una tendencia más acusada al envejecimiento de la población «y que esta es una vía de ocio para un perfil de edad mayor», razona. Esta mayor edad media hace también que quienes lleguen con esta dependencia a menudo sumen ya «varios intentos» de ponerle fin. Han tenido «incluso periodos de no haber tocado el juego», tras los cuales han regresado a los patrones de ludopatía previos.

No obstante, señala que su tratamiento suele ser algo menos complicado que con el juego telemático. El trabajo psicológico, junto con «una serie de procesos o pasos, que tienen ver con el control económico, la autoprohibición para no entrar a los salones, y el cambio de algunas pautas de vida —aclara—, pueden dar buenos niveles de éxito». Frente a esto, el control de la tentación cuando se quiere evitar el juego por internet «es mucho más difícil». «El tener un dispositivo móvil que te da acceso continuamente a lo que son las aplicaciones de los diferentes portales de juego ‘on line’ hace que la dificultad sea mayor», argumenta.

En el caso de los jóvenes que acuden a rehabilitarse, «es raro que el juego al que se asocia su problema sea exclusivamente la máquina tragaperras. Ellos mismo te lo dicen, pueden tocarlas, pero siempre hay otro tipo de juegos o de apuestas», matiza González Encinas. «Son un elemento más, un factor complementario de lo que es el perfil de su adicción», sostiene.

Una puerta de entrada

Por otro lado, este psicólogo incide también en el papel que tienen estos dispositivos en la «iniciación» en el juego, una vez que se trata de una práctica «bastante extendida en nuestra cultura por lo que acaban suponiendo en ocasiones una puerta de entrada para acceder, o al menos familiarizarse, con el mundo del juego. «Mucha de la gente con la que trabajamos nos cuenta que en su ámbito familiar siempre ha habido alguien que jugaba en ellas».

Desde la Asociación Extremeña de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Aexjer), su presidente, Antonio Regalado, remarca también que se ha producido un considerable descenso en el número de jugadores que se tratan en ella con esta adicción. «De lo que es el juego con tragaperras, casi no nos llega nadie, ni jóvenes ni mayores. En los últimos seis meses, habrán venido cinco o seis», apunta.

En esta asociación tratan actualmente a más de medio centenar de personas, una quincena de ellas por su dependencia de las tragaperras, mientras que el resto acude por el juego ‘on line’ o las casas de apuestas. Una situación que Regalado contrapone a la que había hace menos de una década, cuando llegó a este colectivo. Entonces, la práctica totalidad de los ludópatas lo eran por las tragaperras. «No sabemos por qué no nos llega gente, viendo lo que se ve en la calle, que las máquinas siguen estando en todos los bares», apunta Regalado, que teme que pueda deberse en parte «al miedo» a hacer públicos estos problemas.

Igualmente, coincide en que la rehabilitación de estos jugadores suele ser más fácil. «De las máquinas tragaperras se sale muchísimo mejor de la adicción que de las casas de apuestas», asegura.