Adheridos a las rocas tras milenarios procesos erosivos de la tierra, los minerales resurgen en altas concentraciones de gran calidad en la llamada España vaciada, despensa europea de metales estratégicos del futuro como las tierras raras, el coltán, el cobalto, el litio o el telurio, con capacidad para rejuvenecer con 25.000 nuevos puestos de trabajo algunas comarcas despobladas, según los empresarios del sector. Extremadura cuenta con varios ejemplos con los proyectos que tratan de activar en Cañaveral y Cáceres, ambos de litio, o con otras iniciativas con permisos en vigor para extraer niobio o tántalo.

En todos los casos se tratan de materias primas muy escasas en el continente y vitales para la Unión Europea (UE) en su defensa de la transición ecológica en la que ha empezado a trabajar ya y que se pretende acelerar en la era poscovid. El objetivo es impulsar la industria y fabricación de altas tecnologías en un escenario mundial acaparado ahora por China.

Un informe de la Comisión Europea de abril del 2019 ponía ya el acento en la necesidad de tomar las riendas de la economía emergente en torno a minerales como el litio, por su valor estratégico para el futuro de la industria del automóvil, con el desarrollo de los coches eléctricos. Ese informe ya advertía de que en la próxima década el desarrollo de este tipo de vehículos iba a generar una elevada demanda de materiales como el litio, el grafito el cobalto y el níquel, y reclamaba que se potenciara toda la cadena de valor para cortar con la dependencia actual del país asiático.

La ubicación de muchos de estos yacimientos supone que explotarlos ofrecería un balón de oxígeno a las economías de zonas deshabitadas: la España rural concentra el 80% de los indicios de yacimientos de minerales esenciales, según el inventario del Instituto Geológico Minero de España. Gran parte de ellos, en la franja entre Galicia y Extremadura.

Su extracción convertiría a España en el segundo país de la UE productor de tierras raras, por detrás de Finlandia, asegura Vicente Gutiérrez Peinador, presidente de la Confederación Nacional de Empresarios de la Minería y la Metalurgia (Confedem). Recuperar cada mina requiere de una inversión mínima de 200 millones y su actividad se prolonga durante una media de 20 años, explica. Asimismo, volver a las viejas minas supondría una inversión de hasta 8.000 millones de euros y crear alrededor de 25.000 nuevos empleos, según cálculos de Confedem.

Tanto en el caso de la mina de litio de Cáceres como la de Cañaveral, los proyectos extractivos a estudio se ubican en dos antiguos yacimientos que se explotaron en el siglo pasado y quedaron abandonadas. Los proyectos tienen diferentes condicionantes y la tramitación no sigue el mismo ritmo, pero en conjunto proyectan crear alrededor de 600 empleos de los que alrededor de 400 serían del proyecto que lidera Lithium Iberia en Las Navas (Cañaveral) y que además de la extracción, contempla dos plantas de tratamiento de los minerales para extraer el litio y tiene un acuerdo con la empresa Phi4tech para crear una fábrica de baterías de litio que se ha anunciado en Badajoz. La previsión de Infinity Lithium en el yacimiento de San José de Valdeflórez es crear 218 empleos entre la mina y la planta que contempla el proyecto en Cáceres para procesar el mineral que se extraiga allí.

Rechazo ecologista

El punto crítico frente a este resurgir de las explotaciones mineras se halla en los ecologistas. «La actividad se acaba y las empresas, una vez llenados sus bolsillos, se van a otras partes dejando en las comarcas toda la porquería y contaminación», denuncia Elena Solís, coordinadora de minería de Ecologistas en Acción. Las empresas «someten a una violencia extrema» a los pueblos en los que se asientan, añade, convencida de que el número de empleos que generan no compensan «los daños que provocan al medio ambiente, la agricultura y la salud» de los ciudadanos.

La asociación ecologista ha presentado alegaciones a los dos proyectos de litio en Cáceres, que son los que más impacto pueden tener en la estrategia de desarrollo de la industria de altas tecnologías. En el caso de las de Cañaveral, que están ahora en estudio, la organización entiende, por ejemplo, que «no se justifica por qué buena parte de las instalaciones no están fuera del monte público (en el que se encuentra el yacimiento) o se presentan alternativas para no ocuparlo». Señala además que la zona en la que se encuentra la antigua mina de Las Navas «es clave como corredor ecológico, entre las sierras de Monfragüe y las sierras del noroeste de Cáceres».

Estos dos proyectos son los más importantes por la dimensión de ambos yacimientos (son los más grandes de la península) pero hay otros en la región como el yacimiento de estaño y litio de Tres Arroyos en Alburquerque, que se está investigando también

«Todas las compañías mineras están obligadas a suscribir un aval bancario para garantizar que se va a rehabilitar el terreno una vez cese la actividad», responde Gutiérrez Peinador en defensa de la explotación de estos minerales, claves en la transición energética que impulsa actualmente el Gobierno.

Oro negro y petróleo blanco

Orense cuenta con la mayor reserva europea de coltán, el ‘oro negro’ del momento; mientras que Extremadura podría convertirse con los dos proyectos en Cáceres en el referente europeo del litio, considerado el ‘petróleo blanco’, como material indispensable para fabricar baterías de coches eléctricos. «La explotación razonable de estas minas puede ser una oportunidad para los pueblos», concluye el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas Félix Antonio López.