Dos fotografías separadas por 22 años permiten evidenciar el salto que se ha producido en las instituciones en el camino hacia la igualdad. Entre una imagen y otra han pasado dos décadas, pero también muchas mujeres y hombres que han alimentado unos avances que se han acelerado en el siglo XXI en la esfera pública, aunque hayan requerido también de voluntad y medidas de impulso como las que ahora tratan de espolear los avances en el resto de la sociedad. La primera foto (arriba) corresponde al quinto mandato de Juan Carlos Rodríguez Ibarra al frente de la Junta de Extremadura, con Ana Garrido como única mujer en su Consejo de Gobierno (un año después se unieron María Antonia Trujillo y Violeta Alejandre). La instantánea de abajo corresponde a la toma de posesión del actual Consejo de Gobierno que preside Guillermo Fernández Vara, el que más mujeres incluye en las diez legislaturas de historia del ejecutivo autonómico (el mandato anterior de Vara ya culminó con un consejo de Gobierno con seis mujeres y dos hombres).

No es solo la presencia de la mujer, sino que asume algunos de los principales cargos tanto en el caso del ejecutivo como del legislativo. La Portavocía de la Junta la ocupa Isabel Gil Rosiña, la Asamblea de Extremadura está presidida también por una mujer (Blanca Martín) y las portavoces de tres de los cuatro grupos que integran la cámara son también mujeres: Lara Garlito (PSOE), Cristina Teniente (PP) o Irene de Miguel (Unidas por Extremadura).

El camino ha sido más ágil que en otras esferas y el cambio es evidente. Las elecciones municipales del año 1983 concluyeron con 12 mujeres al frente de una Alcaldía. Fue un hito teniendo en cuenta que en la primera convocatoria (en el año 1979) apenas había un par de candidatas en la región y el primer paso del incremento que se fue registrando en las sucesivas convocatorias: 22 alcaldesas en el año 1995, 46 en el 2003, 72 en el año 2011 y 96 mujeres se convirtieron en alcaldesas o revalidaron al frente de sus ayuntamientos en los comicios locales del 2019. Junto a ellas accedieron a las concejalías en esos comicios 1.300 mujeres que aunque suponen aún una cuarta parte del total de ediles en los ayuntamientos de la región, multiplican por diez la cifra de concejalas hace 25 años, donde comienza el registro de las estadísticas del Ministerio de Igualdad.

En el caso de los parlamentos autonómicos, la presencia de mujeres ha ido consolidando también en los últimos 38 años desde las tres diputadas que accedieron a la Asamblea de Extremadura tras las elecciones del año 1983 a las 29 que estaban en el arco parlamentario regional como resultado de las últimas elecciones autonómicas en el 2019.

«Las cuotas eran necesarias y abrieron un debate que nos ha traído hasta hoy»

Inmaculada Fernández

Primera alcaldesa en la provincia de Cáceres (1979), diputada y senadora

Inmaculada Fernández se convirtió en el año 1979 en la primera mujer en ocupar una Alcaldía en la provincia de Cáceres, en la localidad de Romangordo. Tenía 23 años y fue la única que lideró una candidatura del PSOE en la provincia y una de las pocas que lo hizo en la región. «Había mucho miedo aún y no había candidatos, menos aún en el mundo rural», recuerda desde la casa que mantiene en la localidad, donde pasa ahora muchas temporadas. «Nunca me sentí cuestionada en el pueblo por ser mujer. De hecho creo que en esos primeros años valoraban que estuvieran al frente gente joven y formada, porque partíamos de la terrible premisa de que todo estaba por hacer», recuerda. Estuvo en el ayuntamiento hasta el año 1995 y en la última legislatura como concejala y además diputada en la Asamblea de Extremadura. Después fue diputada en el Congreso y senadora.

«Nunca me he sentido diferente por ser mujer. Pero es cierto que hasta este siglo la participación de las mujeres en la política ha sido minoritaria» reconoce Fernández, que señala como un hecho «crucial» el sistema de cuotas que aprobó el PSOE en el congreso federal de 1988.

«Generó un debate muy intenso en otras formaciones políticas, pero lo cierto es que propiciaron que la presencia de la mujer en las posiciones de salida avanzara a un ritmo mucho mayor que en la actividad de la empresa privada», apunta y defiende el modelo: «Las cuotas eran necesarias porque la realidad mostraba que o había cuotas o los espacios solo los ocupaban los hombres».