A Zahi Hawass, siempre le ha gustado estar en la cresta de la ola mediática. Durante casi 20 años se erigió en el guardián todopoderoso del mundo de los faraones como secretario general del Consejo de Antigüedades. Nadie osaba mover ni una sola piedra de los vestigios del antiguo Egipto sin el permiso del famoso arqueólogo, conocido, entre otras singularidades, por aparecer siempre tocado con su viejo sombrero de ala ancha, a lo Indiana Jones. Su poder, ligado a la familia del expresidente Hosni Mubarak, se esfumó pocos meses después de la frustrada revolución egipcia del 2011. Ahora, tras años lejos de los focos, dedicado a escribir, impartir conferencias y dirigir algunos yacimientos, vuelve a la palestra a lo grande, como si deseara recuperar el tiempo perdido.

Personaje polémico, algo arrogante y con un ego enorme -según sus detractores-, Hawass fue el protagonista la pasada semana de una escena única. Frente a las cámaras de televisión del canal estadounidense Discovery abrió en directo un sarcófago de un sacerdote egipcio de hace 2.500 años, descubierto en una excavación a las afueras de las ciudad de Minya, al sur de El Cairo. A principios de año, su nombre apareció también en los medios de todo el mundo tras afirmar que estaba a un paso de descubrir la tumba de Cleopatra, lo que más tarde tuvo que desmentir y advertir que sus palabras, pronunciadas durante una conferencia en Palermo, habían sido mal interpretadas.

Nacido hace 71 años en el seno de una familia de granjeros en la ciudad de Damieta, una localidad costera a 170 kilómetros al norte de El Cairo, Hawass entró en el mundo de la arqueología sin demasiada convicción, casi por casualidad, tras abandonar la carrera de Derecho y descartar dedicarse a la diplomacia. «De pequeño siempre tuve miedo a la oscuridad», dijo a este periódico en el 2006. «Solía imaginar que me perseguían demonios. Al hacerme arqueólogo, descubrí un pozo y bajé; olvidé el miedo y me sumergí en la oscuridad para desvelar el misterio de la arqueología».

Durante toda su vida profesional, Hawass ha intentado cumplir una misión: ser el «guardian de las antigüedades egipcias», como lo definió la revista Time tras incluirlo entre las 100 personas más influyentes del mundo en el 2006. El egiptólogo ha trabajado con ahínco, pero sin éxito, para recuperar piezas únicas expoliadas a Egipto en el pasado por arqueólogos extranjeros. Las más deseadas son el busto de Nefertiti, expuesta en el Museo Egipcio de Berlín, la piedra Rosetta, una de las principales atracciones del Museo Británico de Londres, y el zodíaco de Dendera, que se puede ver en el Louvre, en París.

Malversación de fondos

El exceso de celo que mostró por controlar y resguardar la enorme herencia faraónica mientras estuvo al frente del Consejo de Antigüedades le generaron fuertes críticas y un buen número de enemigos. De él dependía quién podía excavar y quién no, y a qué precio. «Cuando confías en ti mismo, cuando sabes que eres bueno, la gente te critica», dijo a este diario.

Hawass ha tenido que hacer frente a la justicia de su país en más de una ocasión desde que dejó de ser el máximo custodio de los faraones, acusado de corrupción y de malversación de fondos públicos, aunque en todos los casos ha salido absuelto. La última vez que compareció frente a los tribunales fue hace tres años, cuando la fiscalía general egipcia investigó su presunta implicación en el robo en el 2013 de unas piezas de la famosa pirámide de Keops. Los usurpadores fueron tres alemanes aficionados a la arqueología que fueron condenados en rebeldía a cinco años de cárcel. Las piezas sustraídas fueron finalmente devueltas a Egipto.

Yacimiento d e Minya

Ahora Hawass centra su atención en el rico yacimiento de Minya que, como advierte, todavía esconde muchos misterios. «Creo que este lugar va a necesitar excavarse durante los próximos 50 años», dijo a las cámaras del canal Discovery. Una excavación que seguro le ayudará a recuperar la fama que tuvo antaño, cuando hacía de guía a jefes de Estado de todo el mundo, como los mismísimos Barack Obama y Raúl Castro, y a famosos de visita al Egipto de Mubarak, entre ellos Beyoncé, Kylie Minogue, Susan Sarandon y Goldie Hawn y su marido, Kurt Russell. De momento, y como legado, deja un gran número de libros y los documentales en los que aparece como protagonista.

Gran aficionado al cine clásico -entre sus películas preferidas se encuentran Lo que el viento se llevó, La gran escapada, Zorba el Griego y Espartaco-, está atento al futuro proyecto cinematográfico sobre la vida de Cleopatra. Entre las aspirantes a interpretar a la célebre y mítica reina del antiguo Egipto están Lady Gaga, Beyoncé y Angelina Jolie. Hawass, que no tiene reparos en afirmar que es un descendiente directo de los faraones, ya se ha pronunciado. Se queda con Jolie.