L o mejor que se puede decir de Chenoa es que no molesta. Reconozco que no es gran cosa, pero no puede decirse lo mismo de sus compañeros de Operación Triunfo, que me resultan asaz irritantes: David Bisbal y sus cabriolas a lo Elvis en Las Vegas, Rosa de España (no somos familia, insisto) y sus gorgoritos, Manu Tenorio y esa cursilería que le sale a chorro por todos los poros, Bustamante y sus berridos… Ya sabemos que Operación Triunfo es una patada en la boca de la historia de la música pop, pero unas patadas hacen más daño que otras y yo diría que las de Chenoa son prácticamente inofensivas.

Es más, mucha gente encuentra fascinantes sus canciones, pues acumula siete discos de platino y dos de oro, que, aunque el platino y el oro se han devaluado mucho discográficamente hablando -ya nadie se refiere a ventas de millones de ejemplares, creo que se consigue el oro con 40.000 copias vendidas de un cedé y el platino con 100.000-, no es moco de pavo.

María Laura Corradini Falomir -sí, Chenoa es un alias- nació en Mar del Plata, Argentina, en 1975, pero ocho años después su familia se trasladó a Mallorca. La niña cantaba desde pequeñita y estudió solfeo y ballet. Ya de jovencita, formó un par de grupos musicales, Quo Vadis y Koan Fussion, que dieron de sí lo que tenían que dar -o sea, no gran cosa- y se disolvieron. El primer trabajo serio de nuestra heroína fue como cantante en el Casino de Mallorca, donde se tiró una buena temporada entreteniendo a los ludópatas de la zona.

Su gran oportunidad le llegó en el 2001, cuando fue admitida en la academia de Operación Triunfo (primera edición), por donde también pululaban Bisbal, Bustamante, Tenorio, Rosa de España (no somos familia, no sé si ya lo he dicho) y otras lumbreras de la canción amateur, alegres muchachos y muchachas a los que la familia y los amigos, sin duda, habían animado a probar suerte en ese nuevo concurso.

Un fan llamado Maragall

El primer puesto se lo llevó Bisbal, que en aquellos tiempos lucía una cabellera ensortijada muy vistosa, y el segundo, Chenoa, para disgusto de Pasqual Maragall, que se había declarado fan suyo. En el 2002 publicó su primer disco, titulado simplemente Chenoa, que fue un exitazo del copón. Tras participar en una cosa llamada Eurobest -creo que era una reunión paneuropea de triunfitos- y volver a llevarse el premio gordo, su carrera discográfica alcanzó la velocidad de crucero: Soy mujer (2003) -que incluía el hit En tu cruz me clavaste, que lo petó en Venezuela como tema central del culebrón Estrambótica Anastasia-, Nada es igual (2005), Absurda Cenicienta (2007) -en el que todas las canciones están compuestas por ella misma, con lo que demuestra más habilidades que los demás triunfitos-, Desafiando la gravedad (2009), Otra dirección (2013) y Soy humana (2016). Lo último que ha sacado es el single A mi manera (2019).

Para que veamos que es una persona con sustancia, en el 2017 publicó un libro, Defectos perfectos, que recogía sus comentarios y reflexiones sobre la vida y el universo: la primera edición se agotó en dos días. A pesar de haber participado en programas de televisión como Tu cara me suena o Tu cara no me suena todavía, hay que agradecerle a Chenoa que no se haya convertido en una de esas celebrities pesadas que te encuentras hasta en la sopa. Ya les dije que era una persona que no molestaba. En ningún sentido. En el musical, recuerda un poco a Paloma San Basilio, que facturaba un pop dulzón y anodino que no hacía daño, aunque daba lo mismo escuchar sus canciones que no escucharlas: es una opción en la que tanto Paloma como Chenoa han brillado con luz propia.

Chenoa ha tenido también el detalle de ahorrarnos escándalos, bodas, separaciones, peleas por la custodia de los hijos… Sabemos que salió con Bisbal una temporada, que luego tuvo algún que otro novio más y que un día de estos se nos casa con un urólogo madrileño llamado Miguel Sánchez Encinas. Persona discreta en lo artístico y en lo personal, Chenoa hace felices a sus fieles y no nos irrita a los demás. No se puede pedir más al mundo del que procede.