La ermita de Santa Catalina es una de las ermitas desaparecidas más antiguas de la ciudad. Tuvo una larga actividad religiosa durante varios siglos y en la década de los setenta se derribó y en la actualidad sólo se puede contemplar el altar mayor en el lugar donde se encontraba Santa talina Mártir.

Según Bernabé Moreno de Vargas, que en su historia de 1633 comenta poco de ella, "es cuadrada y por esto y ser así tradición, se entiende fue sinagoga de los judíos, y aunque es pobre, está muy adornada con las limosnas que por su devoción la hacen D. Alonso Mexias de Prado y Doña Antonia de Vivero, su mujer, y a su instancia se dice misa en ella todos los días y muchas los de fiesta".

José Alvarez y Sáenz de Buruaga, en su libro Materiales para la historia de Mérida (1637-1936) dice: "Se dicen muchas misas en Santa Catalina (1667)". Este mismo año en el mes de diciembre: "A los arrieros se le da licencia para constituir la Cofradía de la Mártir Santa Catalina". La ermita era una buena ayuda para la parroquia de Santa Olalla, estaba caída y convertida en muladar. Se pretende levantar, pidiendo al real Consejo que autorice a disponer de los propios de la ciudad en agosto de 1673. Seis años después se logran 1.500 reales para las obras.

Vicente Navarro del Castillo investiga y dice que en 1650 se restaura. Por carta de pago de fecha 22 de enero de 1760 la condesa de Santibañez, Doña María Agustina Mesias, fundó una capellanía servidera en esta ermita, con renta de 200 ducados. A principios del siglo XIX la ermita estaba cerrada al culto, por lo que el párroco de Santa Eulalia, Don Gregorio Fernández Pérez, solicitó y obtuvo, en 1864, permiso del Obispo Prior D. José Casquete de Prado para abrirla de nuevo al culto. En 1894, merced a las limosnas recogidas por el párroco D Andrés Villarroya, se pintó y adecentó.

BARROSO Y MORGADO Los historiadores Yolanda Barroso y Francisco Morgado hacen un estudio: "Tras la expulsión de los judíos en España en 1492, sus lugares de cultos pasan a manos cristianas. Esto sucede con la sinagoga que se levantaba en la actual plaza de Santa Catalina que, después de bendecirse, es convertida en ermita. En el año 1494, ya aparece con esta fundación en la visita que realiza la Orden de santiago".

En 1498 la describen como una iglesia de "tres naves sobre arcos de cantería con techumbre de madera de pino cepillado y teja encima. La imagen de Santa Catalina, de madera dorada y pintada y de bulto redondo, se hallaba en el altar mayor que era de cantería. Dentro de la ermita existía una tribu a que era donde los judíos oraban".

A pesar de estar bien construida debió ir empeorando en sucesivos años y de 1667 a 1673 el deterioro fue aumentando. Se hicieron peticiones para recuperar su antiguo esplendor, pero tardarían años en recuperar algo de lo perdido y en el siglo XX, aunque se mantuvo su actividad religiosa ,se derribó en los 70.

Actualmente es del Estado y como la Junta de Extremadura tiene competencias es el Consorcio de la Ciudad Monumental quien está desarrollando el trabajo que se realiza. En breve allí tendremos un edificio, donde se ha proyectado un concurso de ideas para la construcción de un edificio que tape las medianeras reconstruyendo el volumen del pórtico del foro. La ermita de Santa Catalina es otro recuerdo en la historia de Mérida.