Un día como ayer, un 19 de septiembre del año 1986, se inauguraba la nueva sede del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida. Era un día caluroso en el que estuvieron presentes SS. MM. los Reyes, el presidente de la República de Italia, y el entonces ministro de Cultura, Javier Solana. Aquel día daba comienzo la andadura de un edificio que supuso un impulso al estudio y la difusión del legado romano que escondía y esconde la antigua Augusta Emerita. Pero también supuso un hito para la forma en la que en España se presentaba el patrimonio cultural al ciudadano.

Han pasado 25 años desde aquel día en el que por primera vez se abrían las puertas de un edificio diseñado por ya entonces un reconocido arquitecto español, Rafael Moneo una obra que a nivel personal también supuso un impulso a la que ha sido y es un trayectoria plagada de éxitos y de reconocimientos en todo el mundo. No en vano, y tal y como señaló ayer, tuvo una influencia definitiva para su nombramiento, en 1985, como decano del Departamento de Arquitectura de la Universidad Harvard.

Moneo estuvo ayer una vez más en Mérida. Participó en el acto institucional con el que se conmemoraban los 25 años de historia de la sede del museo. Pronunció una conferencia en la que repasó cómo fue la gestación del proyecto, la larga y lenta construcción del edificio, la gran acogida que tuvo desde el primer momento, y el intenso realizado posteriormente en él y que ahora justifica su ampliación.

El arquitecto echó así la vista atrás sobre su propio trabajo, del que dijo que ha superado el examen al que se somete a toda obra arquitectónica: "la prueba del tiempo". "Ver que el museo ha tenido una trayectoria tan fructífera supone la mayor de las recompensas para un arquitecto", señaló.

El acto institucional del Día del Museo, como es habitual, se celebró en la nave central. Estuvieron presentes el director del centro, José María Alvarez Martínez, la consejera de Educación y Cultura, Trinidad Nogales, quien ha desempeñado su carrera profesional como conservadora del museo, la directora general de Bellas Artes del Ministerio de Cultura, Angeles Albert, y el portavoz del Ayuntamiento de Mérida, Fernando Molina, quien excusó la ausencia del alcalde. También estuvo el presidente de la Asociación de Amigos del Museo, Rafael Mesa, quien leyó el acta por el que se concedió el XVIII Premio Internacional Genio Protector de la Colonia Augusta Emerita al profesor Jonathan Edmondson, quien recogió el galardón.

Moneo desveló detalles sobre el encargo que recibió del Ministerio de Cultura, en 1979, para construir en Mérida un museo de rango nacional que difundiera el proceso de romanización de la península Ibérica. Reconoció que la primera vez que visitó Mérida se encontró con un "poblachón" que poco tiene que ver con su fisionomía actual, y que la anterior sede del entonces Museo Arqueológico de Mérida (que en 2013 cumple 175 años), se parecía más a una "tienda de ultramarinos, lleno de trastos por todas partes", que a un museo. Su gran reto era ofrecer un espacio en el que ordenar todo aquello ofreciéndolo como el fruto de un único yacimiento.

Recordó las dificultades de un proceso lento, en un solar constreñido por los restos arqueológico. Los trabajos se prolongaron durante cinco años tras invertir en él 270 millones de pesetas de las de entonces, 70 millones más de lo previsto inicialmente.