Siendo el título de su gira y de una de sus canciones más populares, resulta inevitable identificar una vez más la actuación de Raphael ayer en Mérida con su "gran noche", en este caso con acento romano. El cantante ya había manifestado en varias ocasiones su ilusión por regresar al histórico teatro emeritense, donde actuó, por primera vez después de 50 años, hace justo dos. Entonces, la tromba de agua de una tormenta casi suspende su estreno, lo que finalmente no ocurrió. Buen sabor de boca le debió dejar la experiencia de 2011, puesto que en diversas entrevistas el artista había manifestado insistentemente su ilusión por volver a la capital extremeña. Y de nuevo se le vio cómodo, encantado consigo mismo a su más puro estilo. Sentimiento que ayer compartieron casi 3.000 seguidores que llenaron el teatro para corear con entusiasmo sus éxitos.

Actuó vestido de su tradicional negro riguroso, con excepción de los lunares de la corbata que apenas le duró la canción. Con Mi gran noche , que sonó en segundo lugar, se desabrochó el cuello de la camisa y logró levantar a los espectadores con una encendida ovación. Pero es que su mera aparición ya había despegado a la mayoría de sus asientos. Al cierre de esta edición, la actuación se desarrollaba sin incidentes y cargada de aplausos.

Antes, le precedió el cantante sevillano Antonio Romero, artista invitado que muchos recibieron como una agradable sorpresa, como demostraron la cálida ovación que también recibió. La parada emeritense de Raphael en su gira Mi gran noche rozó el lleno. Por la tarde, apenas quedaban un centenar de entradas en la taquilla, según Carlos Lobo, de Progevents, la productora de este concierto. A sus 70 años, nadie pone en duda la capacidad del artista de seguir levantando pasiones. Será que para muchos es todo "un escándalo".