La vamos a tener. En la época franquista los equipos de fútbol, incluidos catalanes y vascos, saludaban a Franco con el brazo en alto mientras se oía el himno nacional. Un himno que tenía letra. En cincuenta años de democracia no hemos sido capaces de buscar una letra, la que tenemos es: "Chinda ta chinda".

Es el trofeo futbolístico más antiguo de España. Su primera competición fue en 1903 y la ganó el Athletic Club de Vizcaya, y ya participaron el Club Español de Barcelona y Madrid. Era el comienzo y la copa la donó Alfonso XIII. Comenzó llamándose Copa de Su Majestad el Rey, entre 1903 y 1932. Copa de Su Excelencia el Presidente de la República, entre 1932 y 1936. Copa de Su Excelencia el Generalísimo, entre 1939 y 1976, y actualmente, desde 1976 nuevamente Copa de Su Majestad el Rey. Este trofeo debería llamarse Copa de España y se acabarían los cambios con los distintos jefes de estado de este país. Nos encanta cambiar los nombre a todo.

Vamos a ver en el estadio que se juegue esta final un cincuenta por ciento de ikurriñas y el otro cincuenta de señeras. ¿Cuántas banderas españolas veremos? Posiblemente ninguna y, si algún valiente la ondeara, estaría fuera de la influencia de ambas aficiones.

Si se falta el respeto al Rey, al himno y a la bandera no es fácil tomar una decisión en ese momento. ¿Cómo se desalojaría un campo con más de cincuenta mil aficionados con ganas de gresca? Está claro que, o se pone remedio antes del encuentro o vamos a ver un espectáculo deplorable. Habrá, por semejante situación, cientos de enviados especiales para contar, no el encuentro, sino el comportamiento de dos aficiones nacionalistas que quieren la independencia y que busca su notoriedad al comprobar que lo van a ver millones de espectadores, oyentes y lectores.

No es fácil tomar medidas con aficionados que ya vienen predispuestos a formarla. Con aquello de la libertad de expresión. Más de un juez le ha dado alas para hacer de un encuentro de fútbol, un motivo publicitario de sus reivindicaciones.