TMtérida ha tenido buenas mujeres en la política. Ninguna ha llegado a ser alcaldesa. Lo intentó Pilar Vargas, la prepotencia la superó, creyó que con el semanario La Capital y Telemérida sería suficiente para vencer a Angel Calle y se equivocó. Despreció otros medios y terminó en la oposición. Superó a Pedro Acedo en el número de votos, era su consuelo, pero había que sacar uno más que el contrario y no lo hizo.

La primera mujer en la política municipal fue en 1979 en las primeras elecciones democráticas. En la época de Francisco López de Ayala, Manuel Sanabria, Pedro José Aránguez Gil y Pelayo Moreno era impensable. Ni una sola mujer. El puesto de responsabilidad fue para Paloma Marín, de la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT), afines al partido comunista en la primera legislatura, con el alcalde Martín López Heras. Por UCD llegó como edil Julia Ferreira, la primera mujer que tuvo un hijo durante su mandato.

Mérida ha tenido buenas políticas: María Ascensión Murillo, Estrella Gordillo, María Jesús Checa y Francisca Chávez del PSOE; Leonor Nogales Basarrate y Mari Luz Calvo, del PP. Es naturalmente una apreciación personal, de cada una de ellas puedo narrar gestiones importantes que hicieron en distintos aspectos sociales de esta ciudad. Hay muchas más, pero un tanto por ciento, bastante elevado, han pasado desapercibidas. Y los políticos no les han dado el papel que les correspondía, posiblemente por miedo, una mujer política es mucho más eficaz que un hombre. En el mundo de la corrupción, ¿cuántas mujeres políticas han pisado la cárcel? Es muy posible que su concepción de la honradez sea bastante más moral que la del hombre. A las pruebas me remito.

El hombre acapara todo. Los siete candidatos a la alcaldía de Mérida, todos hombres. Eso sí, de número dos, mujeres, y han hecho lo de la lista cremallera, no sé si por conformar al mundo femenino o para acallar esos merecimientos que la sociedad está pidiendo a gritos.