--Se confiesa apasionada de Mérida, ¿cómo ha cambiado?

--He visto crecer la ciudad en todos los sentidos. Los barrios de antes no tienen nada que ver con los de ahora en iluminación, prestaciones ni cuidados. Recuerdo que la zona próxima a la plaza de toros tenía calles sin asfaltar. Cada momento tiene su encanto, pero me llamaba bastante la atención el contraste que había al comienzo de los 80, ya que coincidió con el inicio de la autonomía y del hospital, y cómo convivían los bares tradicionales de toda la vida con bares de copas por la noche, era un lujazo y un recuerdo entrañable. Pero en cualquier caso me encanta Mérida, porque es un lujo para vivir en ella, un lujo para el espíritu y de calidad de vida.

--¿Cuándo comienza su interés por los asuntos sociales?

--Empecé a trabajar en el ayuntamiento, centrada en el centro municipal de salud donde se hacía planificación familiar. Ahí comencé a darme cuenta de que había una constante permanente que se repetía con independencia de la formación y situación económica de las mujeres, y era la desventaja por el mero hecho de ser mujer. Desde entonces, para mí el ser feminista es un compromiso de vida, al margen de la formación o la ocupación que tengas. He trabajado en delegaciones muy diferentes en el ayuntamiento, pero forma parte de mi compromiso y deseo de hacer una sociedad más justa e igualitaria, y a la vez también ejercer la denuncia pública con esas situaciones de discriminación tan alarmantes que hay.

--En este asunto, ¿qué papel juega la violencia machista?

--La manifestación de la violencia a través de la masacre de mujeres que estamos teniendo cada año es la punta del iceberg. Es escandaloso que alguien te mate porque pienses diferente o porque no quiera lo mismo que tu, pero a veces no tenemos que poner solo el foco en el lugar donde vivimos, sino abrir y hacer un análisis global. También podemos trasladar la situación de discriminación al ámbito laboral, económico o educativo, no porque las mujeres no tengan formación, sino porque con los mejores expedientes hay resistencias activas.

--¿Cómo se ha evolucionado?

--Una sociedad no es justa ni igualitaria si no trata por igual a los hombres y las mujeres. La transformación legislativa en el ámbito de la igualdad no se plasma en el vivir diario de hombres y mujeres, ya que existen barreras y obstáculos sobre los que hay que seguir incidiendo. Es necesario un pacto social, pero de la sociedad en su conjunto, con los gobiernos legislando y prestando sus recursos de manera permanente, porque cuando se reduce el presupuesto destinado a la prevención y atención se nota.

--¿En qué sentido hay que seguir trabajando?

--Desde Malvaluna ejercemos atención directa, prevención y denuncia de situaciones de desigualdad, así como la acusación pública en los juicios relativos a las diferentes manifestaciones de la violencia. Desde el ayuntamiento también se prestan servicios de atención y prevención.