Ya no hay fruta, ni verdura, ni pescado ni carne. Ya no hay tenderos exhibiendo su materia prima. Ya no hay furgonetas trayendo y llevando mercancías. Ya no hay ninguna actividad comercial. Desde el pasado 23 de marzo, los candados que cuelgan en sus puertas evidencian el cierre temporal del Mercado de Calatrava, al menos como se conoce visualmente hasta ahora, a la espera de que comiencen las obras de reforma integral que devuelva la vida a este edificio histórico. Desde su inauguración oficial en el año 1887, el mercado de abastos ha sido testigo del devenir de la sociedad emeritense y de los cambios en los modos de consumo.

La portavoz del Gobierno municipal, Carmen Yáñez, explica que este cierre se ha producido tras llegar a un acuerdo para la salida de los dos últimos pescaderos que seguían en activo ocupando tres puestos. Cabe recordar que el resto de los vendedores, 12 en total, ya habían recibido sus indemnizaciones y, en conjunto, se les había abonado 216.600 euros. En esta línea, la edil informa de que la Oficina Municipal del Consumidor (OMIC), que estaba en el interior del mercado, se ha trasladado a la delegación de Urbanismo.

El edificio que proyectara en su día el arquitecto Ventura Vaca, en el solar donde se ubicaba el antiguo convento de San Francisco, se reformó por última vez en 1983, pero los cambios no sirvieron para frenar el abandono progresivo que ha sufrido este emblemático inmueble situado en pleno centro de la ciudad. De los más de 60 puestos de venta que llegaron a acoger estas instalaciones, apenas unos cuantos sobrevivieron a los últimos tiempos.

Con el ánimo de revertir esta situación, el Gobierno local ha optado por externalizar la gestión. El proyecto de rehabilitación y explotación del mercado salió a licitación a comienzos de año por tres millones de euros y un canon anual de 85.000 euros.

A comienzos del pasado mes de marzo, el Ejecutivo municipal informaba de que la Unión Temporal de Empresas (UTE) formada por las sociedades empresariales Grucal Infraestructuras y Larry Smith, con sedes sociales en Córdoba y Madrid, respectivamente, había sido la única en presentar su oferta al concurso público.

Yáñez sostiene que «en los próximos días» se constituirá la nueva mesa de contratación para llevar a término la adjudicación. El adjudicatario tendrá un plazo de tres meses para redactar el proyecto definitivo y, posteriormente, tras solventar el periodo de licencias y los últimos «ajustes» con el ayuntamiento, tendría lugar el inicio de las ansiadas obras.