A mediados de los 80 el Periódico Extremadura abrió delegación en Mérida comenzando una andadura informativa de cercanía y rigor; lo sé muy bien pues yo estaba allí, a la vera del gran Antonio Sánchez Ocaña, el añorado ASO. Miro hacia atrás y veo a aquellos chalados en sus locos cacharros enviando noticias y fotografías por autobús a Cáceres, trabajándose la información con denuedo en aquel páramo sin apenas medios y donde costaba encontrar algo que llevarse a las páginas, aunque siempre nos acompañaba el buen humor. Si a partir de las seis de la tarde sonaba el teléfono (el único que había) una voz decía: «No lo cojas que es una noticia» porque a quien respondía le tocaba hacerla «para pasado mañana» salvo que fuera urgente y entonces se hacía por teléfono.

Cuando el Periódico abría Fernando Delgado ya estaba allí, pergeñando uno de sus miles ‘Pecholatas’, material que ahora forma parte de los incunables de la historia emeritense pues reflejaba la realidad verídica de Mérida y se non é vero, e ben trovato; en esa columna se fraguaban candidaturas, se proponían alcaldes y se echaba a entrenadores (eso dice Pepe Fouto); aquello no era el cuarto poder sino el poder de bronce por lo deteriorado que acababa el damnificado. Entonces, y ahora, Fernando asumía riesgos por aquello que le importaba (sí lo sabré yo). Esto viene a cuento porque de aquel desierto informativo ahora se ha pasado a una selva, la jungla de la abundancia, donde lo más difícil es escoger entre tanta materia (falsa o verdadera, por este orden).

¿Estamos realmente mejor informados por esta avalancha de informaciones o más bien esta abundancia nos empobrece? ¿Tanto clic desarrolla los dedos pero no el cerebro? Cuanta más dedicación, interés y tiempo le dedicamos a lo digital, y a su basura, menos nos enteramos de lo que ocurre realmente y olvídense disfrutar de las cosas que valen la pena. Si lo que vale la pena en la vida requiere atención, el clic perturbador, la digitalización, la roba. No deja tiempo para pensar. Así andamos, que yo creía que llevaba toda la vida aprendiendo y ahora no entiendo (casi) nada.