Bordeando la Charca y saliendo de ella a la derecha se encuentra el arroyo de las Pardillas, aunque a mí siempre me gustó más la canalización romana que va en paralelo a la carretera hasta encontrarse con otro arroyo, el de las Adelfas.

En primavera acompañaba a Paco Novillo por aquellos parajes entonces sin alambrar deslumbrándome la exuberancia de la naturaleza extremeña y los bichitos que revoloteaban entre la jara, el brezo, la retama y el romero (en otra época el cantueso). Aquello eran olores jarapringosos y no los que Juanma Cardoso, en memorable definición, atribuye a algunos bajíos.

Cuando digo bichitos me refiero a los insectos que eran abundantes y me parecían desagradables y ahora, mire usted por donde, echo de menos aquel zumbido de los abejorros, la concha roja y negra de las mariquitas, el picor de las abejas, el andar de los escarabajos, las alitas transparentes de las libélulas y los colores y diseños tan llamativos de las mariposas, imposibles de realizar por ningún diseñador humano.

Dicen que están en declive los insectos, que se hunde la biodiversidad, y que la culpa la tienen los cambios que el hombre ha hecho en los paisajes, el suelo y la naturaleza. Si esto lo dicen los ecologistas ya les digo yo que es mentira, estos tipos bienpagados (no conozco a ningún ecologista que no esté subvencionado) se dedican a asustarnos con la catástrofe mundial para anunciarnos un universo paralelo donde los bichitos camparían a sus anchas. Ya saben, la tabarra esa del mantenimiento de los ecosistemas.

Siempre me ha sorprendido el cariño que estos tipos tienen a los animales y sin embargo el poco aprecio que tienen a los de su raza (un dato: las organizaciones ecologistas más importantes defienden el aborto y la eutanasia). Ecologistas en Subvención (o en acción para el caso es lo mismo) tenían una campaña que decía “Sin insectos no hay vida” pero estoy convencido de que cuando no hay vida es sin mujeres versus hombres. Que no dudo que haya especies en regresión, sobre todo algunas polinizadoras, pero la naturaleza se transforma, unas desaparecen, otras evolucionan y otras surgen nuevas. Crepúsculo hay pero después amanece, que no es poco.