Tras arduas investigaciones los del G5E, emeritenses ahítos, hemos descubierto el eslabón perdido y por fin Mérida será el centro de la atención científica internacional, pondremos a la Augusta en el mapa mundial (dos mil años después) y con un poco de suerte le robaremos la portada al ascenso del Badajoz. Pero vayamos a la ciencia: de todos es sabido que el hombre desciende del mono aunque algunos se parecen más y apenas hayan evolucionado. Pero faltaba encontrar el momento en que el primate preconcejal baja del árbol y se dispone a otear la sabana, la dehesa y la cueva de la primate. Faltaba el porqué. Bueno, pues lo hemos encontrado. Al principio fue el vino. Ese trago fue la chispa que humanizó al mono. Beber le dio un carácter social a su comportamiento pues es cosa cierta que lo mejor del fruto de la vid es compartirlo. El mosto alegra a los dioses y a los hombres. Después aprendió a cocinar, también de casualidad al comprobar que gracias al fuego el cerdo asado sabía mejor que crudo. Y después se antropomorfó al comer y beber distinto. Y vinieron los bares. 

Es importante reseñar que esta contribución del G5E a la ciencia mundial se consiguió antes de la libación (de vino, off course) y de soportar quien esto firma disquisiciones intelectuales profundas pues cuando anuncié que tenía una idea uno de los miembros del G5E apodado ‘Ito el tigre de Marquesa de Pinares’ afirmó por lo bajini: «Pobrecita, que hace tan sola en tu cerebro», sin darse cuenta que la ideas son como los conejos, si consigues un par y aprendes a manejarlas pronto tienes una docena (tomo la cita prestada de Marius Carol, uno de mis periodistas de referencia). Como la discusión apuntaba a niveles académicos elevados, el miembro fundador del G5E ¡Galeno, el Hipócrates de la Argentina (barriada)’ terció desde su cátedra y sentenció que todos teníamos razón y que en estas reuniones nadie pierde. Y bien cierto es, pues en nuestras asambleas descubrí que más triste que perder es ganar y no tener con quien celebrarlo. Y estos emeritenses siempre tenemos razones para celebrar.